Prestemos
atención a la voz del antropólogo:
“El
territorio está a la vez objetivamente organizado y culturalmente inventado”
(Bourgeot, 1991). El aquí vivido en un territorio es, a la vez una
estructuración vincular objetiva entre los habitantes y su ambiente, así como
también un orden complejo de representaciones urdidas por la vida social en el
tiempo. Y los territorios, en principio, son o bien nuestros, esto es, confinados en un marco de relativa paz social de
las gentes que habitan a su modo un lugar, alojados en un solar, pago o paisaje
y portadores de una fisonomía sociocultural propia y diferencial, o bien son extraños.
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