Apuntes de viaje (XIX) El ombligo del mundo


Delfos, 2015

Hay lugares que tienen algo especial y Delfos justifica que los antiguos griegos lo consideraran el ombligo del mundo.
Ese algo especial se advierte no tanto en la contemplación de la belleza innegable del lugar sino con un sentido oculto. No es un asunto puramente estético. Es algo que se palpa en la atmósfera límpida cuando el cuerpo en su totalidad tiene lugar allí. Por ello, la constatación tiene un aspecto práctico: hay que ir allí y constatarlo en primera persona.
Puede ser que en Delfos podamos haber aprendido algo sobre la contextura de los lugares en el mundo que nos permita, algún día y en otro lugar, reconocer el nuevo ombligo del mundo. Porque lo que es seguro que existe y ya no es Delfos, aunque este lugar conserve la impronta de aquella virtud que sintieron los antiguos griegos. Y, quién sabe, descubramos alguna vez cuál es el sentido oculto que nos revela tal condición.

Una voz: Antonio Porchia


Cerca de mí no hay más que lejanías.


Antonio Porchia

¿Qué es una ciudad?

Lisboa

La palabra ciudad viene del latín cives (ciudadano). El griego polis, que se suele traducir por ciudad, significa en realidad comunidad o conjunto de ciudadanos. La ciudad propiamente dicha, las construcciones, se decía en griego astû, y esta palabra deriva de un radical indoeuropeo WEI, que significa morar, permanecer, y que se halla también en el tiempo pasado del verbo ser en inglés (was). Es decir, incluso las construcciones materiales, los edificios  se designaban por el tipo  de "acciones" que acogían: la protección del ser. Una ciudad no era una amalgama de obras sino un espacio donde estar, vivir.
Pedro Azara, 2016

El Diccionario de la Real Academia define la ciudad en los siguientes términos:

Conjunto de edificios y calles, regidos por un ayuntamiento, cuya población densa y numerosa se dedica por lo común a actividades no agrícolas.

Esto no es la ciudad propiamente dicha, por más que lo dictamine la Realísima Academia.
Si quisiéramos poner las cosas en orden y en su sitio deberíamos formular que una ciudad es:
Primero, una comunidad de asentamiento densa y numerosa nucleada en torno a una economía no-agrícola
Segundo, un ámbito espacial y temporal en donde esta comunidad habita y
Tercero, una estructura física construida que interrelaciona complejamente la habitación de los diversos lugares comprendidos por su ámbito.

¿Quedan ahora las cosas en su sitio?

Heurística de las demandas sociales: una liberación

Leopold Graf von Kalckreuth (1855- 1928) Desnudo femenino (s/f)

La proposición de una profunda y sistemática heurística de las demandas sociales de habitación tiene un componente ético especial: se busca conocer para mejor liberar las voces y las pulsiones del interior profundo de las personas.
La hipótesis inicial de trabajo es que, si indagamos a fondo en el deseo, los sueños y los recuerdos tempranos y entrañables, podemos rescatar el fondo del impulso fundamental, la fuerza primigenia que dará origen a un mundo habitado más genuino. Comprender en profundidad los mecanismos finales de nuestras emociones fundamentales sería descubrir el mundo en que anhelamos vivir, siempre que pudiéramos dar con la forma acertada de expresarlo.

Ante una ciencia que busca, por todos los medios, conocer para dominar, una heurística tal podría acometer la idea superior de liberar a su objeto de estudio.

Plumas ajenas: Nicanor Parra


A diferencia de nuestros mayores
-y esto lo digo con todo respeto-
Nosotros sostenemos
Que el poeta no es un alquimista
El poeta es un hombre como todos,
Un albañil que construye su muro:
Un constructor de puertas y ventanas.
Nicanor Parra

Estética de la adecuación

Alvar Aalto (1898- 1976) Sillón Paimio (1932)


En la estética del Movimiento Moderno de principios del siglo XX, existe una retórica especial en torno a la estética de la adecuación.
Más allá del confort directamente comprobable, el diseño moderno buscó conscientemente, argumentar la eficacia y eficiencia a través de una forma despojada que pusiera de manifiesto una vocación superior de ajuste operativo. Fue particularmente buscado ese gesto en el diseño que consiguiera un esbozo rápido y contundente de la idea manifiesta de adecuación.

Se extraña esta actitud en la actualidad, cuando el confort efectivo se reviste de una artificiosa sofisticación.

Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (XX)


Eva Rubinstein (1933)

La vista es el sentido del observador solitario, mientras que el oído crea una sensación de contacto y solidaridad; nuestra mirada vaga solitaria por las oscuras profundidades de una catedral, pero el sonido del órgano nos hace experimentar de inmediato nuestra afinidad con el espacio. En el circo, observamos atentamente en solitario en los momentos de más peligro, pero la salva de aplausos tras la relajación del suspense nos une con la muchedumbre. El sonido de las campanas de una iglesia que resuena por las calles de una ciudad nos hace conscientes de nuestra ciudadanía. El eco de los pasos sobre una calle pavimentada tiene una carga emocional porque el sonido que reverbera de las paredes circundantes nos sitúa en relación directa con el espacio; el sonido mide el espacio y hace que su escala sea comprensible. Con nuestros oídos acariciamos los límites del espacio. Los chillidos de las gaviotas en el puerto despiertan nuestra conciencia de la inmensidad del océano y lo infinito del horizonte.
Pallasmaa, 2005

Es poderosísimo el efecto de la comparación metódica de las sensaciones visuales y auditivas.
Mucho puede aprenderse sobre el método y mucho reflexionarse sobre las diversas experiencias. Todo esto debe sedimentar en una nueva acuidad y en un incremento radical de la potencia sensible: es preciso ver y oír mejor, así como analizar a fondo los distintos efectos de cada sensación particular. A la fase analítica le debe seguir, luego, una vocación de síntesis superior.
Una arquitectura más auténtica es posible.

La implementación decorosa de los elementos arquitectónicos

Guy Rose (1867- 1925) La réplica difícil (1910)

No es para quedarnos en casa que hacemos una casa
no es para quedarnos en el amor que amamos
y no morimos para morir
tenemos sed y
paciencias de animal
Juan Gelman

Hacemos una casa para mucho más que quedarnos alojados en ella.
El cobijo nos es necesario, sí, pero no menos que el abrir  ventanas y terrazas a lo más allá. El habitar decoroso es el habitar de la libertad como finalidad esencial. Por eso es que hacemos una casa desde donde lanzarnos a un mundo que no es menos nuestro.

Y para que el mundo nos sea nuestro es preciso habitar nuestros lugares con el decoro que expresa nuestra esencial y final libertad.

Apuntes de viaje (XVIII) La poética humilde de lo vernáculo


Anafiotika, Atenas, 2015

Los constructores vernáculos van con su cultura tectónica cargada sobre la espalda, tan cerca de la cabeza como del corazón.
Hacen lo que hay que hacer. Hacen lo que han aprendido a hacer. Hacen lo que se espera que hagan. Por eso cuando se construyen lo propio resulta apropiado. Por eso es que recrean, perfeccionan y adaptan. Por eso lo que resulta de su labor tiene ese aire de inevitabilidad que constituye su virtud cognoscitiva, ética y estética.
Por eso los constructores isleños construyeron sabiamente el enclave de Anafiotika en Atenas, al pie de la mismísima Acrópolis. Lo que es disponer de una sombra.

Una voz: Antonio Porchia


Hay sueños que necesitan reposo.


Antonio Porchia

Artículo especialmente recomendado

Véase:
http://manueldelgadoruiz.blogspot.com/2020/02/sobre-el-embalsamamiento-de-centros.html

Ejercicios de relajación propiciatoria para proyectistas atribulados (II)

Kurt Magnus Atterberg (1887 – 1974)

Se ha dicho que existen profundos vínculos entre la música y la arquitectura.

Es por eso que presto mucha atención a los músicos: quizá estén haciendo buena arquitectura y uno debería percibirlo. Ante esta sospecha, me permito recomendar la audición de los conciertos (para piano, para cello y para trompa, respectivamente) de Kurt Atterberg, músico sueco que también era ingeniero eléctrico. Algo me dice que estas obras podrán inspirar con provecho a algún proyectista atribulado.

La implementación digna de los elementos arquitectónicos

Frank Bramley (1857–1915) Helen Chalmers (1908)

La implementación digna de la arquitectura y sus elementos es aquella que vincula virtuosamente las calidades del lugar con la condición humana de quien lo habita.
Somos quienes somos ocupando con legítimo título nuestros propios lugares y haciendo uso de los lugares en comunión fraterna con los nuestros. No se trata de explotar un recurso durable, sino de cultivar la propia vida en los lugares, haciendo del uso un enriquecimiento mutuo de personas y lugares.

Porque la verdadera dignidad no se sustenta ni en la posición social ni en las calidades del lugar que se habita, sino en el preciso escenario en donde estos dos factores interactúan y potencian mutuamente.

Sobre la naturaleza y manifestación de los urbanógenos (II)

Rambla de Montevideo

¿Cómo reconocer un urbanógeno allí donde se encuentra?
Nada más fácil. Allí donde se autoconvocan las personas a reunirse, a intercambiar bienes, valores y pareceres. Allí donde los jóvenes acechan a las jóvenes en flor. Allí donde nos sentimos todos razonablemente seguros, sin descuidar del todo bolsillos y carteras. Allí donde proliferan las alegrías esenciales del sol, el aire y el verde. Allí donde se experimentan hibridaciones, yuxtaposiciones y solapamientos de usos y goces. Allí donde bulle la vida.

No es difícil reconocer un urbanógeno, lo difícil es evitar que algún actor social, con iniciativa y poder lo termine matando, a veces con la proyección de sombra y volumen.

Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (XIX)


Eva Rubinstein (1933)

Cualquiera que se haya medio despertado en la noche por el sonido de un tren o una ambulancia en una ciudad, y en su sueño haya experimentado el espacio de la ciudad con sus incontables habitantes diseminados por los edificios, conoce el poder que el sonido ejerce en la imaginación; el sonido nocturno es un recordatorio de la soledad y la mortalidad humana, y le hace a uno ser consciente de toda la ciudad que duerme. Cualquiera que se haya sentido embelesado por el sonido del agua goteando en la oscuridad de una ruina puede dar fe de la extraordinaria capacidad que tiene el oído para esculpir un volumen en el vacío de la oscuridad. El espacio que traza el oído en la oscuridad se convierte en una cavidad esculpida directamente en el interior de la mente.
Pallasmaa, 2005

La última oración es un prodigio poético tanto como un hallazgo cognoscitivo.
Cuando, en ausencia de otro estímulo, el mundo se deja oír, el lugar adquiere una dimensión reverberada que es única y entrañable. Es preciso intensificar en la conciencia el papel que tienen todas las sensaciones en su función de conferir forma al mundo que habitamos. Porque transitamos por la vida demasiado distraídos por solicitaciones enérgicas que nos ocluyen las dimensiones hondas de la existencia.
Naturalmente, esto no es un problema puramente arquitectónico, pero ¿es que existen problemas puramente arquitectónicos?

Sobre la naturaleza y manifestación de los urbanógenos (I)

Joaquín Turina y Areal (1847–1903) Postigo del Aceite en Sevilla (1907)

¿Qué es esto de los urbanógenos?
Así como se suceden fenómenos de emprendurismo inmobiliario, instancias especulativas y actos arquitectónicos que están mutilando, diluyendo o matando la ciudad viva y sana, puede pensarse que, en un terreno sociopolítico fértil podrá oponerse, como muestra de sensata resistencia y oposición ético-política una suerte de semillas de futura ciudad. Estas simientes son, entonces, hechos sociales, económicos y políticos que originan hechos urbanos sanos, vigorosos y sustentables.

Nuestra languideciente ciudad contemporánea precisa la siembra metódica y el cultivo esmerado de tales elementos, antes que sea demasiado tarde y nos encontremos habitando el puro infierno del cadáver maloliente de la no-ciudad.

Apuntes de viaje (XVII) La casa del poeta de la casa


La Sebastiana, Valparaíso, 2013

La Sebastiana, casa del poeta chileno Pablo Neruda en Valparaíso es un caso especial de logro arquitectónico.
Aclaremos. Esta casa no resultaría aprobada por ninguna escuela de arquitectura. Tiene errores de diseño y constructivos que alcanzan la calificación de faltas casi criminales. Y, sin embargo, es un monumento al arte del buen vivir.
El hecho es que el autor intelectual de la casa es un poeta de la casa, que supo enunciar sus demandas de modo claro y sabio. Es una casa que responde punto por punto a una efusión auténtica de deseo de dotar de forma a la vida. Es una casa con defectos constructivos, sí, pero con ambientes plenamente vivideros como pocas realizaciones profesionales lo consiguen.
La casa del poeta de la casa (búsquese el poema dedicado) es un desafío para una arquitectura humanista que cada vez nos hace más falta.

Una voz: Antonio Porchia


Algunas cosas se hacen tan nuestras que las olvidamos.


Antonio Porchia

Apuntes de viaje (XXI) Habitar tierra y cielo


Meteora, Grecia, 2015

Los monjes de Meteora vivían en un mundo hostil por lo que era razonable para ellos aproximarse a las promesas de lo divino en el cielo antes que arriesgarse en las tierras bajas.
Así que prefirieron las peculiares eminencias orográficas para sentar sus reales allí. Bien alto, de modo que se oyesen mejor las plegarias dirigidas a cielo y dejando bien abajo el peligroso acontecer mundano. De todos modos, los mortales siempre habitan un horizonte, esto es, participan poblando la zona de articulación entre la tierra y el cielo. Porque lo nutricio participa de la interacción entre lo que se cultiva en la tierra y se riega desde el cielo. Porque habitamos, a la vez, ese horizonte que une y separa, así como los umbrales que también unen y separan.
Lo que cuenta es el modo distintivo de situar y constituir horizontes y umbrales, en cada circunstancia, para conformar nuestros lugares en el mundo.

La implementación adecuada de los elementos arquitectónicos

Rediseño de picaporte de la firma Soss

La operación adecuada de los elementos arquitectónicos debe ponernos a todos en condiciones de igualdad.
Porque todos somos diferentes en capacidades, destrezas, tallas, pesos y demás características relevantes, las operaciones de los elementos arquitectónicos deben ser simples, intuitivas y amigables. A todos, esencialmente iguales en su condición humana y profundamente diferentes en sus constituciones físicas y psicológicas no debe resultar adecuada la implementación operativa.

No nos olvidemos de las diferencias, a efectos de conseguir igualdad en el acceso.

Hacia una patología del habitar (IV)

¿Minha casa, minha vida?

Los sectores populares, de bajos ingresos, son los que más necesitan de la ciudad. Es una aberración contraria a la lógica, a la justicia y a la cultura ciudadana promover conjuntos de vivienda social en las periferias sin calidad de ciudad; en zonas reservadas, sin centralidades propias y sin convivir con los sectores medios y altos de la sociedad. La mezcla es la razón de ser de la ciudad, un lugar de gentes libres e iguales. La ciudad debe ser reductora de las desigualdades
Jordi Borja

El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones, dicen.
Por eso es preciso andar con cuidado. No sea que por cosificar indebidamente las demandas de una vida digna, se propongan infamantes guetos residenciales, indecorosas muestras de no-ciudad para quienes precisamente más la necesitan.

“Soluciones” indecorosas son afrentas, más que respuestas a las demandas sociales. Es preciso un esfuerzo denodado e integrador para acondicionar nuestras ciudades con lugares decorosas en beneficio de nuestra condición superior de seres libres

La revelación de la dimensión alethotópica

Alberto Giacometti (1901- 1966) La nariz (1949)


No hay confines en la morada del hombre que no puedan ser sobrepasados tanto con la percepción y el pensamiento así como con el sueño

Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (XVIII)


Eva Rubinstein (1933)

La vista aísla mientras que el sonido incluye; la vista es direccional mientras que el sonido es omnidireccional. El sentido de la vista implica exterioridad, pero el sonido crea una sensación de interioridad. Contemplo un objeto, pero el sonido me llega; el ojo alcanza, pero el oído recibe. Los edificios no reaccionan a nuestra mirada, pero nos devuelven nuestros sonidos al oído. "La acción concentradora del oído [ ...] afecta a la percepción que el hombre tiene del cosmos -escribe Walter Ong-. Para las culturas orales, el cosmos es un suceso progresivo con el hombre en el centro.
Pallasmaa, 2005

El cotejo crítico de las diferentes sensaciones brinda interesantes conclusiones iniciales.
Mucho se ha insistido en saber ver la arquitectura, pero nada se ha dicho, hasta ahora, de prestarle oídos. Y, sin embargo, una vez que uno repara en ello, resulta que en verdad oímos todo aquello que percibimos con el auxilio de la reverberación local de las notas en el lugar. Y vaya si resulta peculiarmente hondo y entrañable un lugar allí donde don Arthur Rubinstein podría ensayar con comodidad.

Entereza y miedo

Paraje de Nueva York con mural de Eduardo Kobra

Nuestras ciudades suelen tener parajes erróneos, traspatios ominosos, regiones proclives a suscitar el miedo entre los sensatos.
Por lo general es que tales sitios se despueblan de entereza ciudadana: mejor no transitar por ciertos no-lugares. Se vuelve prudente dejar tales posiciones a los modos dudosos de vida ciudadana. Ciertos comercios, ciertos abusos, ciertas violencias tienen allí emplazamiento, soberanía equívoca y soslayo medroso.
Es acaso imperioso que reconquistemos, con reforzada entereza, algunas de estas regiones para la serena vida urbana.


Entrevista radial



El día sábado 8 de febrero de 2020 en el programa Tormenta de cerebros de Radio Uruguay 1050 am se realizó una entrevista entre el conductor del programa, Arquitecto Carlos Rehermann y el autor de este blog.
Pueden escucharse los tres tramos de la entrevista en:

https://1drv.ms/u/s!Ao-Gptt-zhWygwsa9PqH0dna_F5a?e=uafR5P
https://1drv.ms/u/s!Ao-Gptt-zhWygwwhTyXJjDPNOWL5?e=LVlj1p
https://1drv.ms/u/s!Ao-Gptt-zhWygw0OYMU6yiM_NanD?e=Laq9P4







Apuntes de viaje (XVI) Revelaciones


Jardin Majorelle, Marraquech, 2016

Pensar, clasificar, cultivar, seleccionar.
Tales las operaciones recurrentes a la condición humana. En el memorable Jardin Majorelle de Marraquech se nota una radical ausencia de malezas y una proliferación de plantas suculentas coleccionadas con tanta pasión como furor selectivo. Es un jardín distinguido desde su concepción, su emplazamiento, su paciencia y su criterio. Es un jardín distinguido porque nació así, del más depurado espíritu de concepción, clasificación, cultivo y selección. Es un jardín distinguido porque ha conseguido desarrollarse según su propia y exclusiva línea maestra.
Es un monumento vivo a la sabiduría humana cuando ésta se manifiesta en la singularidad de su constitución allí y entonces.

Una voz: Antonio Porchia


Las certidumbres sólo se alcanzan con los pies.


Antonio Porchia

Hacia una patología del habitar (III)

Asentamiento irregular en Montevideo

Imposible no conmoverse con el triste espectáculo de la infravivienda en los llamados asentamientos irregulares.
Nadie duda que éstos sean una muestra de más que obvias patologías del habitar. Pero también son patológicos los conjuntos residenciales empobrecidos para pobres. También son patológicos los enclaves puramente residenciales alejados de los servicios urbanos básicos. Hay muchas formas de generar no-ciudad y no sólo la pobreza y la marginación son los únicos agentes patógenos del habitar.
No basta con mínimos de adecuación: es imperioso que la ciudad prolifere en lugares dignos de nuestra común condición humana en forma orgánica, sistémica y estructural.
  • Si la ciudad se nos muere difundiéndose en el territorio, esto también es una patología del habitar.
  • Si la ciudad nos fragmenta en mosaicos socioespaciales, esto también es una patología del habitar.
  • Si la ciudad se descoyunta en enclaves empobrecidos de complejidad y vida, esto también es una patología del habitar.



La reivindicación de lugares dignos para vivir no es más vaga que la que reza: viviendas dignas. Por el contrario, es mucho más precisa, porque comprende al contexto global de la vida ciudadana.

La vida del cuerpo como finalidad

Eleuterio Pagliani (1826-1903) Dama con abanico (1876)

La idea de función culmina allí donde se entiende la trascendente finalidad de toda cosa.
Preguntarse por esta trascendente finalidad de cada cosa es inquirir sobre el designio constitutivo que le ha conferido un humano para qué. Como ya se ha visto, el para qué de la arquitectura y de cada uno de sus constituyentes no se circunscribe ni a la operación de algún tipo de mecanismo, ni a la implementación del puro uso. La obra arquitectónica, en su determinación final, es más que un mecanismo y más que un útil. Puede pensarse que la forma final, la delimitación absoluta y contundente de la forma construida, la firme constitución de la materia, es la finalidad de la arquitectura. Muchos piensan de este modo y quizá conformen aún una mayoría hegemónica.

Pero a mí me parece que es la vida del cuerpo del habitante la verdadera finalidad de la arquitectura. Tal como muestra la ilustración, la magnificencia del espacio, la calidad del pavimento, la elegante curva del respaldo del asiento cobran todo su sentido final sólo cuando una bella se reclina confortable y serena. Con esa convicción, aún oscura, sigo insistiendo

Artículo especialmente recomendado

Véase
https://www.santiagodemolina.com/2020/02/hacer-una-habitacion-no-es-tan-facil.html

Estancias, detenciones, esperas

Alix Marquet (1875- 1939) Fin de la tarea (1903)


Mientras que la trasposición de umbrales y los tránsitos son las actividades en verdad cruciales e imperiosas en el habitar, las estancias sojuzgan el imaginario.
Puede que una detención se vuelva propicia para sobresignificar el estar, el detenerse, la tentación irresistible de lo sedentario. Y así nos disponemos a las tareas cotidianas de estar juntos, amar, comer, descansar, dormir y soñar. No siempre nos amparamos para ello en una habitación construida al efecto, pero sí en un ámbito siquiera sumariamente acondicionado: la detención, la parada, la consideración reflexiva del curso de las acciones futuras precede a la constitución de interiores habitados. Se constituye el habitante en espera antes y necesariamente que la habitación a construir.

Allí donde podemos aplicarnos a soñar es donde nuestro habitar se termina por revelar. Hemos llegado.

Aisthesis arquitectónica con el concurso de Juhani Pallasmaa (XVII)


Eva Rubinstein (1933)

En nuestra época la luz se ha vuelto una simple materia cuantitativa y la ventana ha perdido su significado como mediador entre dos mundos, entre lo cerrado y lo abierto, la interioridad y la exterioridad, lo público y lo privado, la sombra y la luz. Habiendo perdido su significado ontológico, la ventana ha pasado a ser una mera ausencia de muro: "El uso de ventanales enormes [ ...] resta a nuestros edificios de intimidad, el efecto de la sombra y la atmósfera [...]. Han equivocado los arquitectos de todo el mundo la proporción del cristal, es decir ventanas o de espacios abiertos hacia el exterior [...]. Ya la vida interior del hogar se ha perdido, se ha perdido por la gran ciudad, la urbe que obliga a la gente a vivir fuera de su casa”, escribe Luis Barragán, el verdadero mago del secreto íntimo, el misterio y la sombra en la arquitectura contemporánea. Del mismo modo, la mayoría de espacios públicos contemporáneos se volverían más placenteros con una luz menos intensa y una distribución desigual. El útero oscuro de la sala del consejo del Ayuntamiento de Saynatsalo de Alvar Aalto recrea un sentido místico y mitológico de comunidad; la oscuridad crea un sentido de solidaridad y fortalece el poder de la palabra hablada.
Pallasmaa, 2005

La implementación puramente técnica de los materiales y dispositivos modernos ha llevado a una irreflexiva pérdida de sentido de las proporciones y de los fines.
Sólo una arquitectura humanista, construida sobre una estética específica y rigurosa podrá, en el futuro, articular de modo significativo tanto la luz, así como las penumbras y las sombras. Podrá modular tanto los sonidos de la vida como las calmas del susurro y el silencio. Podrá arbitrar entre el conjunto integral de sensaciones y con la plétora de significados que cada una de ellas porta.
Pero para ello, antes deberá averiguarse mucho más acerca de la cabal experiencia estética arquitectónica

Serenidad e irritación

Alberto Giacometti (1901- 1966) Jaula (1950)

¿Puede extrañar que la prisión se asemeje a las fábricas, a las escuelas, a los cuarteles, a los hospitales, todos los cuales se asemejan a las prisiones?
Michel Foucault

La serenidad es el gran y verdadero antídoto contra la angustia y el temor, y hoy, la habitación del hombre debe propiciarla. ... Al arquitecto le toca anunciar en su obra el evangelio de la serenidad.

Luis Barragán

El constreñimiento y la confinación irritan, mientras que sólo una adecuada, y digna y decorosa holgura nos asegura el arropamiento sereno.
Sólo es posible acaso entender las emociones al habitar los lugares entendiendo ciertos pares antagónicos, tales como la serenidad anhelada en oposición correlativa a la irritación de la que se rehúye.
El punto crítico parece radicar en esa adecuada, digna y decorosa holgura en el lugar habitado. Quiere la propia condición humana que un mismo ámbito físico suscite tanto la confortación física y moral del amparo como la suprema aflicción de la privación de libertad.

Porque las emociones del habitar no se restringen a las puras y abstractas condiciones espaciales, sino que siempre son asunto de vida humana palpitante en los lugares.