Ciencia propia de la arquitectura

Se dice que Jean Mignot, al observar en el siglo XIV los defectos estructurales de las bóvedas de la Catedral de Milán habría predicado que Ars sine scientia nihil est (El arte sin la ciencia nada es): el logro artístico en arquitectura no se consigue sin el auxilio del conocimiento efectivo y la práctica arquitectónica no se legitima por su pura eficacia, sino por su racionalidad.
Así que la arquitectura necesita el respaldo de la ciencia. La discusión es cuál es la ciencia propia del necesario respaldo del ejercicio profesional.
Se puede decir que la física aplicada configura un respaldo ineludible para la construcción. Podría decirse que la geometría anima el trasfondo necesario del diseño. Pero podría replicarse que ni la construcción ni el diseño, con lo importantes que son, agotan la extensión abarcada por la arquitectura. Razonando así, quedaría por dilucidar qué ciencia respaldaría el ejercicio total de la actividad social de producción que es la arquitectura.

Cabe preguntarse por una ciencia específica y privativa de la arquitectura, que ampare la totalidad del obrar. Aquí se cree que tal ciencia es la ciencia del habitar, aún por configurar.

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