Quienes
se interesan por las políticas sociales suele equiparar la satisfacción de
necesidades humanas con la adecuada respuesta pública a ciertas demandas
sociales.
A mí
me parece que no es correcto considerar las necesidades
humanas como la expresión manifiesta de la sustancia de una política
social. Me parece que se incurre en una ideológica naturalización de las
aspiraciones humanas, por una parte, y una arrogancia teórica pretender decidir
ex ante sobre el contenido de una
expresión de deseos de los ciudadanos. Sí me parece que corresponde considerar
como materia de la política social la interpretación consensuada de las
efectivas demandas sociales.
Los
ciudadanos, entendidos como eficaces portadores de la capacidad de expresar sus
demandas, son los actores protagónicos de una política social, por ejemplo, la
política pública de viviendas. Es nefasto que un burócrata se arrogue el
derecho de interpretar su contenido y legitimidad.
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