La habitación de la buena vida

Ingeborg Kolling (1835-1932) Pareja conversando en la noche (1895)

Para la mayoría de las personas, las condiciones para la habitación de la buena vida no están a la vuelta de la esquina. Pero la buena vida efectiva no pueden encontrarse en una región inalcanzable para el esfuerzo sensato.
Nuestra condición humana y terrestre nos signa, por lo general, con la escasez y la supeditación a las férreas condiciones de la economía Por ello, alcanzar una buena vida supone una cuota de esfuerzo. Este esfuerzo es, en gran parte económico y, complementariamente, en eso difícil de definir que estriba en una cierta sabiduría del vivir. Disponer de un adecuado, digno y decoroso lugar para vivir, en un contexto condigno resulta entonces tanto del trabajo como de esa cierta sabiduría del vivir.

Es esa cierta sabiduría que nos debe informar sobre los modos sociales y políticos adecuados para asegurar, de un modo razonable que todos y cada uno de nosotros pueda contar, en su caso, con un acogedor rincón en donde conversar con quienes nos quieren inmersos en un grado prudente de concordia y mutuo concierto.

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