Café Tortoni,
Buenos Aires
Cuando
tras ausentamos por algún tiempo prolongado de nuestra casa, volvemos a ella,
la primera sensación que recuperamos es el fondo olfativo: recobramos el olor
propio de nuestro lugar.
Quizá
por esta causa, mi esposa suele pedirme, en esas circunstancias, que prepare
café, como gesto de autobienvenida. El aroma del café que ambos apreciamos
mucho es no sólo familiar, sino especialmente deseado. También quizá por esta
causa es que a cada ciudad que visitamos no omitimos buscar una acogedora y
bien ambientada cafetería, allí donde el consabido aroma nos sitúe, a la vez,
en un territorio deseado y familiar. Así es que recordamos con especial afecto
a establecimientos como el entrañable Café Tortoni de Buenos Aires.
El
mapa de nuestro territorio es un dilatado y complejo polígono pautado por
marcas osmotópicas dispersas, deseadas y, a la vez, familiares.
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