Calidades del ámbito íntimo

Louise Mercier (1879- 1907) Joven marroquí (1883)

La arquitectura profunda del ámbito intimo reserva al habitante sentidas experiencias táctiles.
Es que este ámbito está demasiado cerca del cuerpo como para apreciarlo adecuadamente con la visión. El ámbito íntimo se deja palpar con regocijo. Por ello, en la región más recóndita de la casa, la piel se complace en suavidades, tersuras, calidades de agrado mediante el contacto. Por ello, en tales lugares se enseñorean las mujeres, sabias en matices de delicadeza. Por ello, quizá sea bueno que el mundo comience a partir de un ámbito íntimo cabalmente vivido.

A nadie se le debería privar de las calidades decorosas de un ámbito íntimo a partir del cual habitar el mundo.

Hacia la arquitectura profunda de los lugares

Fez, Marruecos, 2016

Todo lugar habitado, más allá de sus determinaciones particulares de forma y contenido vivido, tiene como propiedad trascendente una arquitectura profunda.
Se trata de la propiedad de conformar una estructura habitable efectivamente desarrollada en el espacio y en el tiempo. La aprehensión intelectual y emocional de tal estructura podría constituir un positivo saber arquitectónico, imprescindible para un ejercicio profesional al servicio de la vida humana.
Una de las misiones que una Teoría del Habitar puede, con legitimidad, autoimponerse, es el desvelado de la arquitectura profunda de los lugares.
Por el momento, van emergiendo, como evasivas ráfagas de intuición, ciertas revelaciones todavía parciales de tal arquitectura.

Se trata de saber ver más allá de las apariencias superficiales, de la epifanía del accidente, para aspirar a la percepción de ciertas invariantes, de ciertas regularidades, de ciertas constantes que quizá constituyan el fondo de la condición humana.

Artículo recomendado

Véase:
https://elpais.com/elpais/2019/03/20/seres_urbanos/1553072516_009402.html

El servicio a la especulación inmobiliaria

Puede ser un lugar cualquiera del mundo1

Habitamos un mundo al revés por la sencilla razón de que es un mundo que recompensa la especulación y castiga el trabajo. Entonces es un mundo al revés porque recompensa al revés, recompensa lo que debería castigar y castiga lo que debería recompensar.
Eduardo Galeano

La especulación inmobiliaria está destruyendo nuestras ciudades asistida profesionalmente por una arquitectura funcional a sus designios.
Todos y cada uno de las prescripciones de la arquitectura moderna se aplican minuciosamente para ocupar el territorio con agregados residenciales que empobrecen la riqueza y complejidad de los barrios y vecindarios. Vastos predios son sembrados de viviendas como si se tratara de almácigos. La trama viaria es un empobrecido sustituto de las calles tradicionales. Cada tanto, una gran superficie comercial ofrece sus inmensos hangares al consumo cautivo. El resultado es una colección de fragmentos de remedos de ciudad, en donde hay un-lugar-para-cada-cosa, rarificando la viviente complejidad y riqueza de las ciudades.
El productivismo arquitectónico transforma las casas, las calles, los barrios, los lugares vivideros en metros cúbicos construidos colocados en el mercado general de las mercancías.
De seguir este pseudo desarrollo urbano nos vamos a enfermar de tristeza.

1La imagen ha sido publicada en

http://www.metroscubicos.com/articulo/consejos/2013/01/09/fernanda-canales-entra-a-casas-de-interes-social

Sobre lo visto e interpretado

Édouard Boubat (1923 - 1999) s/d

La visión es el tacto del espíritu.
Fernando Pessoa

Podemos creer que todos los espectadores vemos más o menos lo mismo.
En la presente fotografía de Édouard Boubat, podríamos consensuar que se aprecia un conjunto complejo de reflejos en una vidriera superpuestos sobre la efigie de una joven que parece aguardar tras ella. Eso en principio.
A muchos, pero no necesariamente a todos, puede resultarnos interesante esta fotografía. En mi caso, porque muestra un aspecto de la vida urbana  en donde dominan las visiones complejas, errantes, superpuestas, a veces fragmentadas. Esta “lectura” puede ser compartida por algunos y complementada por otras, que aportarían, es seguro, la riqueza de la proliferación de puntos de vista interpretativos diversos. Por lo general, se espera que lo que podamos interpretar del mundo coincida en unos ciertos trazos generales y difiera fructuosamente en matices propios de cada intérprete.
Hay quien cree, con buena fe, que puede erigirse una ciencia del conocimiento sensible, con la que tendríamos un modo riguroso de dar, de una vez por todas, con lo que vemos, estrictamente interpretado. A esto se le ha propuesto designar como Estética.
Me gustaría poder creer en ello.

Pero me parece que, de momento al menos, la sensación es una tentativa de comprender al mundo es algo que sólo podemos aprovechar como intento, como conato, como experimentación de una peculiar y siempre circunstanciada conjetura del mundo que nunca será conocimiento, pero sí otra cosa: toques exploratorios del espíritu, tal como quiere el poeta.

Ventanas que son lugares

Ventana en el Palacio Bahía, Marrakech

No se trata de hacer ventanas sino de perforar muros.
Clorindo Testa

Pese a la afirmación del maestro, no todas las ventanas se reducen a constituir meros agujeros en un muro.
Algunas ventanas suponen verdaderos lugares habitables. Lugares umbrales atravesados no sólo por el aire y la luz, sino también por vivencias hondas de quienes saben habitarlas. Lugares de sutiles transiciones entre estados y estancias, entre condiciones microsociales diversas, entre ambientes diversamente acondicionados. Lugares propicios para situarse meditabundos, soñadores y sosegados.

Se trata de hacer de las ventanas lugares, más que contentarse con perforar muros, me parece.

Depredadores del paisaje

En el presente artículo no hay ilustraciones, dado que el espectáculo es tan triste que podría afectar la sensibilidad del navegante

Para constituir un verdadero depredador del paisaje, uno tiene que adoptar, en principio un punto de vista elevado, el punto de las aves rapaces.
Vistas así las cosas, la campiña es un conjunto vasto de presas que cazar. Es necesario poder de vuelo y vista intensa.
Por eso los promotores inmobiliarios prefieren habérselas más con los mapas que con los territorios. Por eso estos filántropos prefieren ignorar todos los detalles tenidos por irrelevantes para concentrarse en lo que podría ser un negocio, soslayando cualquier otro aspecto. De esta forma, dejan de haber colinas y valles, llanuras y costas, flora y fauna. Ahora hay predios, extensiones, elucubraciones acerca del valor agregado, que, sin excepción, es el valor del dinero conseguido por el emprendimiento.
Démosle alguna razón a los ricos & famosos para agruparse, para asolar la tierra con sus campos de golf, para someter al agua en sus piscinas, para interponer ingentes muros de aire con el resto de la humanidad deprivada, para encender el fuego de la pasión por solventar precios de exclusión. Toda Very Important Person se rodea con un hálito, una esfera, una fortaleza que lo separa, indefectiblemente, de los Comunes.

He contemplado consternado cómo ha quedado un hermoso valle cercano a Marbella: asolado por las residencias, depredado por la codicia mezquina y definitivamente arruinado por los delincuentes depredadores del paisaje. Algún día, cosas así constituirán delitos previstos en la legislación penal.

La vida cansada de un urbanita habituado

Diego Masi. Intervención plástica en la escultura del Entrevero, Montevideo, 1998

Levantar por cien veces, topográficamente, la ciudad desde sus pasajes y sus puertas, cementerios, burdeles, estaciones..., tal como antes se hizo desde sus iglesias y mercados. Las ocultas [...] figuras de la ciudad hechas de asesinatos, rebeliones, sangrientos nudos en la red de calles, y los nidos de amor, y los incendios...
Walter Benjamin

Un urbanita habituado se desplaza eficazmente por una ciudad que prolifera en aspectos invisibilizados por la frecuentación.
Los mapas mentales del ciudadano nativo proliferan en detalles minúsculos, que desdibujan la percepción clara y patente de la estructura fundamental. Así, ciertos rasgos ciudadanos dejan de percibirse con plena conciencia y el deambular se vuelve distraído de la excitante tensión que emociona al visitante que inaugura unas nuevas vivencias.
No hace mucho, un artista plástico recubrió ciertos monumentos con círculos reflectantes, con el fin de llamar la atención sobre el fenómeno de esta invisibilización. Muchos levantaron voces indignadas por la eventual profanación de tales monumentos, sin reparar que todos somos algo culpables de una sobrehabituación que vuelve imperceptibles significativos elementos de nuestra ciudad.

Los urbanitas habituados obramos con mapas fragmentados, completados aquí y allá por diversos ecos de historias de vida

La vida estimulada de un urbanita visitante

Plaza Syntagma en Atenas, 2015

Los urbanitas visitantes se maravillan con facilidad con ciertos encantos especialmente destinados para ellos por la ciudad.
Los viajeros suelen prestar atención al punto en que en esta ciudad se abre una plaza. Es en ese corazón urbano en donde deciden dejar el suyo en custodia y con ello la ciudad se abre, complacida, para su exploración y conquista. Sucede, por ejemplo, con la plaza Syntagma en Atenas, o con Rossio, en Lisboa. A partir de estos puntos, todo empieza a inaugurarse: sendas y cruces, hitos y nodos, bordes y regiones.

Los urbanitas visitantes habitan con intensidad su experiencia comenzando a trazar los mapas en los corazones que han dejado en aquellas plazas originarias.

Emoción del grado cero de la arquitectura

Carl Gustav Carus (1789–1869) Circulo de piedras en Rügen (1820)

En el círculo se confunden el principio y el fin.
Heráclito de Éfeso

Contornear un aquí: operación arquitectónica fundamental.
En principio fue el signo: articular aquí con allá, luego propio con ajeno, también ahora con el tiempo. Todo lo demás se da por añadidura: la sofisticación constructiva, funcional y estética comienzan allí y no tendrán consumación más que contingente y revisable.

Pero en principio y en el fin, siempre hay un círculo marcado en el territorio de los hombres.

Más sobre el locus amœnus

Tiziano Vecellio (1490-1576) Concierto pastoral (1510)

Corrientes aguas, puras, cristalinas,
árboles que os estáis mirando en ellas,
verde prado, de fresca sombra lleno,
aves que aquí sembráis vuestras querellas,
hiedra que por los árboles caminas,
torciendo el paso por su verde seno:
yo me vi tan ajeno
del grave mal que siento,
que de puro contento
con vuestra soledad me recreaba,
donde con dulce sueño reposaba,
o con el pensamiento discurría
por donde no hallaba
sino memorias llenas de alegría.
Garcilaso de la Vega

Guardamos una memoria nostálgica de un Cierto Lugar tan seguro como propio, tan confortable como libre, tan distante como ¿evocado? o ¿imaginado? o ¿deseado?
Se deja llamar Edén, Paraíso, Elíseo. Están tales lugares tan distantes como lejos está la dicha. También nos separa el tiempo: no sabemos a ciencia cierta si lo recordamos con vaguedad, lo imaginamos fantasmalmente o simplemente lo conjeturamos en un lejano futuro. En todo caso, nuestro estatuto es el de exiliados del lugar de los bienaventurados.

Toda  empresa arquitectónica, urbanística o paisajística es, en el fondo, una tentativa de acercamiento o recreación de un locus amœnus perdido. Pero lo que hay que advertir es que, quizá, este lugar esté libre precisamente de toda configuración arquitectónica y, menos aún, urbanística. Quizá constituya un puro paisaje de una cierta naturaleza y condición especialmente prístina.

Libertad y amplitud

Simon Glücklich (1863–1943 Pareja conversando (s/f)

La libertad no hace felices a los hombres, los hace sencillamente hombres.
Manuel Azaña

En cierto sentido, la libertad es un desahogo en el sentido de la amplitud.
Parecería que lo que se impone es el ensanchamiento de la envergadura, el abrir de los brazos, la ausencia de constreñimiento principalmente en el sentido del ancho. Nuestros brazos son los del compás con que medimos la extensión crítica del lugar.
Parecería que el poder se despliega entre izquierda y derecha: un latifundio se deja medir entre sus lados, más que en su profundidad. El que mucho abarca, poco aprieta, afirma el dicho y se le puede suponer algo de razón. Es que podemos aferrarnos con desesperación a lo poco que poseemos, pero la posesión amplia nos distiende, ya magnánimos. Allí donde podemos extender los brazos es en donde podemos extender a sus anchas nuestra presencia

Quizá por eso deseamos, en el fondo, un mundo ancho y propio

Noticia ominosa

Léase
https://www.180.com.uy/articulo/78616_los-pisos-colmena-japoneses-llegan-clandestinamente-a-barcelona

La materia de que está hecha la arquitectura

Monasterio de los Jerónimos, Lisboa

Una construcción solo puede ser material. Una obra de arquitectura puede ser -o tiene que ser, quizá-, un sueño, un espacio imaginado: un lugar, real o soñado en el que uno querría estar para siempre, un lugar quizá inalcanzable pero que nos mantiene en vida por la promesa que ofrece de una vida plena.
Pedro Azara, 2016

Una construcción es una cosa. Una arquitectura es una relación entablada entre un habitante y el lugar habitado.
Por eso la sustancia de la arquitectura no puede confundirse con la materia de la construcción. En principio, toda arquitectura es un sueño. A consecuencia tanto de lo anterior como de la construcción material y de la presencia viva del habitante, la arquitectura deja de ser un mero ensueño para constituir una realidad palpitante y respirable.

La materia de que está hecha la arquitectura es la de la relación entre humanos habitantes y aquellos lugares que habitan, nunca una pura cosa construida en sí misma. La arquitectura, en sustancia, es un orden finalista de vínculos.

Plumas Ajenas: Santiago de Molina

La arquitectura siempre contiene un habitante. Y eso aun antes de ser habitada. Al proyectar esta paradoja es de las más productivas para no olvidar que el futuro de la obra debe sustituir ese molde imaginado en el proyecto, por el habitante real.
Dicho de otro modo, la arquitectura nunca es una habitación vacante. Cada obra construida mantiene un sistema previo de relaciones con el hombre, sea con sus medidas o con sus sueños, que hace imposible concebirla deshabitada aunque permanezca vacía. Toda habitación tiene preformado un habitante fantasma que se convierte en el acontecimiento fundacional para el espacio que le rodea. De ese modo cada obra de arquitectura es un recipiente de esa criatura hechizada por el espacio aun antes de tener nombre y cuerpo propio.  

Santiago de Molina, 2016

Un-lugar-para-cada-cosa

Eugène Galien-Laloue (1854–1941) La Madeleine (1941)

Las ciudades son un inmenso laboratorio de ensayo y error, fracaso y éxito, para la construcción y el diseño urbano. El urbanismo tenía que haber utilizado este laboratorio para aprender, formular y probar sus teorías. Pero los profesionales y maestros de la disciplina (si es que merecen llamarse así) han ignorado el estudio de los éxitos y fracasos concretos y reales, no han sentido curiosidad por las razones que podrían explicar un inesperado éxito y, en cambio, se han dejado guiar por principios derivados del comportamiento y apariencia de pueblos, urbanizaciones, sanatorios antituberculosos, ferias y ciudades imaginarias y soñadas… cualquier cosa excepto las propias ciudades.
Jane Jacobs

El urbanismo de los CIAM se esforzaba en distribuir, de manera metódica y ensañada, usos y ámbitos de modo de destinar un-lugar-para-cada-cosa.
Pero la realidad de las ciudades efectivamente vividas es que los ámbitos urbanos más vibrantes de vida son aquellos en que los usos se superponen, interactúan complejamente y se potencian mutua y productivamente. La simplicidad que se exhibe con claridad en planos y maquetas resulta en una trágica ausencia de vida real.

Por eso, aquí crece la sospecha que no debería confiarse tanto una ciudad al imperio tecnoburocrático de los urbanistas, sino que debería consentirse en el talento de los poetas urbanitas. Que tiene que haberlos: hay que descubrirlos, oírlos… y empoderarlos.

El confort no banalizado

Lovis Corinth (1858- 1925) Amanecer (1910)

Nuestra cultura contemporánea banaliza el concepto de confort promoviendo una falaz idea del relajamiento consumidor de chismes. Tan así que no faltan los moralistas que conciben el confort y su zona como la región de la molicie, la ataraxia y la ausencia de legítima y productiva inquietud.
El confort, en realidad, es asunto serio cuando se lo entiende como aspecto ético emergente de la calidad de vida. Alternar el esfuerzo con el descanso, el trabajo con el ocio, las realidades cotidianas con los sueño; tal la clave de la trascendencia del confort.

Una arquitectura al servicio de la condición humana está íntimamente comprometida con el confort no banalizado, con un legítimo fruir de la vida.

Más sobre la expolición

Giovanni Segantini (1858–1899) Maitines (1886)

Se ha explicado antes que la expolición es una figura retórica que opera ampliando una idea mediante una enumeración detallada de los aspectos componentes.
Vistas las cosas de modo superficial, proliferan en esta figura los modos relativamente equivalentes de decir lo mismo, apelando a expresiones diversas. No es, sin embargo, un pleonasmo, en que meramente se refuerza el significado de un sustantivo con un redundante adjetivo. En realidad, se opera por rodeos y cercos de una idea de la que es posible encerrar en un discurso convergente.
Tengo para mí que el ejercicio de la expolición tiene otra virtud aparte de la expresiva y se trata de una virtud heurística. Parto de la premisa que cada expresión tiene un contenido propio y diferencial, con lo que la sinonimia es siempre una parcial superposición de significados.
Puede pensarse que en la ilustración se aprecia un religioso subiendo una escalinata. Esta sería una expresión llana y simple. También podríamos decir que nuestro personaje mide la escalera con sus pasos y su esfuerzo. O que toda escalinata llega a ser tal por la implementación habitable que se haga de ella. Y podrían proliferar expresiones diversas. Y esa proliferación nos permite no sólo decir algo más o menos equivalente con diversas modalidades significantes, sino decir más sobre la escalinata, el religioso, su ascensión y su situación existencial, así como de los propósitos inferibles del obrar del artista. ¿Cuánto sentido se aloja en el acto de subir una escalinata así, cuando despunta el día pautado por la ritualidad religiosa?

La expolición heurística es un recurso capaz de permitirnos acceder a sentidos profundos de aquello que observamos y que podemos, sólo en principio, describir con expresiones llanas y simples.

Pausa en el camino

Santuario de Apolo en Delfos, Grecia

Hace ya un tiempo que aquí se piensa, se escribe y se aguarda con paciencia algún tipo de retorno del silencio del Respetable.
Se piensa en el habitar humano en la hipótesis de que se trata éste de un aspecto trascendente de la condición humana. Podría pensarse que tal aspecto desvelaría la conciencia de los arquitectos. Pero no. Apenas algunos parecen mostrar algún interés incipiente por tales cuestiones. Podría desvelar el sueño de cualquiera, ya que todos habitamos y habitamos siempre. Pero no.
Ahora me doy cuenta que sigo escribiendo aquí impulsado por la terquedad, la obsesión y la compulsión, sí, pero también por la intriga que me promueve el Silencio del Respetable. Sigo atenta y diariamente las estadísticas de las visitas a este sitio: me consta que estos desvaríos se someten a algún tipo de escrutinio.
Pero pocos de los que leen esto hacen comentarios. Ni siquiera para ejercer la función puramente fática de la comunicación: Estoy aquí, vivo. Menos para disentir, discutir, aportar, estimular. Gracias a los que se animan.

Es de comprender la ansiedad del creyente ante el pertinaz Silencio de Dios. Por mi parte, me parece que, al menos por ahora, seguiré escribiendo profundamente intrigado y desafiado por el Silencio de los Navegantes. Hasta sucumbir en él.

Emociones al abrigo de los muros

Adolph Menzel (1815- 1905) Pared del estudio (1852)

Si levantas un muro, piensa en lo que queda fuera.
Italo Calvino

Al abrigo de los muros puede experimentarse una serenidad que viene de larga data, quizá de nuestra más remota infancia. Los muros abrazan.
Fuera de ellos quedan algunos miedos y no pocas miserias. Con todo, la figura sinecdótica por excelencia del refugio es el techo, la cubierta. Sin embargo, no es del cielo de donde provienen las peores amenazas. Es el recinto de los muros, es la clausura de los vanos la defensa pasiva contra las intimidaciones que provienen del horizonte.
Pero no todo es miedo, por fortuna. La novedad de un recinto es, ciertamente, el cierre de sus muros, pero éstos son los que primero ceden a la invisibilidad provista por la habituación. Vivimos más reparando en las superficies aparentes de los cerramientos que en su contextura material. Porque cuando advertimos ésta, es cuando comprobamos nuestro confinamiento.
Así, un buen muro es mudo y sordo, servicial como un mayordomo, tenue en su forma. Nótese el efecto de horror en la pintura que ilustra este artículo: si el muro “habla” lo hace en términos ominosos.

Por otra parte,
Jean-Bernard Métais (1954- ) Le passe muraille

Por más que el relato de Marcel Aymé1 resulte gracioso, la emoción provista por la escultura es, no obstante, siniestra.
Quizá en el futuro los muros pierdan casi  toda su pesante solidez, pero no es probable que abandonen su servicial mudez y sordera.

1 La nouvelle Le passe muraille, de 1941

El resto del mundo sobra, de momento

Édouard Boubat (1923 - 1999) s/d

Homenaje a la intensificación de la dimensión erotópica del habitar.
En el casi abolido lugar entre el abrazo de los amantes cabe todo un mundo recién descubierto, pleno de ansias e intensamente vivido. Lo que queda fuera importa poco, por ahora.

La vida en ocasiones funda lugares con rituales apasionados. Ojalá le haya ido bien a los de la fotografía.

Plumas ajenas: Norberto Chávez

Todo mensaje es, en realidad, un manojo de mensajes. Unos saltan a la vista y otros van apareciendo después. El mensaje aparece como único; pero de inmediato dispara connotaciones y metamensajes. La unisemia no existe.

Norberto Chávez, 2016

Músicos, danzantes y público, arquitectos del ámbito

Constantin Meunier (1831–1905)  Café del Buzero, Sevilla (s/f)


Suelos, muros, cubiertas y vanos son meros pormenores constructivos. Los verdaderos artífices arquitectónicos del ámbito son músicos, danzantes y espectadores que ofician su magia. Hay arquitectura en las situaciones y ocurrencias de los cuerpos y los espíritus de las personas. Esta arquitectura está viva y palpita con peculiar intensidad. Esta es la arquitectura que cuenta