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Prestar oídos al rumor de los muros


Hans Gedda (1942- )

¿Adónde van las palabras que no se quedaron? se pregunta Silvio Rodríguez.
Quizá sea bueno prestar oídos a los rumores apagados que aún congregan los muros.


El lugar de la puerta

Giovanni Boldini (1842- 1931) El portador del envío (1879)

Mientras que los muros no ocultan su vocación de separación, alejamiento y confinamiento, las puertas, que abren-y-cierran, consiguen, a la vez, cubrir, alojar, descubrir y, en ocasiones, invitar cortésmente a pasar.
Por esto los muros son sordos y mudos, mientras las puertas hablan. Para interrogar a los muros, uno debe tomar contacto íntimo con ellos y pegar el oído a los más débiles susurros, cuando no conformarse con la esperanza de ser oídos en un benévolo silencio.
Pero con las puertas es siempre posible negociar con respeto: uno las toca con delicadeza y las puertas siempre responden. O se abren de par en par, solícitas, o bien permanecen aferradas a su marco. Pero siempre resultan elocuentes.

Habitar el lugar de las puertas es mucho más interesante que habitar según se cierran los muros.

Emociones al abrigo de los muros

Adolph Menzel (1815- 1905) Pared del estudio (1852)

Si levantas un muro, piensa en lo que queda fuera.
Italo Calvino

Al abrigo de los muros puede experimentarse una serenidad que viene de larga data, quizá de nuestra más remota infancia. Los muros abrazan.
Fuera de ellos quedan algunos miedos y no pocas miserias. Con todo, la figura sinecdótica por excelencia del refugio es el techo, la cubierta. Sin embargo, no es del cielo de donde provienen las peores amenazas. Es el recinto de los muros, es la clausura de los vanos la defensa pasiva contra las intimidaciones que provienen del horizonte.
Pero no todo es miedo, por fortuna. La novedad de un recinto es, ciertamente, el cierre de sus muros, pero éstos son los que primero ceden a la invisibilidad provista por la habituación. Vivimos más reparando en las superficies aparentes de los cerramientos que en su contextura material. Porque cuando advertimos ésta, es cuando comprobamos nuestro confinamiento.
Así, un buen muro es mudo y sordo, servicial como un mayordomo, tenue en su forma. Nótese el efecto de horror en la pintura que ilustra este artículo: si el muro “habla” lo hace en términos ominosos.

Por otra parte,
Jean-Bernard Métais (1954- ) Le passe muraille

Por más que el relato de Marcel Aymé1 resulte gracioso, la emoción provista por la escultura es, no obstante, siniestra.
Quizá en el futuro los muros pierdan casi  toda su pesante solidez, pero no es probable que abandonen su servicial mudez y sordera.

1 La nouvelle Le passe muraille, de 1941

Para entendernos mejor. Hoy: Muro

Definición
1. Placa de cualquier material, de orientación dominantemente vertical que cierra o limita un lugar. ║ 2. Amparo modal que constituye un cerramiento o filtro ambiental, de orientación dominante vertical que puede tanto limitar un lugar como cerrarlo en un recinto.

Contundencia de algunos muros

Giuseppe Abbati (1836- 1868) Callejuela al sol (1864)


Se erigen muros para separar con contundencia dos mundos. Pero rara vez constituyen gestos cordiales. Se podría acaso compartir con los caminantes callejeros las calidades del patio.

Ante la puerta

Alexander Mann (1853- 1908) La espera (s/f)


Ante la figura plena, cerrada y sordomuda del muro, el recorte del vano de la puerta configura la expectativa por el ingreso al recinto. Esperamos pacientemente, pues.

Muros

Giovanni Fattori (1825- 1908) Carros (1873)

Un muro es un amparo contundente, clausurado y —semiótica y frecuentemente— sordomudo. Hay sendos mundos de uno y otro lado del muro o tapia, radicalmente separados.