No
por nada la diosa griega Hestia (Vesta para los romanos) era la diosa de la
arquitectura, de la construcción, del hogar, pero sobre todo del fuego sagrado
del hogar.
Es
que el habitar humano se origina en torno a un fuego prometeicamente
domesticado. Éste, custodiado por una diosa especialmente casta, pura y,
significativamente, muy preocupada por la limpieza. En su torno es posible que
impere el orden familiar que necesitaría ciertos puntos fijos en el mundo.
Este
fuego es el origen, el señalamiento especial del aquí, es el sustento de la paz
doméstica y también de la cívica.
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