La inmensa dimensión interior de un pequeño cofre

John William Godward (1861- 1922) El cofre de joyas (1900)

Para alguien que valúa bien, alguien que se sitúa en la perspectiva de los valores de la intimidad, esta dimensión [la profundidad interior] puede ser infinita.

(Gaston Bachelard, 1957)

Plumas ajenas: Gaston Bachelard

El cofre, sobre todo el cofrecillo, del que uno se apropia con más entero dominio, son objetos que se abren. Cuando el cofrecillo se cierra vuelve a la comunidad de los objetos; ocupa su lugar en el espacio exterior; pero ¡se abre! Entonces, este objeto que se abre es como diría un filósofo matemático, la primera diferencial del descubrimiento. Estudiaremos en un capítulo ulterior la dialéctica de lo de dentro y lo de fuera. Pero en el instante en que el cofrecillo se abre, acaba la dialéctica. Lo de fuera queda borrado de una vez y todo es novedad sorpresa, desconocido. Lo de fuera ya no significa nada. E incluso, suprema paradoja, las dimensiones del volumen ya no tienen sentido porque acaba de abrirse otra dimensión: la dimensión de intimidad.

(Gaston Bachelard, 1957)

Artículo recomendado

"Todas las ciudades son realidad y ficción simultáneamente. Tanto las que podemos experimentar físicamente, porque cuentan con muchas “construcciones” mentales, como las que son producto de la imaginación, que se alimentan de referencias materiales.
Vamos a aproximarnos a dos ciudades, una de ficción y otra real(Mahagonny y Las Vegas) que, a pesar de pertenecer a esos ámbitos supuestamente incompatibles, comparten mucho.
Mahagonny es la distopía que crearon Kurt Weill y Bertolt Brecht en 1930 en su ópera “Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny”, presentando su visión moderna de las pecadoras Sodoma y Gomorra. Poco después, en el desierto de Nevada, fue consolidándose Las Vegas, que se convertiría en el símbolo de la transgresión y los deseos ocultos. Por eso, ¿es Mahagonny solamente una distopía o fue una premonición de Las Vegas?, ¿o quizá Las Vegas fue la materialización de una necesidad social expresada en los rasgos de Mahagonny?"
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Habitáculos que se vuelven dormitorios

Jean-Baptiste Greuze (1725- 1805) The Complain of the Watch (1770)

La racionalización opera metódica y cruel: las habitaciones se reducen, en tamaño, para pasar de cuartos a habitáculos y, desde el punto de vista funcional, de ámbitos íntimos a meros dormitorios.


Las nueve condiciones propuestas por Ernst May a la vivienda mínima (VI)

6.       Que los padres duerman con los hijos más grandes debe estar prohibido debido a que ya hay suficientes habitaciones. La separación de los sexos también debe ser un principio fundamental, incluso en los tiempos de mayor escasez de viviendas. Para los recién casados o parejas mayores cuyos hijos ya dejaron la casa un apartamento con dos habitaciones, cocina y accesorios es suficiente. Incluso un apartamento de una habitación de buen tamaño será aceptable. Pero tomando las medidas y controles necesarios para que estos pequeños apartamentos no sean usados por múltiples personas.


La principal norma de adecuación: el criterio que diferencia la ocupación plena de la residencia del hacinamiento. De todas maneras se desliza la subsunción de los ámbitos de habitación a la función reductiva de dormitorio. De paso, se eliminan de un plumazo todas otras funciones residenciales posibles, tales como los despachos, talleres domésticos o bibliotecas.

El confort es cosa seria

Winslow Homer (1836- 1910) En la hamaca (1873)


No todo acondicionamiento puede conseguirse con accionar un mando a distancia. Los modos de habitar deben promover la adecuación de condiciones ambientales sin apelar siempre a artificios mecánicos.

No a la banalización del confort

Gran parte de las solicitaciones de confort pretenden ser satisfechas con ingeniosos dispositivos que responden, por lo general, a las órdenes de un mando a distancia.
Estas presuntas soluciones banalizan el sentido del confort que le exigimos legítimamente a nuestros lugares habitados. La construcción y el diseño arquitectónico producen desatinos ambientales que son corregidos con dispositivos acondicionadores que consiguen un relativo bienestar a costa de ingentes gastos energéticos.

Algún día nos veremos obligados a operar con más sensatez y recuperar el sentido arquitectónico pleno del confort.

Artículo recomendado

http://www.santiagodemolina.com/2017/09/el-profundo-espacio-de-los-nichos.html

La real fisonomía del que estudia

A. Canella (¿?) Un investigador erudito (s/f)


Un erudito, en cierto sentido, es el lugar en donde se cruzan las innúmeras lecturas que ha realizado. Su biblioteca es el retrato de su peculiar peripecia intelectual.

Sentidos de la biblioteca

En estos tiempos de comunicación en formato electrónico cabe preguntarse por el sentido —que podría suponerse superviviente—, de la clásica biblioteca.
Desde tiempos inmemorables y haciendo caudal de una conducta muy básica, los seres humanos hemos dedicado tiempo y esfuerzo a la acumulación de textos. Después de todo, una de las funciones de la escritura es la perduración y esta no tiene sentido más que en su prolija disposición en los lugares dedicados a la memoria.
Pero para muchos una biblioteca adquiere con el tiempo un valor superior a la mera acumulación: constituyen, en un sentido vicario, pero no despreciable un itinerario de vida intelectual. ¿Qué libros leímos en nuestra juventud y no volveremos a recaer en ellos? ¿Qué libros han confrontado largas y frecuentes consultas? ¿Cuáles son los títulos presentes y cuáles los omitidos?

Un paso más es posible dar en la construcción posible de sentidos para la biblioteca: si hay quien dice que uno es lo que come, yo preferiría optar por la fórmula uno es lo que ha leído y conserva en sus anaqueles.

Cuestiones de apertura (79)

¿Por qué razón son tan escasos y discretos los dispositivos sociales de integración y no-discriminación, en tanto el mero sucederse de las cosas ahonda brechas sociales a escalas apabullantes?

A cada cual, un balcón... y algo digno de contemplarse desde éstos.

Arte público en Barcelona


No basta con proliferar los alojamientos: debe desarrollarse, en todos sus aspectos la ciudad que nos merecemos.

Más que construir viviendas, desarrollar ciudades

En tiempos de extrema necesidad, uno de los aspectos señalados especialmente en las políticas sociales es la política de vivienda.
Esto significó, en cada contexto diferente, reconstruir alojamientos depredados por la guerra, resolver el alojamiento de desplazados migrantes, dar satisfacción a demandas básicas del proletariado, luchar contra la pobreza redistribuyendo el capital social. Todo esto traducido en la producción de viviendas.
Tanto nuestras condiciones socioeconómicas como nuestra conciencia social han cambiado desde entonces. Hoy exigimos, legítimamente, desarrollar ciudades en donde proliferen lugares para habitar.

Es hora de superar por completo las tradicionales restricciones de las políticas de la vivienda al uso.

Evanescencia

Tom Roberts (1856- 1931) A las tres menos veinte (1900)

De oikos nos quedan los ecos de eco-nomía y eco- logía. En nuestras casas, por su parte, nos quedan ciertos fantasmas evanescentes que ordenan los lugares de vivir en torno a un centro profundo y entrañable.


Oikos

Oïkos, en grec ancien, dit à la fois ce que nous nommons « maison » (bâtiment où l’on habite), « patrimoine » (biens meubles et immeubles possédés par une communauté ou un individu) et « famille » (ceux qui vivent sous le même toit)
Roger-Pol Droit,
«Qu’est-ce qui, de la maison des Grecs, habite encore silencieusement les nôtres ?»,

Oikos merodea errando por nuestras casas.
Si bien ni los edificios son hoy lo que eran entonces, los patrimonios se han transformado en forma tanto como en contenido y aún la noción de familia no deja de mutar, sometida a vigorosas vicisitudes, algo de oikos yace, como un origen fantasmal en nuestra residencia.

Con todos los cambios sufridos, apenas queda de la idea preñada de significados el contenido de origen, de polo del que parten todas las sendas: oikos apenas es una entidad fantasmática que va condensándose en un centro palpitante.

Antiguas hechicerías

Diego Velázquez (1599- 1660) Una anciana cocinando huevos (1618)


El bueno de Velázquez ha sumido en las sombras el ámbito en donde antiguas Circes reinaban con todo el misterio de sus fuegos. Con las sombras se ha ido el sortilegio de las cocinas, sustituido por la equívoca y ancilar eficiencia

Las nueve condiciones propuestas por Ernst May a la vivienda mínima (V)

4.       La cocina tiene sus componentes propios que aseguren el uso racional de la pequeña cantidad de espacio dado. La distribución de cada una de sus partes debe ser hecha pensando en una sabia solución al trabajo de la cocina.

Una idea ciertamente fructífera que se sustenta en un círculo: la cocina es sólo un lugar de trabajo porque dispone de una pequeña cantidad de espacio dado y es pequeña porque sólo es un lugar de trabajo. Más que argumentos racionales, se alían y confabulan dos presiones socioeconómicas: la minimización del espacio y el incremento de la productividad doméstica.
Mientras que en las antiguas cocinas reinaba la progenitora con su corte de parientes convocados por los aromas de la comida, emblemas de la domesticidad, en la cocina moderna impera un orden higiénico optimizado para el trabajo solitario y confinado de apenas un oficiante eficiente.

Con cosas así es que vivimos en la actualidad.

Más allá del horizonte y hacia adelante

Gustave Doré (1832- 1883) Ilustración para la Balada del viejo marinero (1872)


Toda navegación consiste, en lo esencial, en alcanzar la revelación de las cosas que yacen ocultas tras la linde móvil del horizonte. Navigare necesse.

La dimensión alethotópica1

Siempre nos encontramos circundados por un horizonte. Pero no habitamos, necesariamente, confinados por éste.
La distinción es necesaria porque el hecho es que la habitación plena del horizonte supone no sólo encontrarse en el lugar, sino desbordarse más allá del horizonte en dos direcciones opuestas. Atrás nuestro y más allá del horizonte yace lo tanathotópico, esto es, lo que pertenece a lo ya vivido, a los muertos de los que nos acecha siempre la memoria y el olvido. Pero adelante nuestro y también más allá del horizonte está listo para emerger todo aquello que se nos revelará, las cosas que saldrán de su ocultamiento, todo esto que conoceremos en forma inminente.
Habitamos también con lo que adviene.



1 De aletheia, revelación en griego

Mitos y pensamiento

Amélie Beaury-Saurel (1848- 1924) En las nubes (1894)

En principio, parece natural oponer mitos y pensamiento (mythos, logos). Pero cuando imaginamos, cuando erramos en el ensueño, las cosas se desdibujan en el humo.


Razones del mito

Por su origen y por su historia, la noción de mito que hemos heredado de los griegos pertenece a una tradición de pensamiento que es propia de Occidente y en la que el mito se define por lo que no es, en una doble oposición a lo real, por una parte (el mito es ficción), y a lo racional, por otra (el mito es absurdo).
Jean-Pierre Vernant


Sin embargo, la lectura de Gaston Bachelard induce a considerar a los mitos, antes que ficciones, marcos preparatorios y propiciatorios para el conocimiento efectivo y, antes que absurdos, modos que preludian necesariamente la construcción racional.

Interlocuciones que dan forma a los lugares

Werner-Joachim Schatz (1911-1998) Tres mujeres conversando (1985)


Energías e informaciones confieren forma viva al lugar habitado.

Energías de la arquitectura viva

Para los constructores parece que la conformación del lugar se consigue interponiendo amparos materiales tales como muros, suelos y cubiertas.
Pero debe observarse que se emplean energías. Por cierto, no sólo las obvias empleadas en el trabajo constructivo.
También hay arquitecturas trazadas por la interlocución diestramente tramada, por la iluminación selectiva, por la disposición de zonas de calor y frescura.
El rumor de una confidencia genera una esfera acústica localizada y amparada por el apaciguamiento de las ondas. Una lámpara baja ofrece un lugar distinguido de las regiones de sombra. El calor del hogar abierto apenas llega a comprender una esfera circundante. Así también se da forma a los espacios.
La conformación energética de los lugares les confiere la palpitación propia de la vida.

Acercados al fuego del hogar

Carl Larsson (1853- 1919) Nochebuena (1905)


Tanto en el campesinado como en el proletariado urbano tienen un centro de recreo y sociabilidad familiar en una amplia cocina con comedor, a diferencia de la burguesía y la aristocracia que destinan estas funciones a la sala.

Las nueve condiciones propuestas por Ernst May a la vivienda mínima (IV)

4.       La sala de estar no solo es el principal espacio de recreo de la familia sino que también es el espacio más grande de la casa. Usar una parte de la sala para la preparación de alimentos es totalmente rechazado. Los alimentos se deben preparar en una pequeña cocina en una habitación separada y esta debe ir conectada a la sala de estar de manera que haya una distancia mínima entre la preparación de alimentos y servir la comida en la mesa del comedor.

Puede observarse que, en la residencia popular autoconstruida, se suele reservar esta función de recreo y reunión de la familia en un comedor amplio directamente vinculado a la cocina, que permite una intensa interacción entre quien cocina y su parentela. Por el contrario, el lugar reservado a las escasas visitas suele ser un ambiente puramente formal y reservado a muy contadas ocasiones.

Los arquitectos modernos apretaron en pequeños recintos los salones y comedores burgueses sin advertir las variantes de estilo de vida popular. Por otra parte, inventaron, con la famosa Frankfurter Küche, la cocina-cápsula-mínima en que aún hoy cocinamos.

Comienzo tienen las cosas

Elin Danielson-Gambogi (1861- 1919) Maternidad (1893)

Te largan a la cancha sin preguntarte si querés entrar.
Por si fuera poco, de golero; toda una vida tapando agujeros.
Y si en una de esas salís bueno, se tiran al suelo y te cobran penal

Jaime Roos, Brindis por Pierrot

¿Es la casa el lugar originario de todo el habitar?

Es común confundir —y reducir—el habitar con la residencia en la casa.
Es tan intenso y tan profundo el orden de vivencias y aprendizajes en el ámbito doméstico, que es comprensible que se crea que la casa es un lugar originario para todo el habitar. Sin embargo, debe considerarse que, allá en el fondo de ésta, radica, viviente, un lugar verdaderamente originario. Es el útero materno, es la cavidad en donde nos detenemos morosamente y de la que somos expulsados para siempre en nuestro inaugural alumbramiento.

Exiliados, nos buscamos la vida: nada será como entonces.

La paz de los bienaventurados

Ludwig Mack (1799-1831) Los Elíseos (1829)


El lugar de los bienaventurados es siempre otro, lejano y exclusivo para el gozo de aquellos merecedores de la mayor de las glorias. Para el resto de los mortales está el incierto auxilio de la arquitectura.

El locus amœnus

Guardamos una memoria nostálgica de un Cierto Lugar tan seguro como propio, tan confortable como libre.
Suele llamarse con diversos nombres: Edén, Paraíso, Elíseo. En todos los casos, son lugares tan distantes como lejana es la dicha plena de la estancia gozosa y despreocupada. Somos criaturas exiliadas del lugar propio de los espíritus bienaventurados. Arrojados en este valle de lágrimas, no podemos no sentir la pérdida del locus amœnus.

Para esto es que existe la arquitectura; para la empresa siempre artificiosa de recrear un paraíso para siempre perdido.

Sigilos

Vilhelm Hammershøi (1864- 1916). Interior con dama leyendo (1900)

Que nada perturbe la lectura. Luces y sombras campean entonces a sus anchas. Las alfombras, por su parte, acogen a todos los murmullos. La vida roza leve la arquitectura de la casa.


Silencios habitados

Henri Matisse denominó un cuadro suyo como Le silence habité des maisons.
(Véase la entrada del 27 de septiembre de 2016.)
Hemos dicho antes que hay cuadros que son tesis completas; en este caso, encontramos que lo es el título.
Así como la casa abre un espacio, bajo la especie de jora, esto es, una vacancia que se brinda al ser de la vida y las cosas, también abre un silencio, un aire calmo para que proliferen los hálitos del habitar.

Todas las palabras van a dar al silencio, a la espera que otras sean las voces que canten. La casa las oye.

Los mundos habitados

Hugo Mühlig (1854- 1929) Lector de periódico (1879)


Ciertamente, nuestro personaje se halla en ese sitio particular. Pero habita también la casa que se abre a su espalda, habita también el lugar en donde se desarrollan las noticias que está leyendo y habita aún el entramado de amistades con quienes compartirá sus comentarios. Habitar es multidimensional. Por su parte, el perro simplemente está allí, a la vera de su amo.

Habitar y hallarse

Hallarse es encontrarse, tener lugar efectivo en una situación y acontecimiento. Como tal, es una forma de habitar, pero no una expresión sinónima.
Cuando habitamos no sólo ocupamos un lugar; también nos movemos en referencia a nuestros lugares originarios o residencias, por más que, circunstancialmente no nos encontremos allí. Todos los caminos vuelven a Ithaca. También habitamos según la memoria de estos lugares: canta don Alfredo Zitarrosa aquello que cuanto más lejos te vayas, más te tenés que recordar. No solo ocupamos este sitio físico, sino que encarnamos un nudo de una red de relaciones con nuestros parientes, amigos, correligionarios.

Es por todo ello que habitar implica más dimensiones que el puro hallarse.

Los bloques exentos

Christos Vittoratos (s/d) Escuela prefabricada en Roemerstadt (2014)


La obsesión por la orientación lleva a la composición de bloques exentos que se independizan de la trama urbana preexistente.

Las nueve condiciones propuestas por Ernst May a la vivienda mínima (III)

3.       La distribución de las viviendas multifamiliares se debe hacer de manera que los dormitorios reciben la luz de la mañana (naciente), y la sala de estar la luz de la tarde (poniente) .Si es necesario construir calles en sentido este – oeste se debe usar solo las tipologías de tipo norte.


Esta obsesión por la orientación conduce a rotar las plantas hasta encontrar la disposición correcta, luego, buscar la manera más sencilla de asociar las unidades de vivienda entre sí. La conclusión inevitable es que lo mejor es disponer bloques o tiras de vivienda orientadas regular y óptimamente y así, desentenderse de la trama urbana preexistente.