Sobre la condición liminar


Annemarieke van Drimmelen (1978)

Si meditamos sobre las penurias de la persona deprivada cuando habita podemos atisbar que, en nuestra humana condición liminar, cada una de las dimensiones humanas portan una sombra, una suerte de magnitud complementaria y antecedente.
En artículos anteriores he indagado en la situación liminar del sujeto entre una proyección generalizada y estructurada hacia afuera y hacia el futuro, que tiene su contrapartida en una interioridad memoriosa tenida por propia. En realidad, no hay proyección apropiada hacia el lugar, si no es a costa de la plena titularidad subjetiva del interior. Y viceversa. Porque, estemos donde estemos, estamos en el umbral.
Pero sucede que no podemos incurrir en el idealismo de suponer que todos y cada uno de nosotros consigue vivir según el necesario orden armónico de los ámbitos en que media nuestro particular umbral. Sucede, en cambio, que existen situaciones en donde la existencia se ve deprivada y uno se descubre, con aflicción, en su condición de habitante pobre. Realmente pobre.

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