Plumas ajenas: Georges Perec

A veces les parecería que podría transcurrir armoniosamente una vida entera entre aquellos muros cubiertos de libros, entre aquellos objetos tan perfectamente domesticados que habrían acabado por creerlos hechos desde siempre para que los usaran ellos únicamente, entre aquellas cosas bellas y sencillas, suaves, luminosas. Pero no se sentirían encadenados a ellas: ciertos días saldrían en busca de la aventura. Ningún plan sería imposible para ellos. No conocerían el rencor, ni la amargura, ni la envidia. Pues sus medios y sus deseos estarían acordes en todos los puntos, siempre. Llamarían a este equilibrio felicidad, y, gracias a su libertad, a su prudencia, a su cultura, sabrían conservarla, descubrirla en cada instante de su vida común

(Georges Perec, 1965)

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