Sagrados interiores

En cada interior en donde bulle la vida humana hay algo sagrado.
La historia social del habitar tiene un probable origen en la articulación, en el paisaje, de territorios sagrados con respecto a los profanos. Las primeras configuraciones de territorios delimitados en su cierre son destinadas al asiento de lo divino. Piénsese en los crómlech: un círculo de piedras cierra un territorio dotado de figura propia, recortada del fondo del mundo. No sabemos qué usos o rituales se celebraban allí, pero lo que sí sabemos es que los territorios se han articulado. Piénsese en las torii japonesas: puertas que conectan entre sí (y también separan) lo sagrado y lo profano.

Hoy llegamos a la plena conquista de los interiores acondicionados. Si le creemos a Nietzche (Dios ha muerto), entonces somos nosotros los que proliferamos lo sagrado en los interiores que habitamos.

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