Peter Wenzel (1745-
1829) Adán y Eva en el Paraíso Terrestre
(s/f)
El
lugar de los bienaventurados es siempre otro,
lejano y exclusivo para el gozo de aquellos merecedores de la mayor de las
glorias. Para el resto de los mortales está el incierto auxilio de la
arquitectura.
El
problema que afronta este oficio, como empresa humana necesaria y a la vez
falible, es abrir condiciones para que esta penosa existencia de los exiliados
del Paraíso tenga confortante consuelo allí donde tenga lugar.
Ni
los arquitectos ni los habitantes la tenemos fácil, por cierto. Pero sería una
mezquindad injusta no intentar afrontar una y otra vez y empecinadamente este
menudo problema.
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