Las zonas de reserva del habitar (VII)


Alex Majoli (1971)

En todo corro de seres humanos, el ardor que realmente conforta es el del afecto.
Hay en la reunión comunitaria un sostén fundamental en una prudente reserva de cordialidad según la cual resolver casi cualquier conflicto que se desencadene. Dentro de ciertos límites, a una cordura racional le acompaña y ampara una buena voluntad del ánimo, proclive al acuerdo, a la complicidad y al concierto. Casi todo puede acordarse en torno a un crepitante foco de aprecio. A esto contribuye el fuego, la comida y la bebida compartida, las miradas atentas y el ánimo conciliador.
Pero cuando esta idílica situación no se consigue, cabe preguntarse acerca de lo que ha sido de nuestras reservas de afecto por el otro cuando nos convencemos de tratarnos como nosotros. En el momento en que la reunión en corro en torno al fuego se vuelve imposible por la intimidación mutua.

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