Hay
en el habitar dos modalidades de representación que se señalan con ciertas
especificaciones de la acción.
Por
una parte se habita en un lugar, que,
por imperio del vínculo identificante entre el sujeto y una figura ambiental
hace que el lugar se constituya como un continente relativamente cerrado sobre
la figura del sujeto. De allí se extrapolan las figuras del amparo, el refugio
y el recinto que pueden contener efectivamente la figura corporal del sujeto.
Por
otra parte, se habita con una trama
de cosas, enseres y dispositivos de articulación espacial que proliferan en el
lugar que es el mundo. Se habitan entonces horizontes que abren lugares entre
el cielo y la tierra, paisajes y regiones, caminos y laberintos, hitos, nodos,
sendas, centros y confines.
Se
habitan geografías e historias.
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