Emmanuel Smague
(1968)
Una vez
que los brazos consiguen apartarse, liberados del compromiso locomotor, las
manos aprenden una estratégica habilidad de asir.
Con
los asimientos, se arrancan de la naturaleza las cosas. Se colectan, se
consideran y se coleccionan. Con el perdurable hábito del prendimiento, el
mundo que nos rodea es un mundo ahora a
la mano, esto es, un concierto de cosas aprehendidas al ambiente. El mundo
es vasto, pero allí donde hacemos presencia y población, allí nos rodeamos de
enseres, de un orden de chucherías, de cosas hurtadas. El asimiento es el
primer gesto que hace de las cosas unos bienes. Una región próxima del mundo se
hace con el gesto prensil de las manos. Y quizá la idea de proximidad en sí
misma. El mundo circunvecino es aquel en donde proliferan las cosas que
ultrajamos con la manipulación.

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