Otras travesías, otros cielos

Giacomo Brogi (1822- 1881) La galería Vittorio Emanuele II en Milán (1881)

La calle burguesa se cierra sobre sí misma, se pone a cubierto con otro cielo1 y confina con elegancia a los antiguos paseantes devenidos en consumidores.


1 La locución es de Julio Cortázar, que solía entrar en el Pasaje Güemes, en Buenos Aires y salir por la Galería Vivienne, en París.

Pasajes

“La vida parisina es fecunda en temas poéticos y maravillosos. Lo maravilloso nos envuelve y nos empapa como la atmósfera; pero no nos damos cuenta”, afirmaba Baudelaire en 1846.
El simple y cotidiano hecho de entrar en un determinado pasaje, experimentar su senda interior y salir de alguna manera transformado, es una pequeña maravilla de la que debemos darnos cuenta.

Parte del prosaísmo de la vida cotidiana proviene de nuestra incapacidad para dar oídos a la poesía mansa y tenue de los lugares.

La articulación de los mundos

Nicolas Poussin (1594- 1665) Et in Arcadia ego (1638)

Allá por los tiempos de la choza primitiva seguramente se procedió a un gesto arquitectónico singularmente importante: la separación de los territorios de los vivos de aquellos de los muertos. Y a la configuración del signo correspondiente.


Thanatotopo

Si el quirotopo es un lugar encarado, al thanatotopo se le da la espalda.
No es simplemente aquello que en la marcha queda atrás: el thanatotopo se extiende más allá del horizonte, en una sima dejada atrás en el espacio y en el tiempo. Es el lugar donde residen tanto el olvido como la memoria. El habitar es plenamente humano cuando se constituyen efectivamente los mortales, los que saben que van a morir y los que dejan atrás sus muertos, precisamente alojados en el lugar a ellos destinado. El habitar cotidiano y mortal se ve seguido por la sombría región de lo que ya ha llegado a su fin.

Nuestro habitar conoce de este modo ominosas regiones que se extienden más allá de nuestro circunstancial horizonte.

Cuestiones de apertura (49)

¿Es que a la tradicional historia de la arquitectura debe complementarse con una historia social del habitar?

Que todo reluzca con el fuego del hogar

Firs Segeyvich Zhuravlev (1836- 1901) La limpieza de la chimienea (1901)

Mantener el hogar limpio y reluciente es tarea que demanda una obsesionada propensión al trabajo maniático. A su alrededor siempre hay un gracioso dispuesto a complicar las cosas.


Hestia, la que cuida el fuego sagrado

Hestia, diosa griega del hogar —también de la construcción y la arquitectura— se destaca por su castidad, se preocupa de la pureza en general y, también hay que decirlo, se obsesiona con la limpieza.
Su castidad es el fundamento de la paz y orden sociales, así como de la felicidad y tranquilidad familiares. Su preocupación por la pureza garantiza la salud corporal y espiritual. Por su parte, la obsesión por la limpieza ampara las más recónditas fibras anímicas de algunas amas de casa.

Desde entonces, en el interior de cada casa acecha una presencia atenta a refregar la más pequeña de las manchas. El hogar reluce.

Artículo recomendable

Véase:
http://elarquitectoimpenitente.blogspot.com.uy/2014/07/la-vivienda-minima-y-otras-quimeras.html

Arquitecturas laxas

Johan Krouthén (1858- 1932) Siesta de Hulda en la hamaca (1885)

Cuando no se dispone de construcciones elaboradas, el habitar se contenta con los elementales gestos acondicionadores de la arquitectura laxa.


Construir y acondicionar

El habitar promueve dos actividades distintas aunque concurrentes: construir y acondicionar.
Mientras que construir implica introducir transformaciones materiales y energéticas en el ambiente de índole dura —esto es, estratégica, durable y estable—, acondicionar supone actividades de diversas características pero de índole laxa —ajustes y arreglos tácticos, variables y flexibles—.

De esto se sigue que existe tanto la arquitectura dura —tal como se la conoce comúnmente— así como una arquitectura laxa que sigue de muy cerca las circunstancias de la vida de los cuerpos humanos.

El cuidado de las formas

Géza Faragó (1877- 1928) Recepción (1910)

Es casi irresistible no responder de modo sardónico al empaque de ceremonias y rituales sociales. Sin embargo, es una materia interesante de estudio: toda nuestra vida puede ser contemplada con provecho como una sucesión de ceremonias, y cada uno de nuestros gestos como rituales.


Ceremonias y rituales

Los conceptos de ceremonia y ritual pueden ser singularmente productivos para examinar el habitar humano, en tanto éste último es una conducta humana dotada de ciertas formas.
Por lo general se tiene al ritual como una acción o sucesión de acciones con significado religioso. En realidad, se puede extender la caracterización a cualquier costumbre dotada de una cierta forma. Este, por otra parte, es uno de los significados del término hábito. Por su parte, una ceremonia supone una composición cualitativamente superior de rituales, dotado de un significado sociocultural explícito. Se trata de una formalización superior y sobresignificada de la conducta.

Sería algo interesante de examinar nuestra vida cotidiana según las ceremonias y rituales ejercitados efectivamente.

Espíritu de la escalera

Carlo Scarpa (1906- 1978) Exhibición Olivetti (1958)

Si bien los pasos de las personas se mantienen incambiados, la escalera que atraviesan merece ser reinterpretada, esto es, tratada con atención, rigor y empeño arquitectónico.


Reinterpretar

Mi postura […] acepta la posibilidad de concebir la arquitectura como un proceso permanente de reinterpretación creativa, sensible y racional de nuestro habitar.
(Muntañola, 1973:14)

De reinterpretar se trata, entonces, en una arquitectura que está atenta a las palpitaciones de la vida.
Reinterpretar tiene un momento crítico. La instancia supone el cuestionamiento de las condiciones dadas y de los tipos arquitectónicos resultantes.
Reinterpretar tiene un momento conceptualizador. No se trata de una idea novedosa, sino de conceptos construidos por la revisión crítica. En la escritura que lleva adelante la arquitectura, siempre se obra sobre un palimpsesto: algo se borra, algo subsiste, el sentido es ahora nuevo, pero no emerge ex nihilo.

Reinterpretar, en definitiva, resulta en la proposición de alternativas.

Cuestiones de apertura (48)

¿Por qué razones es común la asunción sinecdótica de los techos como equivalentes a “edificios” o “lugares habitables”?

Un mundo en el habitáculo

Albert Anker (1831- 1910) Hombre leyendo (s/f)


Los ámbitos de estudios parecen apartados, silentes y solitarios. Pero, en verdad, están intensamente poblados de voces de los lugares más distantes de un mundo que el estudioso convoca.

El estudio y el trabajo intelectual

Suele asociarse el estudio y el trabajo intelectual con la soledad y el apartamiento de la vida social.
Lo cierto es que el estudio exige concentración, esto es, disponer una suerte de membrana que reserve una pequeña abertura destinada al flujo intenso de la información. Por más que parezca una escena de la taciturnidad, el estudioso se enfrasca en una intensa intercambio mano a mano con sus fuentes: voces que emergen de textos que provienen de los lugares más alejados del mundo.

Y es todo este mundo el que cabe en una muy pequeña habitación.

¿En qué medida nos adentraremos?

Vilhem Hammeshøi (1864- 1916) Interior (1898)

¿Llegaremos al fondo de sus pupilas? ¿O hacia el fondo oscuro del espejo?

Los interiores tienen una dimensión propia y específica.

La dimensión propia de los interiores

Los interiores tienen una dimensión propia y característica: la dimensión que denominamos aquí —siguiendo a Peter Sloterdijk—histerotópica.
No debe confundirse con la profundidad perspectiva ya conocida. Se trata de la medida precisa de lo recóndito de un antro, de aquello que nos separa de lo oculto en las cavidades. No es que se abra una perspectiva, sino que se impone la excavación prospectiva. La apreciación específica de la hondura de una cavernosidad es histerotópica. Todo interior ofrece una cierta resistencia a su excavación cognoscitiva y práctica, esa resistencia, ese rozamiento es proporcional a la dimensión que nos ocupa.

Exiliados de por vida —y quizá prematuramente— del útero materno, nos aplicamos a diversas colpoprácticas1, indagaciones morosas de las anfractuosidades de los recintos que nos alojan


1 De kolpos, ‘útero’, ‘cavidad’

De las arquitecturas, aquellas que bullen de vida

Paolo Veronese (1528- 1588) Las bodas de Canaá (1570)


Hay arquitecturas para muchos fines diversos, pero los que aquí se prefieren son las destinadas al gozoso habitar.

Discriminando

Conviene distinguir a quienes importa, implica o interesa la teoría del habitar del resto de la humanidad que puede ignorarla sin culpa.
Quienes viven o creen vivir en el mejor de los mundos posibles no necesitan preocuparse por la condición de habitar, que le es ineluctable. Por el contrario, interesa y mucho a quienes adoptan una actitud crítica sobre el mundo, la ciudad y la arquitectura que les toca.
Quienes consideran que la arquitectura es asunto privativo de los arquitectos, que son quienes saben todo sobre el asunto, no precisan ninguna teoría del habitar, porque éste es el resultado necesario del obrar del arquitecto profesional. Sin embargo, hay quienes consideran a la arquitectura asunto mucho más vasto que la ocupación vocacional y profesional de los arquitectos; por esto, es necesario discutir, deliberar y juzgar sobre el habitar y esta es una tarea social, no profesional.

Quienes esperan tranquilamente que la satisfacción de sus necesidades la proveerá el mercado, sólo tienen que buscar en éste la solución a sus problemas interpretados por diseñadores, industriales y comerciante. En cambio, hay quienes deben elaborar por su cuenta y bajo su responsabilidad tanto la índole de sus demandas como las respuestas socioculturales adecuadas: para éstos, una teoría del habitar es, sencillamente, imprescindible.

Artículo interesante y recomendado

Véase con provecho:
http://elpais.com/elpais/2017/01/30/seres_urbanos/1485811747_769011.html

Todos a cubierto

Gustave Caillebotte (1848- 1894) Techos (efecto de nieve) (1878)


Cuando las condiciones ambientales se ponen duras, es reconfortante contar con un abrigo, con un techo, al menos.

Cubiertas

Cubrir, proteger, rematar son las funciones principales de la cubierta.
En la actualidad, conforma un elemento arquitectónico con tres aspectos principales: el cielorraso aparente desde el interior, la estructura sustentante y el acabado exterior. Como elemento de la arquitectura del lugar, la cubierta articula el lugar con el cielo. Suele ser un elemento relativamente sofisticado desde el punto de vista tectónico. Desde el punto de vista del paisaje, el panorama urbano se revela, desde una conveniente altura, como la figura urbana resultante: el paisaje urbano tiene en la línea que separa el lugar poblado del cielo como un principal elemento identificador.

En condiciones extremas de necesidad, una ‘cubierta’ o ‘techo’, con su riqueza de significados, llega a designar sinecdóticamente el puro refugio.

Cuestiones de apertura (47)

¿Qué operaciones hay que realizar para conferir plenos poderes a los comitentes-usuarios en lo que hace a las directivas y desarrollo de las ciudades?

Eso que vibra en el lugar

Edgar Degas (1834-1917) La orquesta de la Ópera (1870)

Desde tiempos inmemoriales, los humanos han poblado sus lugares con sonidos. Hay ocasiones en donde lo han hecho de forma particularmente lograda.


El fonotopo, según Sloterdijk

En principio, como en tantas cuestiones, se establece una distinción originaria: por una parte, el sonido significativo y deseable; por otro, el ruido molesto.
Peter Sloterdijk ha notado que nos reunimos bajo una campana de sonidos y ruidos de buena gana tolerados. También nos apartamos del ruido extraño, tanto como del lugar ajeno. Nos movemos, entonces, graduando apropiadamente nuestras emisiones, así como desentendiendo un cierto umbral, que sirve de fondo perceptivo. Sobre este fondo se recortan las figuras significativas del sonido que nos son  tan necesarias: las palabras del prójimo. Habitar con cierto confort es poder oír con nitidez todos y cada uno de los matices del sonido significativo.

Las formas de la energía tales como el sonido, el calor y la luz dan lugar a otros tantos lugares (topos) y otras tantas dimensiones del lugar habitado.

La casa, la aldea, el mundo

Photoglob Zürich Mujer árabe con niño en una terraza en Argel (1900)

Mediante una terraza, uno puede encaramarse desde su casa y asomarse con calma hacia el paisaje, dominándolo desde una posición segura.


Terrazas

Si uno consigue elevar algo un suelo habitable, desdeñando el correspondiente ascenso de muros y cubiertas, obtiene una terraza.
Cuando ocurre una terraza, uno dispone de vistas y se expone confiado al ambiente. Por ello las terrazas provienen de —y son oportunas en— climas benignos y relativamente poco lluviosos, en donde es posible avecinarse con las brisas frescas y donde el sol es bienvenido con agrado. No se trata de lugares “de primera necesidad”, pero suponen un enriquecimiento razonable de la experiencia del habitar.

Se sospecha que, en todo caso, una terraza es una incitación a la calma y eso la hace deseable en una cierta forma.

Casas hondas

Pieter de Hooch (1629- 1684) Mujer leyendo y niña (1666)


Las casas holandesas del siglo XVII se ahondan en sus interiores, discretamente iluminados y hondamente habitados con calma ejemplar.

La vida doméstica holandesa en el siglo XVII

La cultura de los Países Bajos ha aportado a la civilización unas influyentes ideas acerca de la domesticidad.
Hacia el siglo XVII, tanto las condiciones sociales e históricas generales como los pormenores de la vida cotidiana confluyeron hacia una forma definida de habitar la casa. Concurren a ello tanto la conformación dominante de la familia, el valor conferido al hogar, a la intimidad y la configuración arquitectónica que no sólo realiza cosas, sino que contribuye a construir valores tanto estéticos como cognoscitivos o morales. La pintura de género de la época difundió las luces, las lecciones y los juicios que tanto complacieron a los holandeses entonces.

Ahora que ni la burguesía, ni la familia, ni la intimidad, ni los hogares, ni los valores son los que fueron, es inevitable contemplar con nostalgia estas escenas. 

Onirismo

Joachim Patinir (1480- 1524) El paso de la laguna Estigia (s/d)


Mucho antes que los pintores saliesen de sus estudios, la pintura de paisajes comenzó con soñarlos. A partir de entonces, el sueño del lugar precede a su representación, poniendo al artista en condiciones efectivas de contemplar.

Plumas ajenas: Gaston Bachelard

Creemos, de un modo general, que la psicología de las emociones estéticas ganaría si se estudiara la zona de las ensoñaciones materiales que preceden a la contemplación. Se sueña antes de contemplar. Antes de ser un espectáculo consciente todo paisaje es una experiencia onírica. Sólo se miran con una pasión estética los paisajes que hemos visto primero en sueños.
Tieck ha reconocido con toda razón en el sueño humano el preámbulo de la belleza natural. La unidad de un paisaje se ofrece como la realización de
un sueño a menudo soñado, "wie die Erfüllung eines oft getraumten Traums" (L. Tieck, Werke, t. v, p. 10). Pero el paisaje onírico no es un cuadro que se colma de impresiones, sino una materia que cosecha.

Bachelard, 1942

El origen de las maneras en el mostrador

Pieter Brueghel el Joven (1564- 1638) El pago de impuestos (1622)

El progreso de la burocracia ha destruido estructuras desprovistas de todo carácter "racional", en un sentido especial del término. Queda como tarea determinar cuáles han sido esas estructuras.

Max Weber, ¿Qué es la burocracia?

Oficinas: uno y otro lados del mostrador

Cuando una organización social se vuelve compleja, entonces surge la necesidad de una administración racional. De ahí proviene el germen de la burocracia.
La etimología hace provenir el término del francés bureau, escritorio, pero en verdad, la clave está en un adminículo más contundente y menos elegante: el mostrador. Hay por cierto muchas variantes morfológicas pero lo que es omnipresente en todo mostrador burocrático es la oposición tajante y operativa de Dos Lados. Por una parte Nosotros, los propios, investidos variablemente de Poder. Por otro, los clientes, ciudadanos, civiles, contribuyentes, pacientes, o aún educandos.

Max Weber lo ha señalado con especial sensatez: la racionalidad de la burocracia destruye otras formas no racionales de proceder, pero, a excepción del puro caos, parece no darse con mejor instrumento. Padecemos su racionalidad.

Comienzo tienen las cosas

Théophile-Emmanuel Duverger (1821- 1901) Rayuela (1901)


Hay un lugar donde las cosas se dejan alcanzar con las manos. Hay una dimensión y, cuando las manos se la van confiriendo, una forma que adopta este lugar. Las manos profetizan — el término es de Sloterdijk— la producción de todas las cosas del mundo

La dimensión quirotópica de Sloterdijk

Hay en los homínidos un ancestral gesto lanzador que los transforma en humanos, según Peter Sloterdijk.
De ahí se observa una especificación en el lugar, a la que nuestro autor denomina quirotopo: aquella región del mundo que está “a la mano”. Las manos humanas, liberadas de su función motora, atrapan, operan y lanzan objetos, abriendo plaza al escenario conquistado por una actividad específica. De esto se deriva aquí en la postulación de una dimensión —la dimensión quirotópica— que da cuenta del lugar conquistado por la manipulación, por la coreografía de las manos, por los rudimentos fundamentales de toda producción.

A la profundidad perspectiva, a la altura y a la amplitud lateral se le agrega una necesaria dimensión encarada.