Todo lugar puede ser observado de modo riguroso y en
los términos más generales posibles, como una estructura, esto es, una trama
que vincula entre sí a diversos componentes fundamentales.
Así, la tierra, el cielo, el horizonte que los
articula y el propio habitante son componentes necesarios para la constitución
de un lugar, no sólo por su existencia de cada uno de estos por separado, sino,
sobre todo, por las relaciones mutuas que entablan. La estructura fundamental
del lugar es aquello que puede predicarse siempre de un caso concreto, cuando
se lo señala como lugar.
Todo lugar puede precisarse con una proposición de
carácter indexical que distingue con relativa claridad un aquí de un allá, esto
es, una articulación en un paisaje dado entre un referente identificado en un
contexto dado.
La estructura fundamental del lugar es la estructura
sustentante y genérica de la arquitectura del lugar particular que cada
emplazamiento tiene como propiedad trascendente.