Mark Eshbaugh
Hasta
hoy, de la intuida estructura fundamental del lugar, sólo nos es dado observar
y operar con la exposición analítica de la plétora de dimensiones humanas del
habitar.
En
otras palabras, del conjunto tenemos la enumeración más o menos prolija (y
habrá que ver si exhaustiva) de elementos, pero no nos damos cuenta aún de su
ley de composición, de aquella regla que hace de la proliferación de
componentes una estructura. Debemos afrontar, entonces, un punto de inflexión.
El
problema es que, por lo que parece, el carácter de estructura es relativamente
accesible a nuestra intuición o sospecha, pero es realmente difícil tratar,
mano a mano, con la conformación efectiva de su íntima complejidad. Parece que
sólo advertimos aspectos, sin duda interesantes, pero que no logramos, con los
fragmentos observados, armar el rompecabezas.
Quizá
la solución a este asunto sea apuntar a construir el producto interno de las
relaciones mutuas entre las dimensiones del habitar. Tal nuestra empresa, luego
de este punto de inflexión.
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