El
habitar promueve dos actividades distintas aunque concurrentes: construir y acondicionar.
Mientras
que construir implica introducir transformaciones materiales y energéticas en
el ambiente de índole dura —esto es,
estratégica, durable y estable—, acondicionar supone actividades de diversas
características pero de índole laxa
—ajustes y arreglos tácticos, variables y flexibles—.
De
esto se sigue que existe tanto la arquitectura
dura —tal como se la conoce comúnmente— así como una arquitectura laxa que sigue de muy cerca las circunstancias de la
vida de los cuerpos humanos.
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