La ciudad como producto parece
triunfar, pero no ha conseguido derrotar definitivamente a la ciudad como obra.
En un marco general hoy definido por todo tipo de procesos negativos de
dispersión, de fragmentación, de segregación…, lo urbano se expresa en tanto
que exigencia contraria de reunión, de juego, de improvisación, de azar y, por
supuesto, de lucha. Frente a quienes quieren ver convertida la ciudad en
negocio y no dudan en emplear todo tipo de violencias para ello –de la
urbanística a la policial–, lo urbano se conforma en apoteosis de un
espacio-tiempo diferencial en que se despliega o podría desplegarse en
cualquier momento la radicalidad misma de lo social como pasión, sede de todo
tipo de deserciones y desafíos, marco e instante para el goce y la impaciencia.
Manuel
Delgado, 2017
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