Jake Borden
El ser
humano, pues, se emplaza enhiesto en el horizonte a la vez que constituye, en
sí mismo, un umbral entre el advenimiento al que enfrenta y a la declinación
que deja atrás.
La vida
ya vivida fluye hacia las regiones que se abisman tras el horizonte y hacia
atrás, hacia las simas de la memoria y el olvido, hacia las sombras de la
muerte. Pero no se pierde. Acecha el umbral y sobrevuela los sueños. La vida
vivida debe dejarse atrás, que es el lugar apropiado a su peculiar condición. La
vida vivida no se echa atrás por su propia vocación sino con una actividad
persistente que la arroja allí.
Porque
con las declinaciones también se vive. Siempre que nos vigilen la espalda.
Siempre que habitemos de espaldas a la vida ya vivida

No hay comentarios.:
Publicar un comentario