La dimensión propia de los interiores

Los interiores tienen una dimensión propia y característica: la dimensión que denominamos aquí —siguiendo a Peter Sloterdijk—histerotópica.
No debe confundirse con la profundidad perspectiva ya conocida. Se trata de la medida precisa de lo recóndito de un antro, de aquello que nos separa de lo oculto en las cavidades. No es que se abra una perspectiva, sino que se impone la excavación prospectiva. La apreciación específica de la hondura de una cavernosidad es histerotópica. Todo interior ofrece una cierta resistencia a su excavación cognoscitiva y práctica, esa resistencia, ese rozamiento es proporcional a la dimensión que nos ocupa.

Exiliados de por vida —y quizá prematuramente— del útero materno, nos aplicamos a diversas colpoprácticas1, indagaciones morosas de las anfractuosidades de los recintos que nos alojan


1 De kolpos, ‘útero’, ‘cavidad’

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