La constitución de los coremas, según Brunet, surge de
una matriz de doble entrada en donde se consideran constituyentes morfológicos
elementales (puntos, líneas, áreas y redes), por una parte y por otra una serie
de aspectos complementarios (división territorial, redes de
comunicación/circulación, gravitación, contacto, tropismo, dinámica territorial
y jerarquía) (Cf. García Álvarez, 2006:51).
La imbricación de estos coremas permite, según esta
teoría, sintetizar la comprensión global de los más diversos fenómenos
geográficos. La idea subyacente es que existiría una suerte de alfabeto del espacio o una estructura
asimilable a la lingüística —en la tradición saussureana— en la constitución
social de la habitación del territorio.
Cuando se habla de lugares en geografía solemos pensar en
lugares más o menos extensos, pero ¿por qué no considerar los lugares habitados
de la arquitectura? Sólo que, en este caso los coremas del geógrafo serían los
patrones del habitar.