La estructura profunda de la casa (XV)


Bert Teunissen (1959)

Toda senda recorrida tiene sus oteros, sus lugares en donde es posible detener los pasos y apreciar, en el horizonte, lo que está por venir. La casa es un altozano de estos. Desde la casa, es posible entrever en el horizonte circundante una cuota razonable de futuro, de advenimientos deseables, de emergencias de lo nuevo. Es desde la casa que reemprendemos el camino, una vez que hemos podido vislumbrar hacia dónde dirigir la marcha.
Estar en casa, entonces, es ocupar una eminencia en el lugar en donde vivimos y es la oportunidad para dominar a nuestro modo el horizonte que ante nosotros de expande. El futuro suele desocultarse frente a la contemplación reposada desde la casa.
Porque es en el umbral de la casa en donde el horizonte comienza a despejarse para mostrar lo que vendrá. Es en umbral de la casa el lugar estratégico y oportuno para que emerja eso que estaremos esperando, con el apacible espíritu del que cuenta con un lugar al efecto.

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