Poéticas del habitar (VI) El genuino confort


Ray y Charles Eames

Cuando hablamos de confort, en lo primero en que pensamos —y, a veces, en lo único—es en sus dimensiones físicas.
Esto no está injustificado, pero no es suficiente. El ajuste adecuado de variables como la temperatura, la humedad, la velocidad del aire, el nivel lumínico y sonoro, así como una situación corporal sana y descansada, son claves para definir unos umbrales físicos que contornean una situación de confort-
También hay una dimensión muy importante y es la moral. El confort afecta la digna estancia de las personas en los lugares habitados, con lo que se agrega un componente ético indispensable de considerar. Lejos de considerarse un privilegio, facultativo y excepcional, debe entenderse como un derecho humano básico que afecta a su sujeto como ser-en-situación.
No menos importante es la dimensión emocional del confort. La serenidad y alegría de vivir en una situación confortable es función de la libertad efectivamente ejercida en tiempo presente y en primera persona por los habitantes. Por ello, el confort debe ser objeto de un estudio antropológico especialmente riguroso. Y también debe promoverse la irrupción de una poética del confort específica.

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