Urbanógenos (IV)

Patio del Barrio Reus al Sur, Montevideo

Seguimos diseñando y entendiendo las ciudades con la tendencia a compartimentar y segregar los espacios donde transcurre la vida urbana.  Zonificar en lo grande y en lo pequeño va de la mano del interés por privatizar y comercializar, controlar e individualizar los usos del espacio público.
La coexistencia de actividades y actores diversos son la clave para un espacio público de calidad. Henri Levebre lo explicó muy bien: “En tanto que forma, lo urbano lleva un nombre: es la simultaneidad”.
Muñoz Duyos, 2016

Nuestras ciudades son aquejadas por un proceso agudo de segregación socioespacial, en donde las personas se localizan según su pertenencia a grupos socioeconómicos en regiones urbanas signadas por muy precisas y homogéneas pertenencias a estos grupos.
A los barrios se les va cayendo la gente: los pobres van siendo expulsados hacia las periferias. Son llamativos los procesos de la llamada gentrificación, en donde en antiguos barrios populares la inversión inmobiliaria promueve el alza de los precios del suelo y las viviendas modestas son sustituidas por apartamentos destinados a sectores relativamente más solventes.
La diversidad socioeconómica de un barrio es un urbanógeno porque supone un factor equilibrante en las economías localizadas de la ciudad.

De esta manera, a la variedad morfológica y tipológica y a la rica heterogeneidad funcional se le suma la diversidad socioeconómica como virtuosas sinergias urbanógenas.

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