Suele asimilarse el significado de habitar al de algunos
de sus efectos, como el residir, el aposentarse, el domiciliarse o el alojarse.
Todas estas voces hacen menciones específicas, pero
parciales, a los actos de habitar, todos ellos asociando un lugar particular,
apropiado individualmente y marcado por un relativo cierre sobre sí mismo. La
idea de morar, en su relación estrecha con la figura de la morada, informa a
las ideas de residir, domiciliar o alojarse, pero es necesario recordar que no
sólo se habitan las moradas. Las condiciones de la vida social y de su
regulación jurídica hacen proliferar términos que designan la referencia a
aquellos recintos que alojan en un orden relativamente estable a los sujetos.
Pero también es necesario entender que el habitar es un comportamiento que
acompaña al hombre en cada uno de sus pasos, allí donde se encuentre.
Encontrarse es quizá el término clave para dar con un sinónimo casi
exacto de habitar.
Situados en la compleja peripecia que comprende nuestro
nacimiento contorneado por una prolongada crianza y el momento ineludible y
siempre entrevisto de la muerte, todos y cada uno de nuestros tránsitos y
estancias adquieren un vínculo con nuestro escenario espaciotemporal en donde
precisamente nos hallamos y, a la vez, buscamos encontrarnos: esto es habitar.