Alex Majoli
(1971)
Habitar
da trabajo y el trabajo cansa.
Hay una
zona de reserva allí donde se atesoran las energías necesarias para acometer un
día sí y otro también, la esforzada labor de edificar el mundo. Es que la
estructura arquitectónica de los lugares habitados no se sostiene si no es a
costa de una considerable dedicación que le confiere sentido a cada cosa
transportada trabajosamente del territorio del deseo hacia allí donde se nos
vuelve real tanto como ilusoria. Hacer cada cosa de vivir un bien, un objeto
valioso y significativo, resulta de una aplicación constante tanto del cuerpo
como la conciencia.
Hasta
que nos vence la desidia o el hartazgo y nos quedamos frente a la ventana,
pensando en todo lo que podría haber sido y no fue. Es el momento de concluir
con las fatigas. Con todas.
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