Sala de baño
de Ville Savoye
Une maison est une machine à
habiter
Le
Corbusier
Que
la casa se imagine como una máquina es un ejemplo de un exitoso caso de
metáfora imaginativa.
Cierto,
una vez que uno piensa, por lo general, que una casa es una cosa o artefacto,
entonces es fácil deslizarse sobre el tobogán del pensamiento algo perezoso. En
una época tildada por Siegfred Giedion como aquella en que la mecanización toma el mando, es hacedero
sentir el empuje que nos incorpore en la imaginación de la casa como una
máquina de habitar.
Es
así que fue favorablemente recibida. No sin dificultades, es cierto. Pero tuvo
resonancias entre los arquitectos modernos, los estudiantes de arquitectura...
y los empresarios y promotores inmobiliarios.
Es
que la idea es seductora para una cultura que, pródiga en ingenios mecánicos,
se desliza muellemente a creer que la habitación es un puro uso del chisme
útil, que es un servicio el que liga la arquitectura con quienes la habitan, en
definitiva, que la arquitectura es algo que uno, como usuario, se remite a
operarla.
Sólo
cuando el espejo empañado por la duda nos arroja tan inquietante imagen de
nosotros mismos, sólo entonces empezamos a dudar de la eficacia de tal
metáfora. Sólo que ahora es un poco tarde, quizá.
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