Hay
en los homínidos un ancestral gesto lanzador que los transforma en humanos,
según Peter Sloterdijk.
De
ahí se observa una especificación en el lugar, a la que nuestro autor denomina quirotopo: aquella región del mundo que
está “a la mano”. Las manos humanas, liberadas de su función motora, atrapan,
operan y lanzan objetos, abriendo plaza al escenario conquistado por una
actividad específica. De esto se deriva aquí en la postulación de una dimensión
—la dimensión quirotópica— que da
cuenta del lugar conquistado por la manipulación, por la coreografía de las
manos, por los rudimentos fundamentales de toda producción.
A la
profundidad perspectiva, a la altura y a la amplitud lateral se le agrega una
necesaria dimensión encarada.
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