Las fuerzas imaginantes de nuestro espíritu se
desenvuelven sobre dos ejes muy diferentes.
Unas cobran vuelo ante la novedad; se recrean con
lo pintoresco, con lo vario, con el acontecimiento inesperado. La imaginación animada
por ellas siempre tiene una primavera que describir. Lejos de nosotros, en la
naturaleza, ya vivientes, producen flores.
Las otras fuerzas imaginantes ahondan en el fondo
del ser; quieren encontrar en el ser a la vez lo primitivo y lo eterno. Dominan
lo temporal y la historia. En la naturaleza, en nosotros y fuera de nosotros,
producen gérmenes; gérmenes cuya forma está fijada en una sustancia, cuya forma
es interna.
Bachelard,
1942
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