Edvard
Petersen (1841- 1911) Emigrantes en
Larsens Square (1890)
Nuestro
habitar es una continua marcha hacia adelante, dirigidos con no poca atención
hacia la dimensión alethotópica del
habitar.
Esta
dimensión es la propia de lo que adviene como revelación, como manifestación,
como desvelamiento y es opuesta y simétrica con otra dimensión también
importante del habitar. En efecto, así como avanzamos, dejamos atrás lugares,
espacios y tiempos. Y al dejarlos atrás los sumimos en las profundidades de la
memoria y del olvido. Esta dimensión que se abre tras nosotros y nos sigue en
forma inquietante es la denominada dimensión tanatotópica, esto es, la experiencia de lo ya vivido, de lo
muerto, de lo que creemos vencer con nuestra empecinada supervivencia.
Y
cada día que nos pasa, los lugares, los espacios y los tiempos ya ocurridos se
nos aproximan y nos pesan más sobre la espalda. Hasta que nos alcanzan.
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