Diana Markosian
(1989- )
De las
atmósferas que gustamos respirar (y que nos resultan, por otra parte,
inspiradoras) las ciudadanas no son, por lo general, las preferidas.
Y, sin
embargo, con todo su complejo mefitismo y con toda su efectiva contaminación,
son las atmósferas que respiramos y que nos inspiran el día a día corriente.
Por lo que corresponde que acondicionemos la ciudad, cuidemos los vientos y
examinemos las prácticas sociales que afectan la calidad del aire. La ciudad es
una atmósfera que volvemos desagradable por culpa de nuestro estilo de vida
insostenible.
¿Merecemos esta continua inmersión en la
maloliente esfera en que quemamos hidrocarburos en forma intensiva? ¿Merecemos este húmedo calentamiento
global? ¿Merecemos este aire
envenenado?
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