¿Qué ha sido de nuestras hipótesis? (III)

Andrew Wyeth (1917- 2009) Congeladas (1962)

La tercera de nuestras hipótesis enuncia:
Es fundamental la correcta caracterización del lugar como una estructura desplegada en el campo espacio-temporal efectivamente habitado.

El desarrollo de la Teoría del Habitar ha iluminado el necesario tratamiento concreto del lugar en sustitución de la opción arquitectónica por la consideración del espacio abstracto.
Sin embargo, la batalla será larga, porque la espacialización está hondamente arraigada en la ideología dominante aún hoy. En compensación, parece haber una atención antropológica especial al concepto de lugar que permite alentar esperanzas.

Escala conforme como valor arquitectónico (III)


El problema de la escala conforme se descubre en toda su profunda complejidad cuando se atisba la proliferación de dimensiones que implica.

Mucho más allá que las clásicas dimensiones espacio-temporales, es preciso comprender que la estructura del cuerpo humano proyecta sobre los lugares habitados una compleja y variable gama de dimensiones que sólo ahora estamos empezando a reconocer. Y este reconocimiento proviene de considerar al cuerpo humano como la estructura fundamental que configura, por proyección estructurante, la arquitectura fundamental de cada lugar habitado.

Plumas ajenas: Jan Gehl

Conseguir calidad urbana es un asunto importante, más allá de que la intensidad del movimiento peatonal se dé por necesidad o por estímulo. Que la gente se encuentre con un óptimo nivel urbano a la altura de los ojos, debería ser considerado un derecho humano fundamental para cualquier parte de una ciudad por donde las personas circulen.
Es en la escala pequeña, el escenario urbano de los 5 km por hora, donde los individuos se encuentran con la ciudad de cerca. Es aquí donde la persona que se mueve por el espacio urbano tiene el tiempo y la oportunidad de disfrutar de la calidad urbana o de sufrir por su ausencia.
Más allá de la ideología que guíe un proceso planificador o de los prerrequisitos económicos que haya, saber manejar cuidadosamente la dimensión humana en cualquier tipo de ciudad o área urbana debería ser un requerimiento universal para gobiernos e instituciones.

Jan Gehl, 2010

¿Qué ha sido de nuestras hipótesis? (II)

Caspar David Friedrich (1774- 1840) Atardecer (1835)

La segunda hipótesis se enuncia del siguiente modo:
Esta Teoría del habitar hace posible una indagación también positiva del habitante como sujeto protagonista de una conducta, una práctica social y una producción

La especificación de las personas en la categoría de habitantes muestra una decidida fertilidad. Ya es hora de tratar no ya con meros usuarios ni con figuras idealizadas ni con monstruos meros resultados de toscas estadísticas: es preciso indagar a las propias personas, a sus cuerpos y a sus sueños.
Y estas personas adoptan conductas intencionadas y motivadas según unos modos que nos interesa observar, describir y comprender en profundidad. También son actores protagonistas de diversas formas de prácticas sociales que es forzoso reconocer, interpretar y rendir honores. Pero es con las producciones que un necesario humanismo arquitectónico deberá aplicarse a distinguir las voces de los ecos, tal como preconizara Antonio Machado.
Porque hay que oír las voces de quienes claman por su arquitectura.

La Teoría del Habitar nos ha puesto ante los habitantes, aherrojados por formas del más hondo compromiso y enancados a las formas más profundas de la esperanza. Compromiso y esperanza: una nueva arquitectura digna de la condición humana de sus habitantes tiene que sernos posible.

¿Qué ha sido de nuestras hipótesis? (I)

Cabaña de Heidegger enTodtnauberg, Selva Negra

He aquí nuestra primera hipótesis:
El habitar constituye un tema teórico capaz de ser desarrollado de modo integral, riguroso y operativo del que resulta una positiva Teoría del Habitar

Según parece, el habitar se recorta como tema teórico de un modo que puede resultar pertinente y oportuno. A la vez conecta con la vida y la condición humana de forma clara, contundente y productiva. Pero, en función de la necesaria prudencia filosófica, debe abrirse una ventana a la duda al respecto.
Otros extremos que hay que revisar son las características del modo heurístico efectivamente desarrollado hasta el momento.
La característica de integralidad del tratamiento podría fundarse en dos aspectos relativamente verificables. El primero, la integralidad que supone desarrollar, en forma concurrente, los aspectos cognoscitivos, prácticos y productivos. El segundo es que con tal despliegue es factible elaborar un programa de investigación relativamente congruente. Sin embargo, es de notar que los aspectos cognoscitivos se han desarrollado de un modo más fluido que los restantes.
Por su parte, el rigor en el desarrollo es difícil de verificar. El rigor siempre escasea, por más que la materia tratada, de humana condición, sea asunto tan delicado como acuciante. En cierta manera, es posible que la misma reticencia al desarrollo manifiestamente propositivo se deba a una prudencia metódica que aguarde un desarrollo cognoscitivo mucho más avanzado.

Pero es la operatividad el aspecto más enigmático. Y todo lo que puede decirse hoy por hoy es que una Teoría del Habitar operativa nos es necesaria, pero no sabemos aún si ésta lo es.

Decoro como demanda y apropiamiento como valor

Andrea Palladio (1508- 1580) Villa Foscari

El Ornamento (Decor) es un correcto aspecto de la obra o construcción que consta de elementos regulares, ensamblados con belleza (auctoritate). Se logra perfeccionarlo mediante la norma ritual -en griego thematismo-, con la práctica (consuetudine), o con la naturaleza del lugar.
Vitruvio, I, 2, 5

La morada del hombre debe resultar decorosa, tal el imperativo más elevado de las demandas sociales.
Se trata de una demanda de naturaleza estética, aunque no puramente estética; tiene componentes morales indudables al conectar conceptualmente el aspecto con la corrección. Las cosas del habitar deben aparecer tal como es debido que sean. En virtud de ello, se trata de un asunto delicado a la vez que especialmente sensible.

Mientras que la adecuación se juzga en el marco de lo funcional con la medida del confort y la dignidad se realiza en el plano práctico de la magnitud conforme a la vida, el decoro navega en la difícil sustancia que informa a lo estético en su ardua consecución del apropiamiento. La forma, es aspecto, la epifanía de la morada del hombre ha de resultar apropiada, en un doble sentido. En un primero, apropiada a una norma fundada en una difícil de determinar conjunción de belleza y autoridad. En un segundo, apropiada por resultar hecha efectivamente suya por parte del habitante; el sentimiento auténtico y genuino que esa es morada suya, propia.

Escala conforme como valor arquitectónico (II)


La conocida sentencia de Protágoras alimenta un ancho cauce problemático.
El hombre es medida de todas las cosas, es cierto. Pero se agrega a esto que es quien mide (y no siempre con un patrón extraño, sino con gestos propios) y también es quien valora y confiere significado a la medida y a la medición.

Con todo este cauce problemática se las tiene que haber la arquitectura.

Plumas ajenas: Jan Gehl

En base a estudios psicológicos hechos a personas en habitaciones cerradas donde no hay ningún estímulo, podemos decir que nuestros sentidos necesitan ser incentivados cada cuatro o cinco segundos, el intervalo adecuado entre el exceso y la escasez. Sabiendo esto, es interesante notar que las tiendas ubicadas sobre calles comerciales de intenso movimiento tienen un frente que oscila entre los cinco y los seis metros, una medida que corresponde a un número de 15 a 20 negocios por cada 100 metros. Si nos movemos a una velocidad promedio de 80 segundos por 100 metros, este ritmo de las fachadas asegura que nuestro ojo se encontrará con nuevas visuales y actividades cada cinco segundos.

Jan Gehl, 2010

Encarnizada lucha

Théophile Emmanuel Duverger (1821- 1901) Dos niños (1855)

En la lucha contra la realidad, el hombre tiene solo un arma: la imaginación.
Théophile Gautier

Es que la “realidad” no puede ser esto.
Seríamos menos que humanos si nos conformaran las cosas tal cual se presentan. Debemos erguirnos con algo de soberbia por encima de la resignación. En caso contrario, ¿para qué nos anima algo tan inquietante como nuestra imaginación?

Acerca de llenos y vacíos: la arquitectura como vaciado de la vida misma

La utilidad se logra mediante la correcta disposición de las partes de un edificio de modo que no ocasionen ningún obstáculo, junto con una apropiada distribución - según sus propias características- orientadas del modo más conveniente.
Vitruvio, I. 3.2

Para el arquitecto romano, toda la atención se centraba en el muro, la columna, el elemento tectónico, pleno de sentido de artefacto.
La utilidad provenía del intervalo despejado entre los elementos tectónicos. El quid de la construcción es liberar los ámbitos de obstáculos. Se trataba de liberar vacíos relativos entre llenos primorosamente desbastados.
Todavía hay quienes razonan de tal modo, oponiendo espacios llenos a espacios vacíos. Y alojan la utilidad, el uso y las personas en el vacío espacial arquitectónico.
Y sin embargo, cabe pensar exactamente al revés.

Concebir los henchidos lugares habitados, abiertos y plenos de vida, mientras que en los intersticios se alojan, serviciales, los elementos arquitectónicos sometidos no ya meramente a la norma tectónica, sino a las leyes supremas del ritual de la vida.

Tránsitos urbanos

Paul Gustav Fischer (1860- 1934) Un día de invierno en Kongens Nytorv (1888)

Si soslayamos el sentido propio de la marcha, nos sumimos en la insignificancia de nuestra propia existencia cotidiana.
En nuestras ciudades, todo es ir y venir, circular de un origen a una meta, sin otro equipaje que la prisa. Hemos perdido el significado de deambular, de discurrir midiendo la ciudad con nuestros pasos.

Cuidado, esta es una cuestión no sólo de salud física —caminar es saludable— sino que también nos olvidamos de la actividad práctica que nos ha enseñado a reflexionar, entre otras cosas.

Escala conforme como valor arquitectónico (I)

Fotografía no acreditada publicada en

En el ejercicio de la arquitectura es habitual el manejo rutinario de escalas. Así, en un gráfico escala 1: 50, un centímetro en la representación refiere a 50 cm en la realidad proyectada, mientras que una 1:100, en cambio, un cm equivale a 100 y así.
Estas operaciones tan rutinarias nos hacen olvidar que en la arquitectura realmente existente el numerador de la escala, esto es, su rector normativo (y no solo dimensional) es la magnitud humana de las personas.
Esto nos conduce a pensar que, en vez de un tosco escalímetro1 al uso, deberíamos contar con el auxilio de una grácil bailarina que danzara las coreografías de la vida para verificar si las cosas que concebimos y construimos resultan de escala conforme.
Porque esto de resultar de escala conforme no es algo tan simple como corresponder a la congruencia con un patrón presuntamente universal o una figura ideal o racionalizada, sino con la configuración efectiva de las personas mismas, en su diversidad y en la amplitud de sus goces.


1 Para los no arquitectos, un escalímetro es una regla graduada con la que se mide según las escalas adoptadas. Aquí una ilustración:

Plumas ajenas: Jan Gehl

Al ser peatones, nuestras impresiones y experiencias más duraderas se producen en relación con lo que vemos a la altura de la planta baja. Los pisos más elevados no forman parte de nuestro campo inmediato de visión, como así tampoco los edificios que están en la vereda de enfrente. Percibimos tanto lo que está arriba nuestro como lo que está del otro lado de la calle a una mayor distancia, y por lo tanto no podemos establecer una relación cercana con el objeto ni distinguir detalles significativos. La situación cambia cuando hablamos de las plantas bajas que observamos durante un recorrido peatonal. En estos casos vemos todos los detalles de la fachada y de las ventanas. Notamos el ritmo de los distintos elementos compositivos, los materiales, los colores y las personas que se encuentran alrededor nuestro y que van a determinar si nuestra caminata resulta interesante. De esto se desprende que hay indicios que muestran lo positivo que resulta para el espacio urbano la disposición de actividades atractivas en las plantas bajas de edificios que están sobre vías transitadas. Cuando se trata de determinar qué constituye una experiencia, cualquier otro elemento ocupa un rol mucho menos importante.

Jan Gehl, 2010

Pasos hacia una ética humanista en arquitectura (IV)

Christian Krohg (1852-1925) Madre e hijo (1883)

El recorrido ético propio de una ética humanista en arquitectura enmarca una motivación moral en pos de la elaboración de una hermenéutica científica de las demandas sociales con respecto al habitar.
Es bajo el imperativo de una simpatía esencial con la condición humana que puede emprenderse el esfuerzo aplicado y riguroso en indagar a fondo en los requerimientos, los deseos y los sueños del habitar.

Es que, tal como lo formulara el escritor uruguayo Francisco Espínola, Hay que hacer por los hombres algo más que amarlos.

El cuerpo, la estructura del lugar y las poéticas arquitectónicas primordiales (IX)

Andrew Wyeth (1917- 2009)

¿Qué decir acerca de la poética arquitectónica primordial que tiene a la pasión del fuego como elemento?
Al respecto, quizá sea mejor, callar, imaginar y soñarlo mucho.


Correlaciones entre demandas sociales y valores en el habitar

Jean-Léon Gérôme (1824- 1904) Estudio de desnudo (1904)

Las moradas del hombre deben resultar, frente a las demandas sociales, adecuadas, dignas y decorosas.
En forma correlativa, las producciones arquitectónicas deben ser portadoras de sendos valores efectivamente constatables. De esta manera, a la demanda de adecuación, el valor arquitectónico correspondiente es el del confort, esto es el ajuste de los requerimientos humanos por parte de las prestaciones de los artefactos, las instalaciones y los lugares constituidos por la habitación.
Por su parte, a la demanda social de dignidad le corresponde el valor de conformidad de escala, que es la referencia mutua entre la condición humana del habitante y su relación ética y moral con el lugar habitado: los lugares habitados deben resultar condignos con respecto a sus habitantes.

Finalmente, al decoro como demanda le corresponde el apropiamiento como valor, es decir: la plena identificación del habitante con los signos que la morada ostenta. La morada realmente decorosa es aquella de la que el habitante puede legítima y plenamente apropiarse en un sentido hondamente humano del concepto.

La dimensión política del urbanismo

Propuesta de rediseño urbano de la Avenida 18 de Julio en Montevideo (2017)

La sustitución del urbanismo por la arquitectura es una regresión en todos los sentidos: cultural, social, política. El urbanismo es un conjunto de actuaciones públicas de carácter político. Se deben traducir en sus dimensiones físicas, sociales, jurídicas, financieras, etcétera y en un marco democrático que merita debate ciudadano. El urbanismo no lo deciden los profesionales a partir de su saber técnico. La técnica es imprescindible pero puede servir para lo mejor o para lo peor.
Jordi Borja, 2015

El urbanismo, en la medida en que es efectivamente ejercido en el terreno de los hechos, constituye una práctica política que se traduce en improntas en el territorio.
Cuando empecé a escribir estas líneas, el 9 de agosto de 2017, se presentaba una propuesta de rediseño para nuestra Principal Avenida. En ese entonces, la avenida era un caos de tránsito multimodal (colectivo, privado, motorizado, bicicletas, peatones) en dura competencia y antagonismo. El resultado urbano era deplorable: ruidoso, contaminado, peligroso y desagradable. Todo el mundo parece circular deprisa, deprisa. Los comercios, al bajar sus cortinas tras el atardecer, muestran su aspecto más desastrado, plagados de grafitis. El antiguo Centro comercial languidece, a pesar que lo pueblan, al menos de día, ingentes masas de viandantes.
Por estos días se ha comunicado un plan de rediseño urbano, del que apenas se conoce por imágenes una propuesta de ensanchamiento de aceras peatonales, la restricción al tránsito automotor privado, la provisión de sendas exclusivas para bicicletas y poco más.
En los medios masivos de comunicación se han consignado voces disidentes de parte de comerciantes de la Avenida, así como “honda preocupación” de parte de un importante dirigente de la principal empresa de trasporte público. Se echa en falta un señalamiento claro y explícito de objeciones: lo que queda claro es que no existe una pormenorizada explicación de la propuesta, por una parte y por otra, tampoco existe una explícita enumeración de argumentos críticos.
Hoy, 7 de mayo de 2018, el diario El País publica una sugestiva fotografía de las eminencias grises del asunto, el arquitecto danés Jan Gehl tomando mate con el Intendente Martínez.

En realidad, la fotografía es de 2015 y fue publicada originalmente por Montevideo Portal. La noticia en aquel entonces era la visita del prestigioso urbanista.

A la fecha, ¿Cuál es el resultado efectivo de la propuesta?

Plumas ajenas: Jan Gehl

El tratamiento de los bordes de una ciudad, más precisamente las plantas bajas de los edificios, ejerce una influencia decisiva en la vida urbana. Esta es la zona que uno recorre cuando llega a una ciudad, las fachadas que uno observa y con las que uno interactúa. Este borde es a su vez el umbral a través del cual entramos y salimos de nuestras viviendas y oficinas, la zona donde el interior y el exterior entran en contacto. Este es el lugar donde la ciudad se encuentra con los edificios.

Jan Gehl, 2010

Pasos hacia una ética humanista en arquitectura (III)

Henri Lebasque (1865) La señora Lebasque en el jardín (1923)

El tratamiento ético del habitar conlleva una consideración esencial.
Se trata de una característica propia de la conducta habitable: lejos de ser un comportamiento estereotipado y recurrente, conforma un ethos que es preciso analizar en su desarrollo o cultivo. Toda vez que se trata de una efusión principal de la conducta humana, demanda una atención no sólo descriptiva, sino además normativa y productiva. Habitar es un ethos en construcción y revisión permanentes.

El examen ético del habitar supone el examen de una construcción y revisión progresiva y moralmente intencionada, con todo lo que esto conlleva.

El cuerpo, la estructura del lugar y las poéticas arquitectónicas primordiales (VIII)

Andrew Wyeth (1917- 2009)

El tercer elemento de las poéticas arquitectónicas fundamentales lo constituye la tierra.
Es siempre de lamentar que la práctica corriente del oficio arquitectónico nihilice este elemento y lo reduzca a un abstracto plano vacío, puro residuo espacial de una conformación peculiarmente rica. Tratar con la tierra es tratar con el sustrato fundamental, con la silenciosa topografía que siempre sugiere, con el reservorio de genios lugareños que acechan bajo su superficie. Tratar con la tierra es cualquier cosa menos tratar con una vacuidad de indiferente disponibilidad para cualquier empresa figurativa. Tratar con la tierra es tratar con el elemento antagonista y cómplice principal de la gesta vital del hombre.

Las arquitecturas realmente vivas se nutren de la tierra que las acoge, mientras que no hacen más que usurpar su lugar allí donde apenas se las soporta.

Reivindicación del barrio (III)

Mercado Agrícola de Montevideo

El ejercicio de un urbanismo de inspiración humanista debe apelar a la consideración del barrio como unidad urbana de carácter celular por una tercera razón, agregada a las características de compacidad y complejidad, ya tratadas antes.
Esta tercera característica es la propia virtud de un barrio en tanto estructura urbana que consigue la intensa y plena integración social de sus habitantes. Así, las adecuadas intervenciones arquitectónicas y urbanísticas que operan en la ciudad real son aquellas que promuevan la convocatoria, la interacción y la sustentable integración social de los diferentes actores sociales que conviven allí.

Por ello, todas las iniciativas —que por cierto abundan— que apuntan a discriminar públicos, simplificar los hechos sociales coexistentes y, en general, diluir la intensa vida social en los lugares, deberán ser consideradas, a justo título, antiurbanas. Hay que saber que en nuestras ciudades no siempre se apuesta a la virtuosa reivindicación del barrio. Y nuestras ciudades sufren por ello, aunque aquí y allá celebran con júbilo los pocos casos de acierto.

Allí donde tiene asiento el quid de la arquitectura

Alexander Roslin (1718- 1793) El arquitecto Jean-Rodolphe Perronet y su esposa (1759)

La arquitectura es más asunto de los pulsos de la vida, que de las astucias equívocas del ingenio.
Es preciso desplazar la mirada atenta de los artefactos hacia las complejas implementaciones que realizan los habitantes. Porque allí tiene asiento el quid de la arquitectura. En la vida palpitante de las personas, en la vivencia del confort, en el establecimiento de hábitos, en la sujeción a las reglas autoinfligidas del vivir como es preciso hacerlo.

Toda la arquitectura de un edificio se funda en el gesto leve que adopta su poblador al conferirle sentido y significado.

Plumas ajenas: Jan Gehl

La comunicación entre las personas requiere de un mínimo de espacio para poder desarrollarse. Es necesario poder dar comienzo y final a los encuentros. Si estamos sentados a una mesa o reunidos alrededor de un café, con inclinarnos hacia adelante y hacia atrás regulamos nuestro grado de participación en la charla. En una calle o en una plaza podemos movernos como si fuéramos parte de una coreografía acercándonos, alejándonos, moviéndonos hacia los costados e inclusive retirándonos completamente de la interacción. Una buena conversación requiere de una cierta flexibilidad para poder funcionar. No es necesario establecer una cantidad fija de metros, con solo establecer un espacio donde uno pueda maniobrar entre la distancia íntima y la personal es suficiente.

Jan Gehl, 2010

Pasos hacia una ética humanista en arquitectura (II)

Vilhelm Hammershøi (1864-1916) Descanso (1905)

El paso ético siguiente al del principio podría proponerse una senda del deber, una zancada deontológica.
Qué es aquello  que debe ser,  en una ética humanista en arquitectura que parte de reconocer la centralidad de la condición humana en su compromiso con el oficio y profesión arquitectónicos: una deontología propia de la consecución del confort. Así, se especifica una ética de la felicidad, acaso muy general, en una ajustada ética del confort, como deontología que norma, conduce y guía el obrar del arquitecto. Todo tiene allí comienzo y fin: la arquitectura obra virtuosamente si consigue el pleno acomodo de la vida en su magnitud conforme, en términos tanto de adecuación, dignidad como de decoro.

Proclamarlo es relativamente simple y expeditivo. Otra cosa es comprometerse sin desmayos, ni olvidos, ni claudicaciones.

El cuerpo, la estructura del lugar y las poéticas arquitectónicas primordiales (VII)

Andrew Wyeth (1917- 2009) Baleen (1982)

Allí donde se establezca el hombre, no puede estar muy lejos el agua.
Es que la vida humana tiene sustento en las condiciones generales de vida que la hacen posible, factible y preferible. El agua es el sustrato general de tales condiciones.
Así, no sólo el aplacamiento de la sed es tan acuciante como la disponibilidad de la ablución purificadora, o la disposición de los más lejanos e implacables horizontes.

Sólo la administración prudente y el respeto elemental de las potencias del agua hacen posible que el habitar humano suceda en un vital estremecerse en mutua presencia.

Reivindicación del barrio (II)

Feria de libros en Montevideo

A la característica de la compacidad, el barrio agrega otra importante: la característica de una virtuosa complejidad.
Allí en donde se verifica la intensa vida de las ciudades realmente vivas —a diferencia de las vistosas y abstractas representaciones de los planificadores—, las diversas formas de actividad, función y contenido humano se multiplican en diversidad, complementación mutua y complejidad.
Por más que un barrio pueda adoptar una figura o una función dominante, lo que lo mantiene con vida y palpitante es una cuota crítica de complejidad estructural.

Es también por esto que el barrio, así entendido, debe considerarse una célula urbana, dueña tanto de una fisonomía como de un contenido social, ambos indispensables.

En la dimensión nomotópica del habitar

Lucas van Leyden (1494- 1533) El juego de ajedrez (1518)

Nada es más serio que ponerse a jugar.
Y nada es más arquitectónico, en un sentido primordial, que sujetar un lugar con una ley, regla o norma. Esa proyección del señorío nomotópico es un gesto esencial del poder humano sobre espacio-y-tiempo. Con lo que se verifica, a la vez, el ejercicio del poder (imperium) y la más estricta observancia de su orden.

Quizá un tablero de ajedrez constituya, en cierto modo, la Madre de todas las Maquetas. ¿Por qué no?

Plumas ajenas: Jan Gehl

Cuando se circula a velocidades mayores que las que se registran al caminar o al andar en bicicleta, nuestras chances de ver y entender qué ocurre disminuyen enormemente. En las ciudades viejas, donde el tránsito es principalmente el movimiento peatonal, los espacios y los edificios se diseñaron en base a la escala de los 5 kilómetros por hora. Los peatones no necesitan mucho espacio para maniobrar, y tienen el suficiente tiempo de  ocio para poder estudiar de cerca los detalles de un edificio, como así también estudiar el fondo que se recorta en la distancia. La gente que circula cerca de uno puede ser vista tanto de lejos como de cerca.
La arquitectura de los 5 kilómetros por hora está sustentada en la abundancia de impresiones sensoriales. Los espacios son pequeños, las construcciones están pegadas unas a otras y la combinación de detalles, rostros y actividades crea una paleta rica en experiencias sensibles.
Al manejar un automóvil que va a 50, 80 o 100 kilómetros por hora, nos perdemos la oportunidad de percibir estos detalles y de mirar a las personas. Cuando uno se mueve a velocidades tan altas, el espacio para maniobrar tiene que ser grande, mientras que todas las señales tienen que ser simplificadas y ampliadas para que tanto los conductores como los pasajeros puedan absorber la información.

Jan Gehl, 2010 

Pasos hacia una ética humanista en arquitectura (I)

Vilhelm Hammershøi (1864-1916) Interior con joven de espaldas (1904)

Principio quieren las cosas.
Una ética humanista en arquitectura bien podría iniciar su camino desde un hito: Primero está la condición humana de la vida y sólo luego, los artefactos arquitectónicos.
Esta afirmación implica de suyo considerar el arte de la arquitectura como servicio social antes que un arte en el sentido usual del término. Si primero está la condición humana de la vida, entonces y necesariamente, el oficio y la profesión del arquitecto son servidores comprometidos de su mejor causa. De este modo se pone en serio entredicho la idea de la eventual autonomía disciplinar de la arquitectura fundada en el diseño y construcción de artefactos, para pasar a considerar una labor, en principio hermenéutica y luego una asistencia  a las formas que la vida adopta al habitar las personas los lugares.

Y una vez dado este posible primer paso, todo es ponerse a caminar.

El cuerpo, la estructura del lugar y las poéticas arquitectónicas primordiales (VI)

Andrew Wyeth (1917- 2009) Amor en la tarde (1992)

La coronación de las aptitudes del cuerpo como estructura estructurante radica en el potencial productor efectivo de lugares, que obra, en principio, con los elementos fundamentales: aire, agua, tierra y fuego.
En efecto, lo primero que produce el cuerpo en el acto constitutivo de poblar un lugar es asegurar las condiciones indispensables de atmósfera respirable. Toda arquitectura comienza por una forma conferida al aire y a su circulación. Así, hálitos, brisas y reparos dan forma a una cualidad vital ineludible de todo lugar efectivamente habitado.

Mucho antes que lleguemos a construir con piedra, madera o hierro, hemos construido no poco con el aire más puro y fresco del que podamos disponer.

Reivindicación del barrio (I)


Es pertinente, oportuno y necesario considerar al barrio real como célula constitucional del hecho urbano.

La primera razón importante es que un barrio, como tal es una estructura compacta, de dimensiones conformes que suponen una relación entre una población y el territorio efectivamente habitado. En este sentido, un barrio se constituye con una densidad efectiva de población que no puede ser ni muy intensa ni muy escasa, sino una, precisa y adecuada a las condiciones sociales y culturales de ocupación del suelo con fines de residencia. Esta densidad no se deja medir con cocientes simples, sino con valores urbanos complejos, en donde son las personas, con sus hábitos urbanos, quienes dan medida y tasa a una relación que debe verificarse a la vez adecuada, digna y decorosa.

Emociones allí en los rincones

Paula Modersohn-Becker (1876- 1907) Dos niños en un prado (1901)

Los niños parecen complacerse en jugar con distanciamientos relativos y fruiciones de la habitación de rincones abrigados.
Ese esconderse quizá sea el primordial juego arquitectónico con el que inauguramos la madre de todos los hábitos: articular los lugares según distanciamientos y poblaciones. Cabe prestar especial atención a los usos, las actitudes y las prácticas del cuerpo: se buscan y consiguen con frecuencia esos escondrijos que ajustan con el acomodo furtivo.

Se experimenta en carne propia aquello que parece ser una magnitud conforme.

Plumas ajenas: Jan Gehl

El dicho “el hombre es la alegría más grande del hombre” proviene de Hávamál, un poema de la Edda poética islandesa, que tiene más de mil años y que describe de una manera muy simple el interés y el gozo que provoca la presencia de otro ser humano. Nada es más importante ni más persuasivo.

Jan Gehl, 2010 

Inquisiciones al habitante y al lugar

Rabdomante, en Pierre le Brun, Histoire critique des pratiques superstitieuses


Con las inquisiciones al habitante no se agota la necesaria labor hermenéutica de los arquitectos de vocación humanista.
También hay que interrogar, palpar, auscultar los Signos, las Señales de los genios lugareños. También es preciso munirse de herramientas sofisticadas para oír las voces y los ecos propios del lugar. También es imperioso ofrendar ritos propiciatorios antes que una intromisión violenta y desaprensiva en el solar. Porque siempre somos intrusos, aunque, con buenos modales y ritos, podemos ser bienvenidos y bienaventurados.

Y no se trata sólo de cateos sobre la capacidad mecánica de los suelos.

El cuerpo, la estructura del lugar y las poéticas arquitectónicas primordiales (V)


El cuerpo humano es una estructura estructurante cuyo titular es un existente.
Esto quiere decir que el campo habitado tiene en el horizonte un lugar propio y trascendente. El horizonte, lejos de confinar y de trazar una cintura en torno al lugar, abre dos dimensiones que se abisman más allá de su figura.
Por una parte, hay una, bautizada por Sloterdijk,  como alethotópica. Se trata de la dimensión a la que encaramos siempre con ansia y desde la cual se verifica la emergencia de lo que se desoculta, de lo que finalmente se alcanza a saber. Más allá de donde alcanza nuestra mirada acechante se ahonda la sima de donde provienen las revelaciones, las ocurrencias, lo nuevo del mundo.
Por otra parte y recíprocamente, en la porción que deja atrás el cuerpo y también tras el horizonte, se despliega la dimensión tanatotópica, también según la denominación del filósofo alemán. Es la dimensión de la memoria y de la muerte, de lo que la conciencia deja atrás, como duración de lo ya vivido, de la acumulación del recuerdo y también de los olvidos.

En estas dos dimensiones, nuestros lugares se abisman como a solo al ser humano le es dado tener lugar.

Conatos y conjeturas


Es tan atronador el silencio de los navegantes de esta página, que a su autor le vienen ganas de tomarse un descanso definitivo de estos menesteres.
¿Es que es suficiente con el flujo unidireccional de la palabra? Ayúdenme a pensar, por favor.
¿Es que todo lo dicho aquí puede acogerse con un silencio aquiescente? Ayúdenme a corregir el rumbo, por favor.
¿Es que nada más puede agregarse a lo ya dicho? Ayúdenme a volver una y otra vez contra el espacio en blanco.

Discutidores, polemistas, críticos; los convoco con todo gusto y no sin angustia por su mutismo.

René Magritte por René Magritte

René Magritte (1898- 1967) Reproducción prohibida (1937)

Mi pintura no es otra cosa que la descripción (que renunció a la originalidad y a la fantasía) de un pensamiento cuyos términos son figuras del mundo visible. Estas figuras se reúnen en un orden que no puede dejar indiferente a nadie 

René Magritte

Plumas ajenas: Jan Gehl

En ciudades vitales, sostenibles, sanas y seguras, el prerrequisito para poder desarrollar una vida urbana es que existan oportunidades para caminar. Sin embargo, al tomar una perspectiva más amplia, salta a la vista que una gran cantidad de oportunidades recreativas y socialmente valiosas surgen cuando se las cultiva y se alienta la vida de a pie.
Durante muchos años, el tráfico peatonal fue tratado como una forma de circulación que pertenecía a la órbita de la planificación del transporte. Bajo esta forma de operar, las sutilezas y oportunidades que brinda la vida urbana fueron virtualmente ignoradas. Usualmente, para referirse al hecho de caminar, se hablaba de “capacidad de vereda”, “tráfico de a pie”, “flujos de peatones” y “cruces seguros de intersecciones”.
Pero en las ciudades, ¡caminar es mucho más que solo circular! Hay contacto entre las personas y la comunidad, se disfruta del aire fresco, de la permanencia en el exterior, de los placeres gratuitos de la vida y de las diversas experiencias sensoriales. En su esencia, caminar es una forma especial de comunión entre personas que comparten el espacio público, como un lugar de circulación semejante a una grilla dentro de la cual se mueven.

Jan Gehl, 2010 

¿Interpelaciones? (IV) Análisis profundo

Ilustración no acreditada publicada en

En definitiva, de este o parecido juego se trata.
Se trata de mover a fondo y en el fondo los signos de interrogación. Habrá que someterse a las implacables reglas del análisis en hondura del psiquismo de los sujeto. Le y nos interrogaremos sobre nuestra condición constitutiva de habitantes, sobre todo cuando navegamos esforzadamente por el sueño. Porque Hay que tomarse en serio los sueños, tal como aconseja con sabiduría Tadao Ando.

¿Jugaremos este juego con blancas o con negras?

El cuerpo, la estructura del lugar y las poéticas arquitectónicas primordiales (IV)


El cuerpo humano, más que un mecanismo más o menos complicado, es el sofisticado origen de las más trascendentes prácticas. Y mediante estas prácticas es que produce los lugares que puebla.
Las manos del hombre, libradas de su servicio locomotor, se vuelven una crítica y fundamental posibilidad de hacer del mundo un reservorio de cosas, de cosas a la mano, prestas a ser consideradas, sopesadas, arrojadas e implementadas según una su ley: ser sustraídas al indiferente orden de la naturaleza para ingresar con significado y sentido en un mundo. El lugar poblado, en tanto lo es por quienes se sirven de las prácticas de la manipulación, se desarrolla a lo largo de una compleja dimensión quirotópica, puesta en especial relieve por Peter Sloterdijk.
Pero las prácticas se vuelven cualitativamente más complejas en tanto a la elemental, pero crítica, manipulación es ampliada y profundizada por las prácticas del trabajo y la labor. El mundo habitado es un mundo trabajado y efectivamente producido, a lo largo de la dimensión ergotópica de los lugares habitados.
Pero las prácticas no dejan de proliferar en sus más diversos aspectos. El gesto corporal y entrañable del abrazo de la persona amada permite advertir, también aquí con el auxilio clarividente de Sloterdijk, la emergencia de otra dimensión, la erototópica. Es con solidaridades de afecto y distanciamientos de competencia que también construimos nuestros lugares habitados.
Otra práctica fundamental ejercida por el cuerpo del habitante es la proyección sobre el lugar de un sistema dado de reglas de juego. Homo ludens, al fin y al cabo, toda arquitectura y todo urbanismo son, en el fondo, sendas prescripciones de reglas de uso, implementación y juego impuestas por el Poder.

Y de todas las prácticas, la más fascinante en su sutileza y poder arquitectónico radica en la operación práctica de las cavidades interiores abiertas a la vida. Se trata de las colpoprácticas, esforzadas exploraciones y prospecciones de la dimensión histerotópica de los antros, de los ámbitos, de los continentes allí donde gustan reposar las fatigas del amor, del trabajo y de la vida.