Paul Gustav
Fischer (1860- 1934) Un día de invierno
en Kongens Nytorv (1888)
Si
soslayamos el sentido propio de la marcha, nos sumimos en la insignificancia de
nuestra propia existencia cotidiana.
En
nuestras ciudades, todo es ir y venir, circular de un origen a una meta, sin
otro equipaje que la prisa. Hemos perdido el significado de deambular, de
discurrir midiendo la ciudad con nuestros pasos.
Cuidado,
esta es una cuestión no sólo de salud física —caminar es saludable— sino que también
nos olvidamos de la actividad práctica que nos ha enseñado a reflexionar, entre
otras cosas.
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