Ya se
ha dicho que la dirección corporal de la marcha alinea, mediante el movimiento,
una dimensión del espacio (perspéctica) con el tiempo.
También
se ha dicho que es el cuerpo mismo el que articula de modo fundamental tanto
delante/ atrás como porvenir/ pasado. Todo esto es, aparentemente, cierto, pero
en ninguna manera suficiente. Desde el cuerpo hasta los confines del horizonte
que lo enfrentan se despliega una importante dimensión, la denominada dimensión
quirotópica, esto es, la dimensión
que tienen las cosas cuando se emplazan a
la mano y por obra de estas.
Esta
dimensión quirotópica es, en todo caso, una dimensión encarada. Puede presumirse que tiene al menos dos componentes
principales, uno, desarrollado según la dirección de la mirada y la marcha, que
da cuenta de la profundidad quirotópica;
otra, perpendicular y contenida en el plano del horizonte, que mide la amplitud quirotópica.
Esta
dimensión proviene, en lo esencial, del ancestral gesto lanzador que, de
homínidos nos transforma en humanos.