Si el
quirotopo es un lugar encarado, al thanatotopo
se le da la espalda.
No es
simplemente aquello que en la marcha queda atrás: el thanatotopo se extiende más allá del horizonte, en una sima
dejada atrás en el espacio y en el tiempo. Es el lugar donde residen tanto el
olvido como la memoria. El habitar es plenamente humano cuando se constituyen
efectivamente los mortales, los que saben que van a morir y los que dejan atrás
sus muertos, precisamente alojados en el lugar a ellos destinado. El habitar
cotidiano y mortal se ve seguido por la sombría región de lo que ya ha llegado
a su fin.
Nuestro
habitar conoce de este modo ominosas regiones que se extienden más allá de
nuestro circunstancial horizonte.
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