Emociones frente a las puertas (III)

Siena

Hay una especial melancolía en esta puerta.
Quizá este sentimiento se fundamente en el hecho, más que probable, que ya nunca la traspasaré. En el momento en que pude hacerlo, no tuve una motivación especial salvo por detenerme allí en donde tomé la fotografía. No recuerdo si me aproximé a husmear al menos a través de los cristales. Puede que se tratara de un antiguo local comercial ya fuera de actividad. Pero persistía aún en el deterioro de la fachada la vocación de apertura, de bienvenida, de calma incitación a entrar. Si personalizáramos el asunto, podría tratarse de una negligencia imperdonable la mía, ante un gesto por demás cortés de demanda de atención.

Es que a veces, con respecto a la realidad, uno se queda apenas del otro lado de la cámara.

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