Pedro Isztin
(1964)
Habitar
supone una labor esforzada del cuerpo. Habitar insume trabajo y tal aspecto es una
dimensión específica que es necesario descubrir, practicar y también producir.
No es
muy a menudo que reflexionamos cuánto hemos hecho y cuánto esfuerzo hemos
acumulado para conseguir llegar a la posición que ocupamos tanto en términos
físicos como sociales. Este lugar que poblamos y que no puede ser ocupado por otro sin nuestra aquiescencia
hospitalaria, es no sólo un territorio conquistado, sino es un lugar
cultivado y desarrollado por nuestra obstinación tópica, además que conforma un
valor que madura históricamente. La obstinación tópica es la denominación ética
específica aplicada en la labor productiva del lugar como tal. En cada lugar
habitado, entonces, hay una dimensión propia de las fatigas acumuladas por su
locatario, que, en cierta oportunidad, puede detenerse a considerar la cuestión
sólo cuando dispone de la facultad del descanso reflexivo.

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