Andrew Wyeth
(1917- 2009)
El
tercer elemento de las poéticas arquitectónicas fundamentales lo constituye la
tierra.
Es
siempre de lamentar que la práctica corriente del oficio arquitectónico
nihilice este elemento y lo reduzca a un abstracto plano vacío, puro residuo
espacial de una conformación peculiarmente rica. Tratar con la tierra es tratar
con el sustrato fundamental, con la silenciosa topografía que siempre sugiere,
con el reservorio de genios lugareños que acechan bajo su superficie. Tratar
con la tierra es cualquier cosa menos tratar con una vacuidad de indiferente
disponibilidad para cualquier empresa figurativa. Tratar con la tierra es
tratar con el elemento antagonista y cómplice principal de la gesta vital del
hombre.
Las
arquitecturas realmente vivas se nutren
de la tierra que las acoge, mientras que no hacen más que usurpar su lugar allí
donde apenas se las soporta.
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