El cuerpo relajado y triunfante

François Boucher (1703- 1770) Joven durmiendo (1760)


Hacia el siglo XVIII comienza —al menos en la civilización occidental—  un proceso histórico de revaloración del placer corporal, de la actitud relajada y de la búsqueda refinada de la comodidad. Los cuerpos reclaman, desde entonces, confort.

Sobre el confort

La palabra confort hace mención al bienestar subjetivo y a la comodidad material.
En un sentido muy estricto el confort es una conjunción de valores ambientales (temperatura, humedad y velocidad del aire) en donde el cuerpo se encuentra en un calmo equilibrio. Pero también el confort es la relativa comodidad de equipamientos y enseres en la relación de uso. En definitiva, parece que por confort no podemos contentarnos con un sentido puramente subjetivo ni con un significado puramente objetivo, sino con una relación o vínculo feliz entre una disposición, actitud o ritual del cuerpo en correspondencia con los elementos materiales y energéticos de su ambiente habitado.
El confort, así entendido, constituye un importante contenido de una teoría del habitar plenamente desarrollada.


Origen y sustento

Alegoría de la tierra en el Ara Pacis, Roma


Habitar frecuentemente se asocia al arraigo, a la fijación y origen en un punto de la tierra, que, por otra parte, no deja de ser, en lo fundamental, una Madre.

Los cuatro elementos míticos: III. Gea y la tierra

Todo habitar proviene, en definitiva, de lo ctónico.
Después de todo, el territorio (jora) equivale a mencionar un receptáculo primordial, una madre, una nodriza o una tumba, según se mire. Gea, “la de amplio pecho” es el origen y el sustento, se empareja con Urano —el cielo— y concibe entonces a Océano, tal su esencial fertilidad.
En las profundidades del pensar, la tierra sustenta las ideas de arraigo y aquerenciamiento: divide a los habitantes entre sedentarios y nómades.

Un territorio es una figura tatuada en la piel de la tierra: un aquí que podemos trazar y defender.

Poética de la síntesis de la forma

Aino y Alvar Aalto Restaurante Savoy en Helsinki


La belleza del lugar no radica en tal o cual pormenor de embellecimiento añadido. La belleza es virtud de la totalidad de la forma arquitectónica manifestada como síntesis.

Poéticas del habitar contrapuestas (I)

Cabe en principio oponer modalidades poéticas en la medida en que pueden establecerse alternativas. Existe una primera oposición entre lo que podríamos caracterizar como poéticas de la síntesis de la forma contrapuestas a poéticas del embellecimiento. Aquí lo que permite establecer la alternativa es la concepción fundamental de la forma arquitectónica.
Para una poética del embellecimiento la consecución de la tradicional tríada vitruviana (utilitas, firmitas, venustas) se consigue sólo a través de un compromiso con los principios de formatividad: hay un orden de consideraciones para la utilidad, diverso de otro que persigue la estabilidad durable y ambos distinguidos del orden que informa la belleza perceptible. En virtud de ello se considera el plano estético como un conjunto de solicitaciones autónomo y articulado, con lo que, conseguidas la estabilidad y la utilidad relativas a través de un protocolo de específicas consideraciones constructivas, lo estético sería un orden añadido, en todo caso facultativo y por ello y de suyo no-necesario.
Opuesta a tal concepción, una poética de la síntesis de la forma afronta el problema de la determinación de la forma arquitectónica en un modo tal en que la articulación categorial vitruviana debe entenderse como un ejercicio necesario de síntesis superior. Así, el método no sigue las líneas de articulación conceptual vitruviana sino que, desde la raíz se desarrolla un único y sintético sentido arquitectónico que propende a la composición específica de la forma. En este caso, lo estético sólo puede ser contemplado en su integración finalista con las otras categorías y no constituye ninguna añadidura facultativa, sino factor necesario y siempre presente.

¿Qué opina al respecto?

Lugar habitual y sagrado

Albert Edenfelt (1854- 1905) En el aposento del niño  (1885)


Se puede conceder que este lugar no es un templo religioso, por cierto, sino un lugar doméstico por excelencia. Sin embargo, tiene su carácter sagrado: allí un humano ha echado a andar. Y eso lo consagra.

Sagrados interiores

En cada interior en donde bulle la vida humana hay algo sagrado.
La historia social del habitar tiene un probable origen en la articulación, en el paisaje, de territorios sagrados con respecto a los profanos. Las primeras configuraciones de territorios delimitados en su cierre son destinadas al asiento de lo divino. Piénsese en los crómlech: un círculo de piedras cierra un territorio dotado de figura propia, recortada del fondo del mundo. No sabemos qué usos o rituales se celebraban allí, pero lo que sí sabemos es que los territorios se han articulado. Piénsese en las torii japonesas: puertas que conectan entre sí (y también separan) lo sagrado y lo profano.

Hoy llegamos a la plena conquista de los interiores acondicionados. Si le creemos a Nietzche (Dios ha muerto), entonces somos nosotros los que proliferamos lo sagrado en los interiores que habitamos.

Cuestiones de apertura (42)

¿Cómo puede una teoría del habitar discriminar las diferentes vocaciones y expectativas al respecto que tienen las personas según su edad?

Magias del aire

Astor Piazzolla con su bandoneón


Ya quisiéramos muchos arquitectos hacer con el aire obras equiparables. Después de todo, según Goethe (si no fue Schopenauer) la arquitectura es música congelada. ¿Qué tal un Otoño porteño congelado? ¿O un Oblivion de piedra y madera?

Los cuatro elementos míticos: II. El aire

Los antiguos han intuido que la vida origina las condiciones que la hacen posible. En principio, todo es atmós (hálito). De allí las ideas de hálito vital y de atmósfera.
Por otra parte, si la quietud del aire lo hace invisible por su omnipresencia, es el movimiento el que lo vuelve manifiesto. De allí se originan los relatos de los vientos y las tempestades. De allí también el carácter vital y originador: el viento de la primavera fecunda a Flora.
Pero el aire tiene aún algo de sustancia rarificada —si no es un puro vacío— que abre intervalos a la presencia y el movimiento. En otros términos, es el espacio.

Un lugar, en definitiva, es una atmósfera especialmente acondicionada para habitarse

Paz doméstica

Emilius Ditlev Bærentzen (1799- 1868) Escena familiar (1828)


Una casa, entre otras caracterizaciones posibles es aquel lugar hacia donde es razonable, respetable y deseable retroceder desde todos los recorridos.

Retroceder

El desarrollo pacífico de las cuestiones del vivir quiere que avancemos. Sin embargo, aquí y allá se presentan circunstancias que nos obligan —siempre aquejados de contrariedad— a retroceder.
Puede ser una infame cobardía al huir o una acción informada por la sabia prudencia. Retroceder implica abandonar una posición alcanzada, retirarse de ese lugar, volver sobre los pasos, replegarse la acción. Retroceder es perder, ceder, rendirse. También implica retirarse.

Para la vida tranquila y dichosa, todos los itinerarios son de ida. Para la vida real, en el fondo, siempre se vuelve.

El pequeño pero crítico detalle

Jean-Baptiste Charpentier le Vieux (1728- 1806) La familia del duque de Penthièvre (1768)


Por lo que se ve, constituye una escena bastante común y corriente. El detalle revelador es que están bebiendo chocolate: si fuésemos capaces de oler la escena la percepción global cambiaría radicalmente.

El sentido desdeñado

En nuestra civilización existe un profundo sesgo en la importancia relativa de lo que conocemos del mundo a través de nuestros sentidos.
Esto es especialmente claro en arquitectura, donde casi todo lo que merece percibirse de ella pasa, en principio, por el sentido de la vista. Saber ver la arquitectura era, a la vez, una consigna y una promesa de un libro de Bruno Zevi, bastante consultado en el tiempo en que los estudiantes de arquitectura leíamos libros.
Si uno intenta apreciar las virtudes de un aula, una sala de conferencias o aún de un teatro, puede constatar por sí mismo que lo que percibimos con el oído también tiene su importancia, al menos en algunas situaciones. Lo que deberíamos pensar, en todo caso, es que la percepción acústica de las características propias de cada ámbito es una parte importante de la experiencia sensible de éste.
Por otra parte, podemos apreciar ciertas virtudes arquitectónicas con el sentido del tacto. Descubrir la sutileza de los juegos de texturas y recorrer morosa y atentamente los lugares acondicionados para su habitación también tiene su importancia.

Pero es algo difícil de reconocer que también el olfato tiene un papel que desempeñar. Puede que tengamos ciertos prejuicios sobre la animalidad básica del uso que le damos a nuestras narices, aparte de mirarlas como candidatas a la cirugía estética. Pero deberíamos reconocer que parte no menor de la experiencia de volver a un cierto lugar radica, entrañablemente, en percibir su peculiar perfume.

Los cuatro elementos míticos: I. Hestia y el fuego

No por nada la diosa griega Hestia (Vesta para los romanos) era la diosa de la arquitectura, de la construcción, del hogar, pero sobre todo del fuego sagrado del hogar.
Es que el habitar humano se origina en torno a un fuego prometeicamente domesticado. Éste, custodiado por una diosa especialmente casta, pura y, significativamente, muy preocupada por la limpieza. En su torno es posible que impere el orden familiar que necesitaría ciertos puntos fijos en el mundo.

Este fuego es el origen, el señalamiento especial del aquí, es el sustento de la paz doméstica y también de la cívica.

De todos los fuegos, el fuego

Sebastiano Ricci (1659- 1734) Ofrenda a Vesta (1723)


Hay en todo lugar habitado un punto de origen en donde debe perdurar una llama.

Comentarios preliminares sobre la Nueva Agenda Urbana (VII)

14. Para lograr nuestro ideal, resolvemos adoptar una Nueva Agenda Urbana guiándonos por los siguientes principios interrelacionados:
a) No dejar a nadie atrás, lo que supone poner fin a la pobreza en todas sus formas y dimensiones, incluida la erradicación de la extrema pobreza; garantizar la igualdad de derechos y oportunidades, la diversidad socioeconómica y cultural y la integración en el espacio urbano; mejorar la habitabilidad, la educación, la seguridad alimentaria y la nutrición, la salud y el bienestar, entre otras cosas, poniendo fin a las epidemias del VIH/SIDA, la tuberculosis y la malaria; promover la seguridad y la eliminación de la discriminación y todas las formas de violencia; garantizar la participación pública aumentando el acceso seguro y equitativo para todos; y facilitar el acceso equitativo para todos a la infraestructura física y social y los servicios básicos, así como a una vivienda adecuada y asequible;
b) Asegurar el desarrollo de economías urbanas sostenibles e inclusivas, aprovechando los beneficios que se derivan de la aglomeración resultante de una urbanización planificada, incluida la alta productividad, la competitividad y la innovación, lo que supone fomentar el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos; garantizar la creación de empleos decentes y el acceso equitativo para todos a las oportunidades y los recursos económicos y productivos; impedir la especulación de los terrenos; promover la tenencia segura de la tierra y gestionar la contracción de las zonas urbanas, cuando proceda;
c) Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente, promoviendo el uso de la energía no contaminante y el uso sostenible de la tierra y los recursos en el desarrollo urbano; protegiendo los ecosistemas y la diversidad biológica, entre otras cosas alentando la adopción de estilos de vida saludables en armonía con la naturaleza; alentando modalidades de consumo y producción sostenibles; fortaleciendo la resiliencia urbana; reduciendo los riesgos de desastre; y mitigando el cambio climático y poniendo en práctica medidas de adaptación a este.

Nueva Agenda Urbana
Declaración de Quito sobre Ciudades y Asentamientos
Humanos Sostenibles para Todos, 2016 (Hábitat III)


Para no dejar a nadie atrás ¿no sería oportuno respetar a todos por igual y oír todas las voces? ¿Poner fin a la pobreza es una tarea asumible por el urbanismo? ¿Es acaso el elixir milagroso para todos los males sociales y económicos? ¿Cómo es que no se ha aplicado antes? ¿Acaso no deberíamos conceder todo el poder a los urbanistas, si es que cumplen tal cometido?