"Sólo por la filosofía puede experimentar la inteligencia cómo sus pasiones llegan a conceptos". Peter Sloterdijk, 1998
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- Pasos dirigidos hacia una estética propia de la ar...
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- Introducción discutida a la estética
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- Las prácticas sociales del habitar
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- Por qué una teoría del habitar
- Precisiones sobre el pensar arquitectónico
- Teoría del Habitar Una agenda
- El derecho a habitar
- Una pintura del paisaje doméstico
- Poética de la habitación
- La segregación socioterritorial urbana
- Bibliografía actualizada
- Agenda urbana para la Teoría del Habitar
- Papeles sueltos sobre las azoteas
- Disposiciones de las cosas
- La Teoría del Habitar y la sombra del antropocentrismo
- Publicaciones del autor
Tres críticas al funcionalismo del siglo XX (III)
Contra la ciudad adjetivada (VII) Ciudad amigable
Plumas ajenas: Italo Calvino
Viejas cuestiones (XXII): Arquitectura y tectónica
- Subsumir la arquitectura en la tectónica es cosificar indebidamente la arquitectura como producción humana, porque la arquitectura existe propiamente en la relación que entablan las personas con las cosas construidas para ser habitadas.
- Subsumir la arquitectura en la tectónica priva al habitante de su rol protagónico en la esencia vincular que éste tiene con su arquitectura.
- Subsumir la arquitectura en la tectónica priva al producto arquitectónico de su propio e intransferible valor propio de implicación con la vida de las personas.
Reescrituras (XX): Las cosas en su sitio
Tres críticas al funcionalismo del siglo XX (II)
Contra la ciudad adjetivada (VI) Ciudad democrática
Plumas ajenas: Manuel Delgado
El plan urbanístico y el proyecto arquitectónico sueñan una ciudad imposible, una ciudad perpetuamente ejemplar, un anagrama morfogenético que evoluciona sin traumas. El arquitecto y el urbanista saben que la informalidad de las prácticas sociales es, por principio, implanificable y improyectable; son su pesadilla. Los planificadores y proyectadores piensan que son ellos los que hacen la ciudad, y hablan de ella como "forma urbana", haciendo creer que el urbano tiene forma. Engañan y se engañan, puesto que es la ciudad la que puede tener forma, en cambio, lo urbano no tiene forma, sino que es una pura formalización ininterrumpida, no finalista y, por tanto, nunca finalizada. Contra las agitaciones a menudo microscópicas, contra las densidades y los espesores, contra los eventos y los usos, contra las dislocaciones generalizadas, contra los espasmos constantes, el ingeniero de ciudades levanta sus estrategias de domesticación, al fin y al cabo ingenuamente demiúrgicas: el proyecto y el plano. No nos equivocaríamos si apreciásemos el espíritu utópico como directamente asociado al autoritario de toda urbanística, puesto que le cuesta tolerar la presencia de la mínima imperfección que desmienta la totalidad verdadera a que aspira.
Delgado, 2020