La
cultura de los Países Bajos ha aportado a la civilización unas influyentes
ideas acerca de la domesticidad.
Hacia
el siglo XVII, tanto las condiciones sociales e históricas generales como los
pormenores de la vida cotidiana confluyeron hacia una forma definida de habitar
la casa. Concurren a ello tanto la conformación dominante de la familia, el
valor conferido al hogar, a la intimidad y la configuración arquitectónica que
no sólo realiza cosas, sino que contribuye a construir valores tanto estéticos
como cognoscitivos o morales. La pintura de género de la época difundió las
luces, las lecciones y los juicios que tanto complacieron a los holandeses
entonces.
Ahora
que ni la burguesía, ni la familia, ni la intimidad, ni los hogares, ni los
valores son los que fueron, es inevitable contemplar con nostalgia estas
escenas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario