Contra la ciudad adjetivada (XVI) Ciudad de las artes

Ciudad de las artes, Valencia

En los documentos oficiales de HABITAT existen infinitos “conceptos” de: ciudad sustentable, ciudad segura, ciudad inteligente, ciudad resiliente, ciudad humana, ciudad democrática, ciudad amigable, ciudad competitiva, ciudad autónoma, ciudad innovadora, ciudad creativa, ciudad del conocimiento, ciudad de la palabra, ciudad dormitorio, ciudad universitaria, ciudad de las artes, ciudad emergente, ciudad equitativa, ciudad inclusiva, ciudad histórica, ciudad de oportunidades, ciudad sostenible, ciudad compacta, ciudad sustentable, ciudad patrimonial, ciudad de todos, ciudad dispersa, ciudad educadora, ciudad vieja, ciudad verde, ciudad a escala humana...
Fernando Carrión, 20161

Toda ciudad que se precie alberga en su seno tanto a las más diversas formas de arte, así como aloja al público que las legitima.
La proclamación de una ciudad de las artes no es otra cosa que la promoción de un enclave de instalaciones culturales que oficien de polo de atracción del interés del público... y del interés de los inversores inmobiliarios en sus regiones aledañas. Los fondos públicos se ponen al servicio de una operación de especulación urbana. En épocas de abundantes excedentes económicos, puede resultar seductor invertir de esta manera: hay que ver cómo se comporta la vida de la ciudad cuando a la prosperidad relativa le siguen las épocas de estrecheces.
  
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Plumas ajenas: Lewis Mumford

La vida florece con esta dilatación de los sentidos. Sin ella, los latidos del corazón son más lentos, el tono de los músculos es más bajo, la postura carece de aplomo, faltan las distinciones más delicadas de la vista y el tacto, y quizá la misma voluntad de vivir queda derrotada. Hacer pasar hambre a la vista, al oído, a la piel y al olfato es un modo tan eficaz de cortejar la muerte como negar alimentos al estómago. Aunque la dieta era a menudo magra en la Edad Media, aunque muchas comodidades del cuerpo faltaban hasta para quienes no se imponían abstenciones como penitencia, ni el más mísero ni el más ascético podían cerrar del todo los ojos a la belleza. La propia ciudad era una obra de arte siempre presente.

Lewis Mumford

Contenidos resaltados: Antropología del habitar (V)

 

El habitar es un conjunto de prácticas y representaciones que permiten al sujeto colocarse dentro de un orden espacio-temporal, al mismo tiempo reconociéndolo y estableciéndolo. Se trata de reconocer un orden, situarse adentro de él, y establecer un orden propio. Es el proceso mediante el cual el sujeto se sitúa en el centro de unas coordenadas espacio-temporales, mediante su percepción y su relación con el entorno que lo rodea. Habitar alude por tanto a las actividades propiamente humanas (prácticas y representaciones) que hacen posible la presencia —más o menos estable, efímera o móvil— de un sujeto en un determinado lugar y de allí su relación con otros sujetos

Giglia, 2012: 13

Cuando uno cuenta con la fortuna de dar con una buena definición obtiene grandes cosas. Lo primero es delimitar un territorio semántico propio, allí donde uno dejará al pensamiento habitar a sus anchas. También supone construir un ámbito con sus rituales de admisión y membresía: quien adopta una definición de forma decidida dilata una esfera de nuevas perplejidades. Pero, con mucho, contar con una buena definición como la que nos ocupa es disponer de un recurso heurístico, una oportunidad para la reflexión, una disponibilidad de miradas largas sobre ciertos horizontes recién inaugurados.

Porque si habitar es un conjunto, entonces cabe especular con su acaso intuido carácter estructurado, así como la complejidad de su naturaleza. Tal conjunto, cabe sospechar, distaría de constituir un agregado heteróclito de prácticas y representaciones. Podría incluso en pensarse en una arquitectura particular, esto es, una estructura de fines, una forma que se deja observar en algún estatuto cognoscitivo de figura.

Como es natural, la definición nos compromete, desde ya a dar con prolijas descripciones y hermenéuticas de prácticas y representaciones sociales que, en unos modos que habrá que explicar a su tiempo, permiten al sujeto hacer presencia y población en un orden espaciotemporal. Habrá mucho que indagar acerca de la constitución efectiva de los lugares, como resultado de unas idas y vueltas entre el sujeto y su entorno físico y social.

Una buena definición es algo semejante a lo que era la belleza para Stendhal: una promesa de felicidad. Una buena definición es una nueva ventana por donde entra, por fin, aire fresco. Una buena definición es un patrimonio de capital cultural, al que sólo se le honra con el compromiso por aumentarlo con trabajo.

 

Ref: Giglia, Ángela (2012) El habitar y la cultura. Barcelona, Anthropos, 2012

Viejas cuestiones (XXXI): El lugar originario

Swinside

Por lo general, cuando se comienza a pensar en habitar, se considera como el lugar habitable por excelencia, la casa. ¿Qué otro ámbito puede sustituir a la casa como paradigma primero del habitar?

A la concreción de la casa le precede la consecución del abrigo, del amparo.
Puede decirse que, en términos estructurales, a todo amparo debe preceder, necesariamente, la idea de articulación, de un señalamiento de Uno y Otro Lados. Puede pensarse que hay un gesto arquitectónico primordial en cerrar un círculo sobre la tierra para obtener un enigmático Primer Producto. Supone un pequeño, modesto y decisivo paso atribuir distinto valor al recinto y a todo aquello que le rodea. Puede que se entierren a los muertos en una región y se habite en otra. Puede que desde el interior del círculo se observe el cielo y el mundo. Puede que se atribuya un carácter sagrado al interior del recinto. Lo verdaderamente importante es que haya Uno y Otro Lados.

Mucho antes que la consecución de un abrigo a salvo de las inclemencias de la naturaleza, hay en el puro amparo de la forma una potencia originaria de toda arquitectura, tal como aún hoy podemos concebirla.

Reescrituras (XXIX): Arquitectura corriente para los comunes

Pietro Marussig (1879- 1937) Figuras en el balcón (1921)

Aunque la mayoría de los estudiantes de arquitectura dirijan su atención a los objetos singulares de la arquitectura de autor, alguno que otro podría aprovechar las lecciones de la arquitectura corriente.

* * *

No es meramente un asunto de índole estadística.
Sucede que la calidad efectiva de una ciudad radica en el nivel propio de su arquitectura corriente, alojamiento de las más amplias mayorías sociales.

Por eso, la arquitectura corriente merece estudio y análisis detenidos y aleccionantes.

Colpoprácticas (III) Acomodación de la actitud del cuerpo

Albert Anker (1831- 1910) Anciano con taza de té (1895)

Una tercera modalidad de colpopráctica resulta del acomodo de la actitud del cuerpo allí donde se ha resuelto sentar plaza.
Se asocia una cierta relajación del gesto en consonancia con las posibilidades de empleo que brinden las cosas a la mano. Uno puede estar, tal como se dice comúnmente, a sus anchas, esto es, disponiendo del margen adecuado y digno de amplitud para la estancia del cuerpo en el lugar.

A la residencia le sigue, de un modo u otro, esta necesaria acomodación.

Contra la ciudad adjetivada (XV) Ciudad universitaria

Ciudad universitaria de México

En los documentos oficiales de HABITAT existen infinitos “conceptos” de: ciudad sustentable, ciudad segura, ciudad inteligente, ciudad resiliente, ciudad humana, ciudad democrática, ciudad amigable, ciudad competitiva, ciudad autónoma, ciudad innovadora, ciudad creativa, ciudad del conocimiento, ciudad de la palabra, ciudad dormitorio, ciudad universitaria, ciudad de las artes, ciudad emergente, ciudad equitativa, ciudad inclusiva, ciudad histórica, ciudad de oportunidades, ciudad sostenible, ciudad compacta, ciudad sustentable, ciudad patrimonial, ciudad de todos, ciudad dispersa, ciudad educadora, ciudad vieja, ciudad verde, ciudad a escala humana...
Fernando Carrión, 20161

El recurso, ya suficientemente denostado aquí, de la adjetivación tiene en este caso un resultado nefasto y patente.
En efecto, toda vez que una universidad es una institución especialmente importante desarrollada en el seno de una ciudad, el recurso de aislarla o diferenciarla socioespacialmente no es más que un pujo en torno a la monofuncionalización de la estructura urbana. Este “principio” de un lugar para cada cosa es mortal para la vida urbana. Nada más vivificante, por el contrario, que la proliferación aquí y allá de los centros universitarios sobre el tejido de una ciudad que los ampara, acoge y promueve.
Una verdadera ciudad es el concierto de los diferentes, los diversos, los complementarios. El confinamiento de los iguales, cada uno en su enclave, lleva la ciudad a su extenuación por la difusión inarticulada en el territorio.


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Plumas ajenas: Kenneth Frampton

Detrás de nuestra preocupación por la autonomía de la arquitectura se halla una angustia que se deriva en gran medida del hecho de que nada podría ser menos autónomo que la arquitectura, particularmente hoy día, cuando, a causa de la dominación de los media, hallamos cada vez más difícil llegar a lo que queremos. En tales circunstancias de escepticismo, los arquitectos a menudo se sienten forzados a realizar actos acrobáticos para asegurarse la atención. Al obrar así, tienden a seguir una sucesión de tropos estilísticos que no dejan sin consumir imagen alguna, de manera que el campo entero se ve inundado de una infinita proliferación de imágenes. Esta es una situación en la que las construcciones tienden a ser diseñadas cada vez más en atención a su efecto fotogénico que en atención a su potencial de experiencias. Los estímulos plásticos abundan en un frenesí de iteración que le hace eco a la explosión de información. Vamos a la deriva hacia ese estado entrópico que Lewis Mumford describió una vez como una nueva forma de barbarie. Entretanto, la ideología de la modernidad y el progreso se desintegra ante nuestros ojos y el inminente desastre ecológico de la reciente producción industrial es ostensible en todas partes. Sin embargo, no existe ningún imperativo lógico de que estas condiciones exijan una expresión artísticamente fragmentada, sobreestetizada, en el campo de la arquitectura. Al contrario, se puede argüir que semejante nivel de disyunción requiere, y hasta exige, una arquitectura de tranquilidad, una arquitectura que esté más allá de las agitaciones del presente momento, una arquitectura que nos devuelva, a través de la experiencia del sujeto, a aquel breve momento ilusorio tocado por Baudelaire, a aquel instante evocado por las palabras luxe, calme, et volupté.

Kenneth Frampton

Contenidos resaltados: Antropología del habitar (IV)

 

Reflexionando en torno a la insuficiencia de la idea de habitar como sinónimo de estar amparado, especialmente a partir de estudiar cómo habitan los pobladores que se asientan en los márgenes de la urbanización y producen su casa y entorno a partir de condiciones sumamente difíciles y precarias, he encontrado en diversos autores una definición de habitar que tiene que ver con el hecho antropológico de hacerse presente en un lugar, de saberse allí y no en otro lado. Es ésta una definición de habitar que se basa en la noción de presencia en un lugar.

Giglia, 2012: 10

La presencia constituye la clave del habitar. Allí donde hagamos presencia, allí tendremos lugar, siquiera de modo momentáneo, fugaz, episódico. Hacer presencia es la condición necesaria del habitar, porque señala, como hecho efectivamente vivido en primera persona, un aquí concreto, un ahora de la conciencia que sirve de hito tanto para el tiempo como para el espacio. Hacer presencia es significar ese aquí, en el sentido de hincar una referencia en el mundo.

Pero para habitar en toda la extensión del término, es necesario sí, hacer presencia, pero además es imperioso hacer población, esto es, colmatar el lugar con la presencia, habituar esta figura, domesticar el lugar mediante una intensificación productiva y simbólica de la operación de tener lugar. Allí, en el lugar en que hacemos tanto presencia como población, imperamos en nuestro territorio, ocupamos con plena legitimidad nuestro ámbito, conseguimos existir en nuestro propio campo espaciotemporal.

 

Ref: Giglia, Ángela (2012) El habitar y la cultura. Barcelona, Anthropos, 2012

Viejas cuestiones (XXX): Obra y contexto

Jaroslav Róna (1957- ) Monumento a Franz Kafka en Praga (2003)

La arquitectura no es una-y-su-circunstancia sino una con su circunstancia
¿Es que la atención al contexto sólo es una forma de ideología, el contextualismo?


Puede sospecharse que, sin el fundamento de una Teoría del Habitar, todo ejercicio arquitectónico sólo puede asumir un contextualismo como una pura ideología. Por el contrario, una vez adoptada una perspectiva tal como la que aquí se preconiza, se vuelve del todo imposible soslayar el papel del contexto en la conformación plena de toda obra.

Reescrituras (XXVIII): Honduras

Vilhelm Hammershøi (1864–1916) Las cuatro cámaras (1914)

¿Llegaremos a lo más profundo de un interior si no es mediante posesión legítima y morosa?

* * *

Adentrarse en las honduras de un interior tiene una equívoca diafanidad.
En realidad, cabe preguntarse cuántos umbrales atravesamos sucesivamente para llegar a estar en el interior de una habitación.

¿Cómo podríamos estar seguros de haber llegado a lo más hondo de un ámbito?

Al que acaso leyera estas líneas

 

Pieter Jacobsz Codde (1599 – 1678) Estudiante en su estudio (Melancolía), 1630

 

Todos los días, desde el 4 de julio de 2014, lanzo botellas al mar que ahora se llama Internet. Allí me contento apenas con escribir cada cosa que pienso y que busco compartir con toda aquella o aquel que le parezca de algún interés. Blogger me permite comprobar que este sitio tiene, por cierto, visitantes. Visitantes circunspectos, porque pocas veces dejan alguna opinión, un reparo, un indicio de relativo interés. Los visitantes de este sitio atruenan con su silencio. Una vez pregunté si en verdad había alguien del otro lado y una muchacha me ha contestado, con ejemplar concisión: Hay… ¿Pudieran acaso los visitantes dejar al menos nota de su paso, marcas críticas, pensares alternativos? Ayudadme a pensar, visitantes taciturnos. Porque no son pocas las tardes de melancolía, de este lado de la pantalla.


Caminos de vuelta

Aquí un lugar para recibir críticas, palabras de aliento, mensajes, contactos, sugerencias, observaciones, alternativas, sospechas, conjeturas, opiniones, pareceres, adhesiones, comentarios, instancias fáticas, acuses de recibo, disidencias y consejos.

Colpoprácticas (II) Asentarse

Domenico Induno (1815- 1878) El cazador (1850)

El pleno adentramiento en un ámbito supone sentar plaza, asentarse dominando el lugar ocupado por el cuerpo y proyectando este dominio relativo sobre el conjunto del recinto.
Emplazarse implica imponer una presencia y convertir una región particular de la naturaleza en pleno lugar. Para ello, el cuerpo hace coincidir el aquí corporal con un aquí proyectado por el poblamiento del lugar. A los tanteos de la marcha prospectiva le sigue un asentarse, un aquietamiento relativo de las coordenadas espaciotemporales en torno a la residencia relativa en la locación.

Asentarse supone entonces una segunda modalidad colpopráctica que aventura el cuerpo en las honduras hospitalarias del interior.

Contra la ciudad adjetivada (XIV) Ciudad dormitorio

Ciudad dormitorio cercana a Los Ángeles

En los documentos oficiales de HABITAT existen infinitos “conceptos” de: ciudad sustentable, ciudad segura, ciudad inteligente, ciudad resiliente, ciudad humana, ciudad democrática, ciudad amigable, ciudad competitiva, ciudad autónoma, ciudad innovadora, ciudad creativa, ciudad del conocimiento, ciudad de la palabra, ciudad dormitorio, ciudad universitaria, ciudad de las artes, ciudad emergente, ciudad equitativa, ciudad inclusiva, ciudad histórica, ciudad de oportunidades, ciudad sostenible, ciudad compacta, ciudad sustentable, ciudad patrimonial, ciudad de todos, ciudad dispersa, ciudad educadora, ciudad vieja, ciudad verde, ciudad a escala humana...
Fernando Carrión, 20161

Un “suburb” no es lo mismo que un “suburbio” en español. Se refiere a barrios situados en la periferia de las ciudades que sirven de carácter estrictamente residencial. Tampoco es un “barrio periférico” ni un “pueblo cerca de la ciudad”, porque estos últimos suelen tener su propio eje comercial con tiendas, bares, restaurantes y espacios públicos donde los vecinos trabajan, hacen las compras, socializan y salen a divertirse. Un “suburb”, sin embargo, solo consta de casas residenciales con un mínimo de comercios o espacios públicos. La mayoría de los residentes trabajan, socializan y se divierten en otras partes de la ciudad y solo vuelven ahí para dormir, o al menos eso era la idea original. En castellano, quizás la palabra más adecuada es “ciudad dormitorio”.

Ya conocemos esa presunta “ciudad dormitorio”: extensas periferias exclusivamente residenciales sólo conectadas con el trabajo, el comercio, el esparcimiento y el estudio a través del transporte automotor.
No se trata de ciudad, sino de agregados residenciales. Provienen de un distanciamiento de la residencia con respecto al resto de las funciones urbanas. Los suburbs o ciudades dormitorio no son otra cosa que la primera manifestación patente de la difusión territorial y funcional de la ciudad moderna.
Por este fenómeno ha comenzado un proceso histórico de urbanismo sin ciudad o urbanización anti-ciudad que terminará por herir de muerte a la ciudad histórica.

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La consecución del fin por la forma

Alvar Aalto (1898-  1976) Ayuntamiento de Säynätsalo (1952)
  
Se discute a veces sobre el estatuto de eventual autonomía del diseño arquitectónico.
Para algunos, la disciplina puede concebirse, desarrollarse y rematarse según un orden propio de reglas, únicas oportunas, necesarias y pertinentes.
Pero para una arquitectura que profese un humanismo práctico, la autonomía no es propia de la disciplina, sino de la vida humana misma: el diseño, así, es apenas un medio apropiado para dejar a la vida ser en situación.

Se trata, en el fondo, que dejar que sea el fin mismo el que encuentre su propia forma.

Contenidos resaltados: Antropología del habitar (III)

 

Se considera comúnmente que el lugar por antonomasia del habitar es la casa, en cuanto espacio asociado con nuestra identidad como sujetos individuales y culturales. La idea de casa está relacionada con la noción de abrigo, de techo, de protección, pero también con la idea de centro y de punto de referencia, ordenador del mundo del sujeto.

Giglia, 2012: 9

Si el lugar por antonomasia es la casa es, precisamente, porque la noción de casa es, antes que un abrigo, un lugar. Es que podemos carecer de abrigo, pero siempre estamos al amparo de un lugar, por precaria que sea nuestra situación. Estar fuera de lugar es errar desubicado, desamparado de una condición tan elemental de nuestra existencia que corre siempre por debajo de la situación de confort, por los fundamentos mismos de la vida. En cambio, podemos sentirnos como en casa en todo lugar que se nos abra hospitalario, por más que no sea otra cosa que una humilde habitación de hotel o aún de un hospital. Pero también puede ser tan hospitalario un banco en un parque, o aún, un cierto peldaño en una cierta escalera. Es el cuerpo el que decide tener lugar.

Pero es más cierto aún que la casa, como lugar por excelencia que es, constituye un centro, un foco, un origen de coordenadas topográficas. Un punto cero del habitar. Pero aun los que habitan en una circunstancia desposeída de techo, para los caminantes rurales y los vagabundos urbanos, el lugar del punto cero lo llevan siempre consigo. Porque quizá una de las más extremas formas de la miseria sea que no contemos por punto cero del habitar más que con nuestro propio frágil cuerpo, allí donde nos encuentre el capricho del tiempo. La casa es la envoltura cultural consolidada de ese aquí que portamos en nuestra endeble constitución existencial.

 

Ref: Giglia, Ángela (2012) El habitar y la cultura. Barcelona, Anthropos, 2012

Viejas cuestiones (XXIX): El concepto de vivienda de interés social


El concepto de vivienda de interés social es, en la actualidad, bastante cuestionable.
¿Cuál será el concepto sustituto en la teoría y práctica política del habitar?

Hace ya tiempo que alguien especialmente lúcido propuso transformar la locución vivienda de interés social en interés social por la vivienda.
Es más que un juego con las palabras, por cierto. Se pasa de un concepto encubierto de “viviendas pobres para pobres” a una ocupación política y social por el problema de habitar.

En Teoría del Habitar se intenta superar el pseudo concepto de vivienda de interés social por la concepción política del derecho a habitar.

Reescrituras (XXVII): El lugar del poeta

Escritorio del poeta Pablo Neruda en su casa de Valparaíso, llamada La Sebastiana

ya no pensemos más: ésta es la casa:
ya todo lo que falta será azul,
lo que ya necesita es florecer.
Y eso es trabajo de la primavera.
Pablo Neruda, 1959

* * *
Es preciso visitar con calma La Sebastiana, la residencia de Pablo Neruda en Valparaíso para conseguir asomarse a una casa habitada con la pasión de un verdadero poeta de la vida.
Como estructura material, esta arquitectura no aparecerá nunca en esas satinadas revistas de arquitectura que instruyen sobre la magia del diseño y la construcción. Alimenta en cambio el alma de los letraheridos (lletraferits) por la magia de su poesía honda.

Pero también es una lección viviente e inolvidable en Teoría del Habitar.

Colpoprácticas (I) La marcha prospectiva

François Marius Granet (1775 – 1849) El alquimista (s/f)

¿Qué es lo que sucede cuando nos adentramos en un interior?
Cuando el cuerpo tiene la vivencia de la profundidad de los interiores —esto es, cuando los habitantes viven la experiencia de la dimensión histerotópica de un lugar— el sentido de la marcha cambia de carácter: de un andar perspectivo se pasa a un ir prospectivo, exploratorio. Es esta una primera modalidad de colpopráctica, una acción regulada por una representación sensible que abre un interior al cuerpo que lo habita.

Comenzamos a adentrarnos con la medición de las honduras mediante el desarrollo de nuestros pasos, que llegan precisamente a los puntos en que el interior se brinda a la irrupción.

Contra la ciudad adjetivada (XIII) Ciudad de la palabra


En los documentos oficiales de HABITAT existen infinitos “conceptos” de: ciudad sustentable, ciudad segura, ciudad inteligente, ciudad resiliente, ciudad humana, ciudad democrática, ciudad amigable, ciudad competitiva, ciudad autónoma, ciudad innovadora, ciudad creativa, ciudad del conocimiento, ciudad de la palabra, ciudad dormitorio, ciudad universitaria, ciudad de las artes, ciudad emergente, ciudad equitativa, ciudad inclusiva, ciudad histórica, ciudad de oportunidades, ciudad sostenible, ciudad compacta, ciudad sustentable, ciudad patrimonial, ciudad de todos, ciudad dispersa, ciudad educadora, ciudad vieja, ciudad verde, ciudad a escala humana...
Fernando Carrión, 20161

En este caso el recurso de la adjetivación es artero y seductor: impone relieve a una función urbana que debe destacarse.
El lugar originario de la ciudad es ese espacio comunitario en donde proliferan y se estimulan los intercambios comunicativos. Discursos, discusiones y cuchicheos son el pulso vital de toda ciudad. Pero precisamente por este hecho, la mención diferencial a una ciudad en donde deba reivindicarse tal función es un síntoma preocupante. ¿Son posibles las ciudades en donde no se disemina, protagónica, la palabra?
Todo hace sospechar que toda ciudad será tal, siempre y cuando  estimule y aproveche el furor apasionado del intercambio de las palabras. Sin poesía no hay ciudad.


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Plumas ajenas: Italo Calvino

—¿Viajas para revivir tu pasado? —era en ese momento la pregunta del Kan, que podía también formularse así: ¿Viajas para encontrar tu futuro?
Y la respuesta de Marco:
 —El allá es un espejo en negativo. El viajero reconoce lo poco que es suyo al descubrir lo mucho que no ha tenido y no tendrá.


Italo Calvino Las ciudades invisibles

Contenidos resaltados: Antropología del habitar (II)

 

La relación con el espacio a nuestro alrededor es un proceso continuo de interpretación, modificación, transformación, simbolización del entorno que nos rodea, con lo cual lo humanizamos, transformándolo en un lugar moldeado por la intervención de la cultura. Habitar tiene que ver con la manera como la cultura se manifiesta en el espacio, haciéndose presente mediante la intervención humana.

Giglia, 2012: 9

Habitar es la operación humana de hacer del tiempo y el espacio un lugar. A estos efectos se debe contar, en principio, con una interpretación sensible: tiempo y espacio se constituyen como las estructuras efectivamente comprendidas con las que construir la historia y la geografía de unos lugares que resultan perturbados por la proyección de una estructura estructurante, esto es, una modificación, una versión operativa y operada de lo vivido. Porque a la apercepción y a la proyección le siguen de cerca una ineludible trasformación constructiva y una producción simbólica del lugar.

Así, el habitar resulta el cultivo del lugar por obra de la presencia y población. Tal cultivo tiene tanto al tiempo como el espacio como dimensiones operativas y una resultante de humana producción. Por ello, el habitar es, a la vez, un obrar, un producir y un cuidar.

 

Ref: Giglia, Ángela (2012) El habitar y la cultura. Barcelona, Anthropos, 2012

Viejas cuestiones (XXVIII): Los sueños del habitar

Zenas Winsor McCay (1871- 1934) Little Nemo in Slumberland.(1926)

Llega un día en el que adviertes que todo es un sueño, que sólo las cosas conservadas por escrito tienen alguna posibilidad de ser reales.
James Salter, 2013

¿Es que el proyecto arquitectónico no sería otra cosa que una escritura reificadora de los sueños de habitar?


Podría serlo, en el mejor de los casos, si se respetara el derecho humano esencial de tener sueños. El problema que de no todos se respetan los sueños. Hay soñadores con fortuna para reificarlos, y hay soñadores frustrados. Hay quienes infligen a los otros sus propias pesadillas. Hay soñadores de sueños ajenos. De momento.

Reescrituras (XXVI): La vida, una arquitectura profunda

Josef Anton Trčka (1893- 1940) Hilde Holger (1926)

Las dimensiones y proporciones de los elementos arquitectónicos no sólo se deben a la aplicación de los cánones de la tratadística, sino que también deben responder al empuje de la vida que albergan.

* * *

Una arquitectura viva de verdad debería responder dócilmente a los empujes provenientes de los cuerpos que allí se albergan. Antes que vagos organicismos, se tendría una exoestructura de la vida. Antes que las constricciones interesadas de la economía del existenzminimum, se obtendría la magnitud conforme al gesto. Antes que una arquitectura impuesta a la vida, se tendría a una servidora atenta de ella.

Y no habría más instrumentaciones ancilares de la arquitectura, sino implementaciones honda y entrañablemente humanas. Como debe ser.

Valor de las ventanas

Otto Scholderer (1834 – 1902) El violinista en la ventana (1861)

A veces se olvida que una ventana es el primer paso para poder llegar tomar conciencia de nuestro lugar en el mundo. Para mirar y también poder reconocernos mirando. Aunque la ventana no pueda abrirse y no permita que entre aire fresco. El poder ver las cosas es el primer paso para alcanzarlas. Para soñarlas.  
Antonio de Molina, 2017

Toda reflexión sobre los elementos arquitectónicos puede recomenzar si se parte de la premisa en que cada uno de ellos es habitado por las personas.
Lo que hacen las personas habitando las ventanas es sustancial para arrojar una nueva luz sobre una perspectiva embotada por la cosificación. Puede que, como simple cosa, una ventana no sea otra cosa que una estructura de madera y vidrios que se sitúa en los muros, pero si se considera cómo se la habita, la cuestión cambia radicalmente de cariz.

Para la vida de las personas, una ventana es un umbral que obra como pantalla de proyección mutua entre el paisaje circundante y quien lo aprecia, cobijado tras su amparo. Por esto, al vedar el paso regular y permitir la participación sensible de las distancias, una ventana constituye el lugar más indicado al ensueño del habitar. Por esto, una ventana es, para cada habitante, una oportunidad para situarse ante el mundo de un modo especialmente señalado. Por esto, una ventana es un componente esencial del derecho humano a habitar la persona su lugar en el mundo.

Brillante artículo que recomiendo

 Véase:

http://manueldelgadoruiz.blogspot.com/2020/12/un-espacio-para-la-sociabilidad.html


Artículo recomendado

 Véase:

https://ladiaria.com.uy/opinion/articulo/2020/12/inauguracion-de-plaza-italia-un-caso-para-pensar-la-gentrificacion-en-montevideo/


Contra la ciudad adjetivada (XII) Ciudad del conocimiento


En los documentos oficiales de HABITAT existen infinitos “conceptos” de: ciudad sustentable, ciudad segura, ciudad inteligente, ciudad resiliente, ciudad humana, ciudad democrática, ciudad amigable, ciudad competitiva, ciudad autónoma, ciudad innovadora, ciudad creativa, ciudad del conocimiento, ciudad de la palabra, ciudad dormitorio, ciudad universitaria, ciudad de las artes, ciudad emergente, ciudad equitativa, ciudad inclusiva, ciudad histórica, ciudad de oportunidades, ciudad sostenible, ciudad compacta, ciudad sustentable, ciudad patrimonial, ciudad de todos, ciudad dispersa, ciudad educadora, ciudad vieja, ciudad verde, ciudad a escala humana...
Fernando Carrión, 20161

Pachuca Ciudad del Conocimiento y la Cultura es un proyecto de largo plazo, que tiene como principal objetivo, capitalizar la basta [absolutamente sic] estructura académica, científica y tecnológica que nuestro estado ha desarrollado en los últimos años.

El recurso de la adjetivación apenas disimula su operación subrepticia: estimular una actividad propia de la ciudad con el objetivo que su desarrollo resulte en alguna virtud de futuro. Pero poco puede esperarse si no se comienza por conocer la diferencia entre la vastedad (amplitud) de la bastedad (cualidad de tosco o torpe).
Dicho sea de paso: el sentido del término ciudad es más vasto que las operaciones con el conocimiento que allí se desarrollan. Reducir el concepto de ciudad a una estructura universitaria, es una operación mental basta.

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Por una estética de las inmersiones

Anders Zorn (1860- 1920) Ernest Cassel (1886)

La estética, en su constitución ya tradicional, se ha construido sobre el paradigma de la contemplación distanciada: la cuestión empieza por separar convenientemente al sujeto esteta de su objeto estético.
La arquitectura se merece otro paradigma. Una alternativa es considerar al sujeto inmerso en la obra: esta habitación es el objeto estético por excelencia. Ya no se trata de contemplar, sino de inspirar y respirar, haciendo del hundimiento del sujeto en el objeto habitado el verdadero quid de la aisthesis fundamental. Recíprocamente, la arquitectura pasaría entonces a ser entendida como poética de honduras, adentramientos y participaciones.

La arquitectura del futuro debería forjarse una estética propia de las inmersiones para mejor ser comprendida y vivida.

Contenidos resaltados: Antropología del habitar (I)

 …Al considerar al habitar como sinónimo de relación con el mundo, le atribuimos un significado antropológico primordial, en cuanto fenómeno cultural, que es al mismo tiempo elemental y universal.

Giglia, 2012: 9

El habitar no es una forma de conducta cualquiera: es el ethos de hacer presencia y población en el mundo que constituimos. Por ello, el habitar tiene una naturaleza relacional; está construida por nuestra condición de seres situados, de seres que tienen lugar siempre en unas circunstancias precisas, necesarias e inescindibles de nuestra contextura humana. La caracterización del habitar como fenómeno cultural es peculiarmente importante por implicar que no se trata aquí de una conducta humana innata o “silvestre”, sino que supone un aprendizaje, unos modos de transmisión intergeneracional no genéticos y un estatuto de producciones de sentido.

Hay que prestar peculiar atención a esta primordialidad antropológica fundada en el carácter elemental, básico, fundamental. Lo primero, por sencillo, por ineludible, por constitucional, es habitar. Y si esto es cierto, no lo es menos que es universal, porque a todos y en todo momento nos es impuesta la condición de habitantes, aun cuando no nos desempeñemos de los mismos modos. Mediante dos líneas de reflexión antropológica podemos confirmar, ahora, que estamos más o menos donde debíamos estar, en cuanto a reflexionar estas cuestiones.

 

Ref: Giglia, Ángela (2012) El habitar y la cultura. Barcelona, Anthropos, 2012

Viejas cuestiones (XXVII): La constitución ética del habitar

Max Liebermann (1847- 1935) El taller del zapatero (1881)

¿Cómo se entiende la dimensión ética del habitar?


Como conducta específicamente humana, el habitar constituye un ethos, la materia constituyente de una ética específica. Esta conducta anima unas prácticas, las que asocian indisolublemente una deliberación y una acción: la tensión entre estos componentes es también de naturaleza ética. El conjunto estructurado de tales prácticas compone una situación, la que, está demás decirlo, también tiene un componente ético fundamental.