Quiringh van
Brekelenkam (1648- 1669) Interior de una
sastrería (1653)
Para
quienes pensamos e imaginamos en arquitectura, es un recurso recurrente
detenerse en la interacción entre forma y contenido, dentro y fuera, superficie
y espacio, forma y uso y otras dualidades especialmente intrigantes.
Por
eso, la intuición de una arquitectura profunda de una casa —concebida como el
contenido que verifica su forma continente, como un lado interior en donde la
arquitectura sucede en referencia a la otra arquitectura construida que perdura
en la situación, como la contraforma de la vida que palpita entre los muros y
cubiertas que la amparan— es un paso quizá obligado en una genealogía de la
teoría del habitar.
Saber lo suficiente
y necesario de esta arquitectura profunda de la casa es el primer paso de
naturaleza epistemológica al que le seguirán tanto otros de similar carácter,
así como derivas éticas y estéticas que diseminarán el campo de lo pensable en
esta teoría.