Demoras


Berenice Abbott (1898-1991)

Mientras marchamos, la profundidad perspectiva aúna de modo difícilmente discernible el espacio y el tiempo. Pero nuestra marcha concreta tiene ritmos, cesuras, pausas. Precisamente allí en donde detenemos la marcha es ya factible fijar unas ciertas dimensiones espaciales mientras que en la espera sigue fluyendo, diferente, el tiempo.
Detener la marcha es bueno para recapitular, para reflexionar, para ejercer opciones o rumbos. Demorarse es habitar de un modo selectivo: aquí ya se refiere a una tasa de pasado y a otra de futuro, que comprenden un ahora al que se buscará, ilusoriamente, volver. Un aquí fijado relativamente en un fluir temporal que se enrolla sobre sí mismo en espiral, esto es, propiamente, una habitación, una estancia, una morada.
Así construimos eso que llamamos nuestra casa, con una confinación tan durable como permeable de un aquí, atravesada por un tiempo que se vivencia en ciclos. Con demoras que se suceden y sedimentan día tras día.

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