Comentando a Jan Gehl (XIV)

Ángeles Martínez (1953- ) Calle que mira al puerto 2 (s/d)

Si queremos que las ciudades y los edificios se conviertan en lugares atractivos para que las personas los usen, habrá que tratar consistentemente a la escala humana de un modo nuevo. Trabajar con esta escala es la faceta más dificultosa y más sensible de todas las que aparecen en el proceso de planeamiento. Si esta tarea es ignorada o fracasa, la vida urbana nunca tendrá oportunidad de florecer. La extendida práctica de moldear las ciudades desde arriba y desde afuera debe ser reemplazada con nuevos procedimientos que vayan desde abajo y desde adentro, en línea con el siguiente principio: primero la vida, después el espacio y por último los edificios.
Al revés del orden que antiguamente proponía el planeamiento urbano, que priorizaba los edificios, luego el espacio y (a lo mejor) un poco de la vida, trabajar con la dimensión humana requiere que la vida y el espacio sean tomadas como las cuestiones primordiales antes que los edificios.
Jan Gehl, 2010

Muchos nos damos cuenta que en nuestra ciudad hace falta tener en cuenta la escala humana.
Lo difícil es determinar con precisión qué es y cómo se aplica esta escala humana en el diseño arquitectónico y urbano. Por ello parece valiosa la sugerencia de concentrar el foco de la atención disciplinar en la vida humana y cómo es que ésta interactúa en los lugares habitados. Para ello es preciso desplazarse desde la perspectiva demiúrgica del diseñador de edificios para afrontar la propia de un etnólogo de la vida cotidiana. Una mirada que prospecte en su objeto, antes que contentarse con su aspecto superficial e idealizado.

Algunos tendremos que mirar y atender a otros aspectos que los consabidos en arquitectura y urbanismo. Y contar qué es lo que desde allí se ve.

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