La filosofía requiere de una
distancia que no es neutral, sino crítica. Cambia el punto de vista normal,
habitual, ya aceptado por el sentido común. Desencaja nuestra relación habitual
con lo que somos, con lo que vemos, con las palabras que usamos. Pero esta
distancia es la condición para un compromiso más veraz. El problema es cuando
se convierte en un refugio o en una zona de confort. Entonces, aunque se usen
términos o referencias filosóficas, ya no se está haciendo filosofía.
Marina
Garcés, 2016
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